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Las utopías del mariscal Al Sisi

Egipto anuncia la construcción de una réplica del Faro de Alejandría Se trata del último de una serie de faraónicos proyectos de improbable realización

Al Sisi, en una ceremonia de graduación en la Academia del Aire de El Cairo, en 2014.
Al Sisi, en una ceremonia de graduación en la Academia del Aire de El Cairo, en 2014.REUTERS

De las siete maravillas de la antigüedad, Egipto poseía dos. Aunque solo una sigue en pie: las pirámides de Giza. La otra, el legendario Faro de Alejandría, fue destruido por sucesivos terremotos entre los siglos X y XIV. El Gobierno egipcio busca ahora resucitar el célebre faro, que durante varios siglos fue el edificio más alto del mundo, construyendo una réplica lo más exacta posible. La obra se suma a una larga lista de ambiciosos proyectos planeados por el régimen del general Abdelfatá al Sisi, si bien la viabilidad de algunos suscita recelos.

El antiguo faro fue edificado durante el siglo III a.C —bajo el reinado ptolemaico—, en un pulcro mármol blanco. Se calcula que rozaba los 140 metros de altura. Más allá de la voluntad de construir la réplica en el emplazamiento original, los detalles del proyecto no están nada claros. “Aún no hay fecha prevista para el inicio de las obras o para su final. Tampoco se ha calculado de forma precisa su coste, que sufragará de forma íntegra una compañía china”, explica Mustafá Roshdy, responsable en Alejandría del Ministerio de Antigüedades, el encargado de ejecutar el proyecto, según revela el diario Youm7. Roshdy no pudo dar el nombre de la empresa china en cuestión; tampoco los “servicios” que contendrá el rascacielos.

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El anuncio de proyectos espectaculares como este se sucede a un ritmo vertiginoso en el Egipto de Al Sisi: la creación de un millón de acres de nuevas explotaciones agrícolas; un tren de alta velocidad entre El Cairo y Luxor; un millón de viviendas de protección social; una máquina que cura el sida, etc. El problema es que muchas de estas obras no parecen contar con un estudio de viabilidad riguroso, tampoco con un plan de financiación concreto. De ahí las dudas sobre si acabarán existiendo solo en la imaginación de un funcionario y en las hojas de los periódicos oficialistas el día de su presentación oficial.

Quizá el mejor ejemplo sea la ambición faraónica de construir una nueva capital en mitad del desierto con todo tipo de lujosas atracciones, como un parque más amplio que el Central Park de Nueva York, con un coste aproximado de 45.000 millones de dólares. Una locura para un país con una renta per cápita de 3.700 dólares (3.250 euros) y un déficit público del 13% del PIB. De hecho, tras la presentación, Al Sisi reconoció al diario Al Ahram que el Estado no tiene fondos suficientes para sufragarlo.

“Estos proyectos no parecen contar con un estudio previo, o al menos, no se ha divulgado su contenido”, dice Amr Adly, economista del think tank Carnegie Center. “La lógica del Gobierno parece ser intentar atraer el máximo de inversiones del Golfo Pérsico como sea, y uno de los sectores tradicionales más boyantes ha sido el de la construcción”, añade Amr, que no descarta que la especulación con el precio del suelo pueda ser una de las razones detrás de esta política de anuncios de proyectos mastodónticos.

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Otra posibilidad es que su finalidad sea simplemente colocar noticias positivas vinculadas a la economía egipcia en los medios nacionales e internacionales; sea para crear un estado de opinión positivo sobre la marcha del país o para desviar la atención de otros asuntos como la violación de las libertades individuales. Así, los medios de comunicación se han hecho eco de la firma reciente por parte del Ejecutivo egipcio de un acuerdo de colaboración nuclear con Rusia y otro en materia de infraestructuras ferroviarias con España con la intención de construir una central nuclear y un tren de alta velocidad.

Existe una destacable excepción: la construcción de una ramificación del Canal de Suez. Se anunció el pasado julio, y las obras están avanzando. A diferencia de los ejemplos anteriores, en este caso sí había un calendario preciso y un sistema de financiación concreto: la emisión de bonos del Estado con un tipo de interés del 12%.

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