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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Varoufakis y el doctor Fausto

El ministro griego recurre en su nuevo libro a Goethe para explicar qué es la deuda "Es como el infierno para el cristianismo: desagradable y necesario", escribe

Joaquín Estefanía

Está previsto que los ministros de Economía de Grecia y España, Varoufakis y De Guindos, se entrevisten este jueves en Madrid. Es la primera vez que el heleno incluye a España en alguna de sus giras europeas. Ambos son personajes distintos. No sólo porque ideológicamente se encuentren alejados sino porque parecen tener concepciones diferentes de la economía. Si Guindos escribiese un libro poco tendría que ver con el que este jueves empieza a distribuirse en las librerías de nuestro país, cuyo autor es Varoufakis: Economía sin corbata (editorial Destino).

Publicado originariamente en 2013, cuando pertenecía al mundo académico, está escrito bajo la premisa de que si un economista no es capaz de explicar las grandes cuestiones económicas de forma que los jóvenes las puedan entender “es que ni tú mismo las entiendes”. Como su anterior libro El Minotauro global (Capitán Swing), éste tampoco trata específicamente de Grecia aunque en cada una de sus palabras el lector pueda ver reflejadas las opiniones del autor sobre la coyuntura que atraviesa su país.

En algunos momentos este texto parece una versión para economistas de La traición de los intelectuales de Julián Benda (Galaxia Gutenberg). También Varoufakis denuncia el papel del “clero” en la economía, cuando una serie de expertos que se cooptan entre sí inculcan una ideología legitimadora de la realidad presente, e inventan y establecen los rituales y las reglas del juego.

Pero los momentos más brillantes del libro, no podía ser menos, son los dedicados al estudio del endeudamiento. Para ello, el autor se sirve de la historia de Fausto, que vende su alma a Mefistófeles, y así aborda “un concepto a la vez injusto y difícil de comprender: la deuda”. Del Doctor Fausto existen al menos dos versiones, la de Marlowe, del siglo XVI, y la de Goethe, del siglo XIX. En ambas coincide una buena parte de la trama: Mefistófeles se acerca al doctor Fausto para ofrecerle todos los placeres que desee durante 20 años con la condición de que éste le prometa que, pasadas esas dos décadas, le entregará su alma. Fausto decide que 20 años de felicidad son suficientes y que no le importa lo que haga después Mefistófeles con su alma, y lo acepta.

Mefistófeles hace firmar a Fausto un contrato no con tinta, sino con sangre, para que tenga un mayor valor simbólico. “Si lo miras fríamente”, escribe Varoufakis, “este documento es un contrato de préstamo que establece la deuda de Fausto con Mefistófeles: recibo de ti 20 años de felicidad y te prometo que, cuando el préstamo caduque, recibirás mi alma”.

A partir de aquí difieren las versiones de Marlowe y Goethe. En la primera, después de los 20 años, Fausto suplica a Mefistófeles que le libere del contrato y que no le lleve consigo al infierno, pero éste no le hace caso. En la versión de Goethe, al final Fausto se salva del infierno. Es irónico que, en esta ocasión, Varoufakis prefiera la versión germana de Goethe que la del británico Christopher Marlowe. “La deuda es para las sociedades lo que es el infierno para el cristianismo: algo tan necesario como desagradable”, finaliza.

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