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Tsipras rechaza la oferta lanzada por la UE en una reunión de urgencia

Syriza asegura que no pagará al FMI el vencimiento el viernes sin un pacto contra la asfixia

El presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, con Tsipras.Foto: atlas | Vídeo: Atlas / AFP

Buenas palabras, pero poco más. Las instituciones europeas y Grecia creen estar acercándose al final de la tortuosa negociación que arrancó en febrero para aliviar la difícil situación financiera del país. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, recibió la noche del miércoles de urgencia al primer ministro griego, Alexis Tsipras, para presentarle la última propuesta de los acreedores (eurozona, BCE y FMI). El jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, se sumó luego a la cita. Tsipras rechazó en primera instancia el acuerdo, tras una reunión que calificó como "constructiva", por las diferencias que persisten en los flecos más conflictivos de la negociación, como el deseo de los acreedores de que Grecia vuelva a recortar sus pensiones.

El primer ministro griego ha explicado que el acuerdo "está a la vista", y el presidente francés, François Hollande, ha sugerido que es cuestión de horas. Pero puede que no sea tan sencillo. Tsipras necesita elevar el nivel de tensión para después vender en casa las condiciones más dolorosas, con el ala izquierda de su partido cada vez más reacia a pactar con los socios un acuerdo que impida cumplir las promesas electorales de Syriza. "La base del acuerdo tiene que ser la propuesta de Grecia", ha dicho el líder griego: una propuesta de 47 páginas que los acreedores juzgan como "totalmente insuficiente". "Es imprescindible no cometer los mismos errores que en el pasado", ha explicado. Grecia cree que una nueva ronda de austeridad, con recortes de pensiones, subidas de impuestos y una nueva desregulación del mercado laboral, sería contraproducente. Pero esa sigue siendo, en esencia, la postura de los socios europeos y del FMI.

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El encuentro se presentó como “una reunión privada”, en respuesta a “una invitación personal” de Juncker a Tsipras. El Ejecutivo comunitario intentaba así ofrecer la cara más amable de la negociación —el presidente de la Comisión no adopta la dureza de los Estados miembros o el Fondo Monetario Internacional (FMI) porque no es acreedor directo— para propiciar un acuerdo con Grecia cuyos detalles perfile luego el Eurogrupo. Tras la reunión inicial, Juncker incorporó a la cena al presidente de ese organismo, Dijsselbloem, pese a los recelos de Tsipras por recibirlo, según fuentes europeas.

Con este formato más reducido —sin la presencia del resto de miembros de la troika: el FMI y el BCE—, el presidente de la Comisión pretendía crear “una zona de aterrizaje” que permita acomodar las exigencias de todas las partes y evitar una suspensión de pagos en Grecia. La extensión del segundo rescate griego expira a final de mes.

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Pese a esas señales conciliadoras, Juncker buscaba pactar sobre la base del acuerdo que alcanzaron apenas 48 horas antes —también por la noche— en Berlín los principales representantes de los acreedores: la canciller alemana, Angela Merkel, y Hollande junto a los responsables de la antigua troika: Dijsselbloem por parte del Eurogrupo, Christine Lagarde por el FMI y el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. Tsipras, por su parte, acudía a Bruselas con un enfoque algo diferente y pretendía debatir sobre sus propuestas a la UE.

El portavoz de Syriza dice que sin pacto no se pagará el FMI

MARÍA ANTONIA SÁNCHEZ VALLEJO, Atenas

En un intento de apaciguar a sus diputados más descontentos, el portavoz parlamentario de Syriza, Nikos Filis, aseguró este miércoles que Grecia no va a pagar el viernes el primer tramo de junio al Fondo Monetario Internacional (300 millones de un total de 1.600 este mes) si no hay atisbo de un acuerdo con los acreedores en los próximos días. El propio grupo parlamentario (149 escaños), con serias diferencias internas sobre las condiciones del posible pacto, tiene previsto reunirse hoy para analizar la última propuesta de los acreedores. Sólo si hay un texto definitivo, lo harán también el resto de grupos parlamentarios.

Como viene siendo habitual en las últimas semanas, fuentes gubernamentales dan una de cal y otra de arena sobre el particular para intentar contentar a todos. Ante la oposición numantina del ala más radical de Syriza a un pacto que implique muchas concesiones, Filis formuló un mensaje para consumo interno. “Si no hay perspectiva de un acuerdo para el viernes o el lunes, no sé exactamente para cuándo, no vamos a pagar”, dijo a un canal de televisión privado. El mensaje de consumo exterior —y algo doméstico, también— vino del europarlamentario Dimitris Papadimulis, un veterano de Syriza a medio camino entre rebeldes y pragmáticos: “Si los acreedores muestran el mismo realismo que está manifestando el Gobierno griego vamos a poder llegar a un acuerdo allá para el viernes o incluso antes”, dijo.

La contradictoria política de comunicación del Gobierno griego se ha acelerado en estas últimas semanas, también para intentar neutralizar un descontento ideológico que ya empieza a tener visos de rebelión.

Para garantizar que lo negociado esta noche se atuviera a las exigencias de los Estados miembros, Dijsselbloem se aseguró su participación en el encuentro. Tras un primer contacto bilateral entre Juncker y Tsipras, el jefe del Eurogrupo se incorporó a una cena de trabajo tripartita para concretar las claves del posible pacto. Tras la cita, aseguró que las conversaciones se habían sido buenas y que continuarían "en los próximos días".

Tanto la Comisión como otras fuentes representantes de los Estados miembros ya habían enfriado las expectativas sobre un acuerdo inmediato. “No esperamos un resultado definitivo esta noche. Es una primera discusión, no la última”, advirtió por la mañana un portavoz del Ejecutivo comunitario. También el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, se mostró escéptico: “No tengo información de que nada decisivo haya cambiado”.

Esos mensajes contrastaban con otros mucho más entusiastas, principalmente del presidente francés. “Estamos a unos pocos días u horas de un posible acuerdo sobre Grecia”, aseguró Hollande en París. “Estoy completamente seguro de que alcanzaremos un acuerdo con Grecia. Completamente seguro. En el club de la Zona euro se entra, pero no se sale”, añadió el ministro español de Economía, Luis de Guindos, también en la capital francesa.

Ninguno de los negociadores ha querido ofrecer detalles sobre la propuesta lanzada a Atenas, concebida casi como un ultimátum. A falta de conocer el contenido exacto, algunas fuentes explican que se ofrecerá a Grecia una relajación sobre las metas fiscales previstas anteriormente y, a cambio, se requerirán reformas de pensiones y de IVA.

Uno de los principales conocedores de la propuesta, Draghi, pidió desde Fráncfort a Grecia “un acuerdo sólido, que produzca crecimiento, que sea socialmente justo pero también fiscalmente sostenible y que solucione las fuentes de inestabilidad financiera en el sector financiero”. Esa cuadratura del círculo es la que mantiene bloqueadas las negociaciones entre los socios del euro y el Gobierno de Syriza prácticamente desde que este partido ganó las elecciones griegas, a finales de enero.

Pese a las incontables horas de discusión, nadie en Bruselas se atreve a pronosticar cuál será el resultado de esta última ronda. Muchos responsables europeos dudan de que Tsipras tenga el respaldo de su partido para aceptar las condiciones que impone Europa a cambio de desembolsar el último tramo del segundo rescate al país heleno (7.200 millones que deberían llegar a tiempo para hacer frente a los vencimientos de deuda que afronta Grecia este mes). La gran incógnita es si el primer ministro logrará convencer a su país de que se trata de la mejor oferta que puede lograr.

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