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Portugal recuerda los 40 años de su Asamblea Constituyente

Mota Amaral, Miranda Calha y Jerónimo de Sousa mantienen sus escaños desde la Revolución de los Claveles

Foto: reuters_live | Vídeo: REUTERS-LIVE!

El bedel de la Asamblea se cuadró al paso del joven comunista Jerónimo de Sousa: “Señor doctor..”. El diputado de tarde y matinal afinador de máquinas le aclaró al funcionario que él no era doctor alguno; mas décadas de dictadura forjan carácter: “Disculpe; no quise ofenderle, señor ingeniero”.

Han pasado 40 años desde las elecciones para la Asamblea Constituyente, exactamente un año después del triunfo de la Revolución de Los Claveles, el 25 de abril de 1974. El bedel ya no está; Jerónimo de Sousa, sí. Es uno de los tres diputados que han mantenido su escaño en las 13 elecciones parlamentarias habidas desde la Revolución de los Claveles, y seguirá manteniéndolo tras la convocatoria de octubre.

A sus 68 años, De Sousa es hoy el secretario general de un Partido Comunista igual de marxista leninista que entonces y con excelente salud. Hace unos meses, con la aportación de su militancia, el PCP se compró seis hectáreas de terreno para organizar sobre su propiedad la mayor fiesta comunista de la Unión Europea.

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También aguantan en su escaño Joao Mota Amaral, del centrista partido gobernante PSD, y el socialista Miranda Calha. “El objetivo de aquel primer parlamento era redactar una Constitución en medio de la revolución”, recuerda Miranda Calha. “Había muchas dificultades para mantener la paz ciudadana”.

La Revolución de los Claveles ha pasado a la historia como un cambio casi incruento, pero la pasión ambiental la recuerdan bien aquellos primeros diputados. De los 14 partidos que concurrieron a las elecciones, nueve eran de la izquierda y el más allá. Los de centro derecha no lo tenían fácil, especialmente de Lisboa hacia abajo. En uno de aquellos mítines, el veinteañero Marcelo Rebelo de Sousa (PSD) tuvo que escapar por los tejados de Beja; tampoco ha borrado de la memoria que en la misma campaña firmó el autógrafo más largo y delicado de su vida en el sujetador de una fan.

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La elección de la Asamblea Constituyente (PS, 116 escaños; PPD-PSD, 81; PC, 30, CDS, 16, MDP, 5) no relajó la tensión. Los nuevos diputados intentaban consensuar un texto que agradara desde la extrema izquierda a la derecha. Salió “una Constitución de democracia mínima; incoherente y contradictoria”, escribe el diputado socialista de entonces António Barreto en el Observador; “pero que preservó la democracia”.

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Una noche el Pueblo rodeó el Parlamento y sus representantes tuvieron que pasar la noche dentro. En esas circunstancias el texto fue el que fue. “En la parte económica había una tendencia al acuerdo entre socialistas, PPD-PSD y CDS por un lado, y los diferentes partidos comunistas por el otro. A medida que se aproximaba el final de la Asamblea Constituyente se fueron serenando los ánimos y aumentando los consensos”, recuerda Rebelo. Al final votaron todos los diputados a favor, excepto los 16 del CDS.

“Los cambios del país han sido totales desde aquella Constitución”, analiza Miranda Calha. “Con ella se creó la seguridad social y la educación pública, y se reconocieron los derechos fundamentales de las personas; pasamos de estar en guerra con Angola y Mozambique a descolonizar todo y hoy tenemos buenas relaciones con ellos. Del aislamiento internacional a entrar en la Unión Europea”.

La Constitución tal cual duró un año. “El Parlamento de 1976 eliminó el Consejo Revolucionario Militar y las nacionalizaciones”, recuerda Calha. “Se adaptó a la economía de mercado y a la entrada de la Unión Europea”.

En total han sido siete modificaciones en 40 años. “El texto hoy es muy diferente; pero mantiene las libertades, los derechos personales y una organización del poder político”, señala Rebelo, que se deja querer para la Presidencia de la República.

En vísperas de otra convocatoria electoral, el comunista De Sousa no quiere saber nada de más cambios en la Carta Magna, pues siempre ha sido para suavizarla; el socialista Miranda Calha alaba lo conseguido y se escurre sobre el futuro; mientras que el tercer veterano de estos 40 años de parlamentarismo, el centrista Joao Mota Amaral, sí que es partidario de encarar el octavo cambio del texto para que la Constitución “no sea fortaleza defensora del pasado, recelosa del presente y temerosa del futuro”, como escribe António Barreto.

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