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Atentado en Ciudad Juárez contra el polémico exjefe de la policía

Julián Leyzaola, acusado de varias violaciones de derechos humanos, ha sido operado dos veces para salvar la vida

Luis Pablo Beauregard
Policías municipales vigilan el sitio del atentado contra Leyzaola.
Policías municipales vigilan el sitio del atentado contra Leyzaola.REUTERS

El polémico Julián Leyzaola, exjefe de policía en dos de las ciudades más violentas de México, fue víctima de un atentado la tarde de este viernes en Ciudad Juárez, Chihuahua. Dos personas dispararon contra el antiguo comandante de esta ciudad fronteriza cuando estaba en una casa de cambio en compañía de su esposa y su hija. Dos disparos lo hirieron en el pecho y el costado derecho. Fue trasladado a un hospital, donde fue operado en dos ocasiones para salvar la vida.

Jorge González, el fiscal de Chihuahua, señaló en una conferencia de prensa que Leyzaola se encuentra “estable” y que su vida está fuera de peligro. El Hospital Ángeles se encuentra fuertemente custodiado por policías estatales, municipales y elementos del ejército. Allí ha recibido la visita del exalcalde de Ciudad Juárez, Héctor Murguía, su antiguo jefe.

Las autoridades detuvieron a los dos agresores minutos después del atentado. Son dos hombres, uno de 33 años y otro de 25. La Policía Municipal informó de que los sicarios estaban drogados. Han admitido recibir una orden para matar a una persona, pero no sabían quién era Leyzaola. El fiscal sospecha que son pandilleros usados como mano ejecutora por el narcotráfico.

Leyzaola es una figura que alcanzó notoriedad en los años más sangrientos de la guerra contra el narcotráfico. En una entrevista de 2010 el teniente coronel afirmaba que no tenía miedo. “Diario me amenazan. La seguridad pública no es para principiantes. Traigo una pistola y la sé usar muy bien. Siempre hay que tirar a la cabeza. Si no los matas los dejas locos”. En esta ocasión, Leyzaola estaba desarmado.

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Nacido en Sinaloa, su formación militar lo convirtió en un candidato natural para comandar las policías municipales. Comenzó su carrera en la función pública en el Estado de Baja California en 2001, donde entrenó y capacitó a varios agentes. En diciembre de 2008 se convirtió en jefe de la policía de Tijuana, una ciudad oprimida por la violencia del cártel de los hermanos Arellano Félix.

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Desde la frontera, el estilo del exmilitar comenzó a atraer la atención de todo México. Era lo opuesto a los policías temerosos que bajaban la voz ante la potencia del fuego de los narcotraficantes. Con formas de bravucón que rayaban en la provocación, Leyzaola llamaba “mugrosos” y “cobardes” a los delincuentes. En escasos meses logró reducir los delitos un 7%.

En Tijuana despidió a 600 de sus policías y mandó a arrestar a 160 por sospechar de sus vínculos con el narco. Prohibió los narcocorridos, un popular género musical en las ciudades fronterizas al norte de México. En poco tiempo hizo muchos enemigos. En octubre de 2009, la ciudad se quedó con una imagen imborrable de su secretario de seguridad después de un tiroteo entre policías y un grupo de narcos. Leyzaola se acercó al fresco cadáver del sicario que había osado dispararle desde una camioneta y le propinó un par de puñetazos en la cara.

La fama de hombre duro que daba resultados lo llevó a Ciudad Juárez, otra ciudad que buscaba de forma desesperada salir de su crisis de seguridad. Llegó en marzo de 2011, pocos meses después de que la localidad cerrara el año más violento de su historia, superando los 3.000 homicidios (149 de ellos de policías). Leyzaola repitió la fórmula. Salió a la calle para encabezar los operativos, limpió la policía y siguió retando a los criminales. Estos lo sorprendieron con un atentado tres meses después de su llegada. En ese entonces sus guardaespaldas hirieron al agresor, el hijo de un policía que había sido ejecutado. “Así acabarán los malandros”, dijo el teniente coronel.

Además de resultados, Leyzaola dejaba en las ciudades que pisaba numerosas violaciones de derechos humanos. Un delincuente detenido en Tijuana lo recuerda presente durante su interrogatorio. Leyzaola, dijo el acusado de matar a un policía, usó guantes negros para torturarlo. Le dio bofetadas y lo trató de asfixiar con una bolsa de plástico mientras otros agentes le daban toques eléctricos en las piernas.

En agosto de 2013 las acusaciones de tortura de 25 policías defenestrados en su mandato ocasionaron que Leyzaola fuera inhabilitado durante ocho años para ocupar cualquier cargo público en Baja California.

En Ciudad Juárez la historia es similar. Este jueves la Comisión Nacional de Derechos Humanos responsabilizó a seis policías del asesinato extrajudicial de cuatro civiles, entre ellos una mujer y dos menores, en abril de 2012. Los agentes, que hoy continúan en activo sin ser investigados, estaban al mando de Leyzaola, que finalizó su mandato en octubre de 2013.

El súper policía se convirtió entonces en empresario. Creó una compañía de seguridad en Ciudad Juárez, que registró 427 homicidios en 2014, un descenso del 85% comparado a los registrados en 2010. La cifra aún duplica la media de asesinatos en México. El trabajo de Leyzaola auxilió a la mejoría siempre fiel a su estilo: dar resultados a cualquier costo.  

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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