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El rally Dakar encalla en Nazca

La prueba del desierto regresará a Perú y reaviva el temor a nuevos daños en los geoglifos

Petroglifo de un colibrí en Nazca (Perú).
Petroglifo de un colibrí en Nazca (Perú).TOM TILL

En enero de 2016, el rally Dakar volverá a territorio peruano y pasará entre las provincias de Pisco y Nazca, en el desierto costero donde se encuentran las Líneas de Nazca, un conjunto de geoglifos (dibujos en la superficie de la tierra solo apreciables desde cierta altura) de más de 2.000 años de antigüedad y considerados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1994. Estas figuras se ven amenazadas por las invasiones de terrenos, la minería ilegal y las visitas no autorizadas a pie, como las de activistas de Greenpeace en diciembre pasado. Los defensores del patrimonio histórico denunciaron que la carrera había causado daños en un geoglifo en Pisco en 2013 y consiguieron evitar así que no atravesara Perú en 2014. Ahora, estos defensores exigen al Estado que evite nuevos daños.

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Un investigador ruso y uno alemán han documentado con fotografías de drones y satelitales cómo el rally afectó a las riquezas del desierto, que también guarda fósiles de ballenas y tiburones del mioceno en las dunas de las sureñas regiones de Ica y Arequipa. Las imágenes han sido difundidas en Perú por la Asociación María Reiche, que preside Ana María Cogorno, y por Klaus Hönninger, director del museo paleontológico Meyer y Hönninger. Ambos buscan respuestas del Ministerio de Cultura y de la Comisión de Cultura del Congreso ante el riesgo.

Hönninger ha solicitado a los congresistas que la empresa Amaury Sport Organisation (ASO), organizadora de la carrera, firme un documento de “responsabilidad penal y de reparación material en caso que el evento cause daños al patrimonio y la ecología”, y que el ministro impulsor de la carrera sea responsable también de los perjuicios eventuales.

La ministra de Comercio y Turismo, Magali Silva, anunció a mediados de abril su satisfacción por el retorno de la carrera a Perú, acompañada de Ettiene Lavigne, de ASO. Silva indicó al diario El Comercio que pidió a ASO que diseñe una ruta que “no afecte el patrimonio y zonas intangibles”. Horas después, el Ministerio de Cultura emitió un comunicado aclarando que no había recibido información “sobre las rutas ni sobre el desarrollo del evento”, pero garantizó que “en ningún caso dicha actividad puede atentar contra algún bien del patrimonio cultural de la nación”.

Cogorno, legataria del trabajo de la investigadora alemana María Reiche, quien puso en valor las Líneas de Nazca, destaca que el Ministerio de Cultura no ha reconocido los daños del Dakar 2013. “El rally fue la adrenalina más fuerte que yo he visto en mi vida, todo el desierto de Pozo Santo hasta Paracas era como un nido de abejas. En las dunas se pierden, ni los policías podían controlar. Al lado del lugar donde estaba el campamento Dakar, hicieron los campamentos de los seguidores, de los curiosos, de los locales”, añade Cogorno. La Asociación María Reiche ha pedido al Ministerio de Cultura un informe sobre aquellos daños pero no recibió respuesta.

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“Por el tiempo limitado que he pasado caminando en este desierto, sé que el número de sitios arqueológicos es sorprendentemente alto. Tratar este desierto como si fuera solo arena y rocas y usarlo como una zona de juego para vehículos off road, es irresponsable”, comentó en 2014 el alemán Ralf Hesse, quien muestra los daños de 2013 en un artículo académico publicado en la edición más reciente de Journal of Cultural Heritage, en el que incluye fotos satelitales de alta definición.

Según la Asociación María Reiche, dedicada a proteger y conservar las Líneas de Nazca, el lugar recibe unos 120.000 turistas por año y es el segundo sitio más visitado de Perú después de la ciudadela de Machu Picchu, en Cuzco. La preocupación de este grupo de activistas es que el rally perjudique otros geoglifos aún no clasificados por la autoridad cultural como patrimonio.

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