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Tribuna
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Resistencia al surrealismo

Las sanciones del Gobierno a Diario La Hora por no publicar informaciones cierran un círculo macabro de control informativo

Luis Eduardo Vivanco, en la rotativa de 'La hora'.
Luis Eduardo Vivanco, en la rotativa de 'La hora'. Edu León

“Es surrealista”, me responden cuando explico a algún colega del extranjero lo que está pasando. Es una pena, pero sí, es surrealista. Triste, pero cierto. Escalofriante, pero real. Desde esta semana, en Ecuador el poder del Estado, que no tiene ya fronteras con el poder político único, sanciona a los medios por lo que no publican. ¿Qué? Sí, así como suena. ¿Dónde? En Ecuador, territorio gobernado por Rafael Correa Delgado.

Con esta sanción al Diario La Hora se cierra un círculo macabro de control informativo. El Gobierno y sus afines no solo han logrado regar el miedo en las salas de redacción, provocando autocensuras, sino que ahora el poder político se convierte en el gran editor de los medios, definiendo qué se debe publicar.

Para quienes nos dedicamos a este oficio y aún logramos vencer el miedo, por ejemplo, escribiendo estas líneas explicando al mundo lo que pasa, es una situación de incertidumbre que cala hasta los huesos. Todo lo aprendido en las aulas, en las redacciones, en la vida y en los libros se viene abajo por una resolución que dice que de ahora en adelante las autoridades públicas definirán qué contenidos son de supremo interés de los lectores. Si es que los medios no las incluyen en sus espacios, es mejor que saquen pronto sus carteras, que la multa es inevitable.

La multa es inevitable porque el tribunal encargado de juzgar es un apéndice del Ejecutivo, que con una visión electoral ha identificado a los medios como sus grandes enemigos, como a aquellos molestos mosquitos que no dejan de estorbar y para los cuales se ha preparado una ley que debe funcionar como un eficaz insecticida. Esos mosquitos que despiertan la curiosidad de la gente y que los hace mirar hacia los rincones donde el poder esconde sus artimañas. Insecticida oficial para lograr el silencio.

Por ese motivo aceptar la sanción de la Superintendencia sería aceptar la muerte del oficio, sería abrir las puertas de los medios para que sea el poder el que dirija las reuniones editoriales, las asignaciones informativas, sería la victoria del insecticida. Veneno para el periodismo. Aceptar la sanción sería bajar la cabeza y darse por vencido.

A Diario La Hora le ha tocado ser el rostro visible de esta batalla, pero es una lucha que trasciende las paredes de este diario y que se convierte, inequívocamente, en una causa del oficio, del sentido común. Es una contienda por el derecho de la ciudadanía a recibir información que haya sido procesada por la técnica periodística, por la deontología, por los criterios noticiosos y editoriales, no por el que mira a la libre prensa como un obstáculo para festejar luego de abrir las urnas.

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Por eso nos hemos declarado en Resistencia, derecho constitucional que nos asiste, porque sabemos que nos asiste también la sensatez de un mundo que ha dejado la sangre en el camino por edificar sus derechos civiles.

A menudo nos preguntan si esta actitud no radicalizará las persecuciones. Muy probablemente. El vendaval puede ser inclemente, pero tras los huracanes se calman las aguas. Estamos convencidos, sin embargo, de que nos debemos a los lectores, quienes nos han permitido en estos ocho años de ataques seguir adelante.

Esperamos que esta acción despierte la cordura de los poderosos, sacuda a los periodistas que con justa razón permanecen presos de los miedos, que devuelva al Ecuador la prensa libre. ¿Suena quimérico? Podría ser, pero desde La Hora estamos poniendo nuestro esfuerzo.

Seguiremos con todos los pasos legales que permitan defender nuestros derechos. Si bien la justicia es otro departamento del Ejecutivo, no dejaremos ninguna carta sin jugar. Al final del día seguiremos informando, opinando, con la misma línea editorial que nos caracteriza, la que no nos hace de oposición, que es la que creemos justa para el papel mediático. Creemos que debemos ser la avispa, el mosquito que critique al poder desde la buena fe, que demuestre a la gente las incongruencias, que resalte las victorias de una sociedad, que viva y construya junto a sus lectores un país más informado, más democrático, más sensato. Esa invitación está abierta, incluso para los que gobiernan. Ojalá asistan todos, sería una celebración nacional.

Luis Eduardo Vivanco es editor general del periódico ecuatoriano La hora.

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