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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Espejismos italo-españoles

Italia aspira a la estabilidad de (la vieja) España mientras esta teme un caos a la italiana

Andrea Rizzi

El imaginario colectivo sitúa a España e Italia como sociedades muy próximas en el variopinto escenario europeo. Sin duda la común raíz latina y católica marca importantes vínculos y paralelismos. Pero las distancias son mucho más profundas de lo que indica el lugar común. Italia es un país donde las plazas principales suelen ser redondas, enhebrado mayoritariamente por dulces paisajes botticellianos, con gentes entregadas a lo refinado, algo retorcidas y no extraordinariamente valientes; en España, las plazas principales suelen ser rectangulares, el paisaje es generalmente duro y sus gentes tienden a ser directas, más valientes y menos pendientes de la elegancia.

Nada como la política ilustra esa distancia. La España democrática ha sido un modelo de estabilidad y alternancia gubernamental. Los diputados han acatado la disciplina de partido sin titubeo ninguno, rehenes de la potestad de Ferraz y Génova de incluirles o no en la lista de las próximas elecciones. Todo lo contrario de Italia, donde ha reinado la inestabilidad, la nula o escasa alternancia, y donde cada diputado se siente Cicerón y vota como le viene en gana.

Tras la caída de sus respectivas dictaduras, ambos países emprendieron rumbos constitucionales opuestos. Ante el temor al regreso de órdagos autoritarios, los padres fundadores de la Italia republicana diseñaron una arquitectura constitucional llena de checks and balances; con representación parlamentaria proporcional pura; dos cámaras con las mismas atribuciones; y con una destructiva moción de censura que no exige ponerse de acuerdo en un gobierno alternativo. El objetivo de evitar el regreso de regímenes dictatoriales se cumplió. Pero, durante décadas, la vida media de los Gobiernos no llegó al año.

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España, en cambio, optó por un sistema electoral que ha arrojado Gobiernos más estables, por reglas parlamentarias menos destructivas. Por lo general los Ejecutivos han cumplido sus mandatos y, aun entre grandes sombras de corrupción, han logrado llevar a cabo proyectos de futuro con mayor constancia. La red de infraestructuras de la que ahora dispone España es un síntoma de esa mayor constancia y eficacia.

Por sorprendentes circunstancias de la política, Italia acaba de aprobar una reforma electoral dirigida a mejorar la estabilidad de sus mayorías parlamentarias que toma precisamente inspiración en elementos del sistema electoral español. Varios otros aspectos de la reforma hacen que, en su conjunto, el sistema tenga características diferentes. Pero sí es común en Italia la referencia al ‘modelo español’ como sinónimo de estabilidad.

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Y en España, a la vez, mientras el antaño monolítico bipartidismo se fractura, toma cuerpo un debate sobre posibles reformas para garantizar la estabilidad de gobierno. Italia aspira a la estabilidad de España precisamente cuando esta se evapora a gran velocidad.

En este juego de espejismos, el gran peligro para España es adentrarse en un territorio en el que se requiere el arte del compromiso pero sin la tradicional flexibilidad y capacidad de diálogo de Italia. Significativamente, en Italia los católicos están muy presentes en ambos lados del espectro político y a menudo funcionan como túnel subterráneo de conexión. Los recientes primeros ministros de centroizquierda de Italia son todos claramente católicos (Prodi, Letta, Renzi). En España, la supervivencia en un escenario de fragmentación puede ser más complicada.

Recientemente, en un acto público, Felipe González opinaba sardónico que los italianos piensan bien pero ejecutan mal. Andreotti, il divo Giulio, al parecer dijo una vez que en España ‘manca finezza’. Más que pueblos afines, son complementarios. Por eso, aprender de los respectivos aciertos y errores es mucho más difícil de lo que parece.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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