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Una investigación sobre Lula agrava la crisis del PT

Un caso de tráfico de influencias afecta al exlíder brasileño

Carla Jiménez
Lula da Silva, escucha una conferencia en la reunión del G-20.
Lula da Silva, escucha una conferencia en la reunión del G-20. T.O. (Bloomberg)

El Partido de los Trabajadores, de la presidenta brasileña Dilma Rousseff, vive los días más aciagos de su historia. Después de vivir el infierno con la investigación Lava Jato, que ha desvelado una gigantesca red de corrupción en la compañía estatal Petrobras, ahora la fiscalía apunta al fundador del partido y expresidente Luis Inazio Lula da Silva.

La Fiscalía General de la República abrió el pasado día 21 una investigación preliminar sobre el papel de Lula en los negocios exteriores de Odebrecht, un gigante de la construcción. El departamento de Combate contra la Corrupción busca indicios de tráfico de influencias en la actuación del exmandatario brasileño con varios Gobiernos extranjeros entre 2011 y 2014 para conseguir contratos para Odebrecht en grandes obras de infraestructura. "Aún no hay pruebas y no se ha convertido en una investigación en firme", explica Mirella Aguiar, la fiscal responsable de evaluar el caso, que antes del próximo día 20, tendrá que decidir si hay indicios suficientes para seguir adelante con el proceso, o si debe ser archivado.

La sospecha se hizo pública con la publicación de un reportaje de la revista Época este fin de semana. El semanal cuestionaba varios viajes de Lula, pagados por Odebrecht, a países como Ghana o República Dominicana. Después, la empresa consiguió contratos de ejecución de obras en esos países, obras financiadas a su vez por el banco público de Brasil (BNDES). Si la investigación procede, podrán ser analizados tanto los viajes de Lula como el papel del expresidente en la concesión de créditos del BNDES a la constructora.

Otro frente se abrió este lunes para el PT, con la noticia de que la policía federal investiga a Jõao Santana, el responsable de la última campaña electoral de Rousseff. Según el diario Folha de São Paulo, los investigadores sospechan que en 2012 el consultor de márketing llevó 16 millones de dólares de Angola a Brasil en una supuesta operación de lavado de dinero para beneficiar al PT. Santana protagonizó dos campañas electorales aquel año: en São Paulo, para el entonces candidato Fernando Haddad, hoy alcalde, y en Angola, donde asesoró al partido MPLA, cuyo candidato José Eduardo dos Santos ganó las elecciones presidenciales.

El equipo de Lula asegura que los viajes al extranjero fueron simplemente para dar conferencias pagadas por empresas nacionales e internacionales

El PT ya ha respondido a ambas acusaciones. Un texto publicado en el sitio web del Instituto Lula, un think tank creado por el expresidente, rebate "las siete mentiras de la portada de la revista Época". El equipo de Lula asegura que los viajes al extranjero fueron simplemente para dar conferencias pagadas por empresas nacionales e internacionales y que el político fue "remunerado, como otros expresidentes" que participan en este tipo de actos. Según el comunicado, el reportaje criminaliza los créditos del BNDES a empresas brasileñas a pesar de que estos comenzaron "antes de 2003", o sea, antes del mandato de Lula.

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João Santana también ha respondido a través de la página de su agencia, Pólis Propaganda, publicando contratos de prestación de servicio, valores y recibos por su trabajo tanto en Angola como en Brasil y asegurando que el dinero de la campaña angoleña no fue a parar a la de Haddad en São Paulo.

A pesar de que existe la posibilidad de que ambas investigaciones sean archivadas, el escándalo echa leña al fuego del PT y da material a los diputados de la oposición y a quienes piden el impeachment de la presidenta, acosada por el parón económico del país y por una brusca caída en su popularidad. La denuncia contra Lula, además, sirve de pretexto para aumentar la presión en el Congreso a favor de una comisión que investigue el BNDES.

El politólogo brasileño Carlos Melo culpa a un ambiente electoral polarizado que todavía no se ha disipado en Brasil. Las elecciones acabaron en octubre con la victoria más ajustada de la historia del PT, pero todavía existe una especie de sed de venganza contra Rousseff y su partido. Votantes y políticos "no han perdonado" a Rousseff por su campaña, en la que entre otras cosas insistió en el impacto negativo sobre la economía que tendría la victoria de la oposición. Ahora, el ministro de Economía de su equipo, el tecnócrata Joaquim Levy, aplica recetas similares a las que la candidata criticaba.

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Sobre la firma

Carla Jiménez
Directora de EL PAÍS en Brasil desde 2018. Trabajó en O Estado de S. Paulo, Agência Estado, revista Época e IstoéDinheiro. Nació en Chile, creció en Brasil. Es formada en Periodismo por la Universidad Cásper Líbero, con especialización en Economía en la Fipe/USP. Forma parte de EL PAÍS desde 2013.

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