Draghi y el FMI piden a los socios concesiones para Grecia
El Gobierno griego descarta presentar una nueva propuesta tras el fracaso de las negociaciones del domingo en Bruselas
Los socios del euro tienen a Grecia en el disparadero: aprietan las tuercas para que el primer ministro, Alexis Tsipras, dé su brazo a torcer esta semana. El BCE y el FMI reclaman también reformas y recortes a Atenas, pero este lunes, a tres días escasos de un Eurogrupo fundamental, pidieron más laxitud a los socios. El jefe del BCE, Mario Draghi, reclamó en la Eurocámara concesiones a los socios para evitar un impago de efectos impredecibles. Y el FMI se alineó con una de las propuestas más controvertidas del ministro Yanis Varoufakis: reclamó una reestructuración de deuda.
La letanía europea dura ya meses: Grecia debe doblar la rodilla, su Gobierno tiene que olvidarse de las promesas electorales y Atenas necesita ofrecer a sus acreedores reformas y recortes para acceder a más ayuda financiera y evitar así una suspensión de pagos de consecuencias imprevisibles. Si quiere más fondos, no tiene más remedio que aplicarse una dosis adicional de austeridad. El BCE y el FMI rompieron ayer —en parte— ese discurso monolítico: Grecia tiene que aprobar otra ronda de medidas dolorosas, repitieron, pero los socios europeos también deben hacer concesiones a fin de conseguir un acuerdo político esencial para evitar un desastre.
El jefe del BCE, Mario Draghi, lanzó ese nuevo matiz en un jugoso discurso en el Parlamento Europeo. Grecia y los socios, dijo, deben limar asperezas para llegar a “un acuerdo político”: las discrepancias ya no son económicas ni financieras, sino pura y llanamente políticas, reconoció. “La pelota está claramente en el tejado de Grecia”, dijo Draghi, que después dejó el mensaje fundamental para los socios: “Todos los actores involucrados tienen que hacer concesiones”. No solo Grecia.
La atmósfera de las negociaciones se sigue enrareciendo. Atenas y la Comisión Europea se enzarzaron en una agria controversia sobre qué ofrecen unos y otros. El brazo ejecutivo de la UE explicó que las metas fiscales están prácticamente acordadas, con objetivos menos exigentes a la vista de las dificultades económicas. Bruselas asegura que Atenas rechaza el acuerdo por apenas 2.000 millones. Pero Atenas sostiene que la cifra es mayor: el Ejecutivo afirma que los socios reclaman un ajuste de pensiones de 1.800 millones, y un aumento del IVA de 1.800 millones, además de nuevos recortes en los sueldos públicos. Una portavoz de la Comisión negó una y otra vez las informaciones procedentes de Atenas: apuntó que Bruselas no pide recortes de pensiones, sino un endurecimiento de las prejubilaciones y el retraso de la edad de jubilación. Y reclamó a Grecia “un paquete sustancial, que tenga sentido económico”. Pero Atenas califica la oferta europea de “absurda”.
El grado de complejidad de la crisis griega contribuye a que el final de la saga sea incierto. El FMI se levantó de la mesa de negociación hace unos días: aducía que Atenas ha sido incapaz de presentar una propuesta convincente, con reformas y recortes concienzudos que permitan modernizar la economía. El economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, reclamó ayer, nuevamente, “medidas creíbles” de ajuste. Pero, al igual que Draghi, a la vez se atrevió a decir que el rey está desnudo: explicó que las metas menos ambiciosas de superávit fiscal primario obligan a los europeos a permitir una reestructuración de deuda. Blanchard, en fin, reconoció que Varoufakis tiene razón: Atenas necesita financiación adicional y “un alivio de la deuda”, con plazos más holgados e intereses más bajos.
La Comisión aseguró que los acreedores “ya han hecho grandes concesiones”. Atenas dice exactamente lo mismo por su lado. La tensión y el miedo al impago fueron ayer gasolina para los mercados, y así será, con toda probabilidad, hasta el Eurogrupo del jueves. Incluso más allá de esa fecha, si al final los agoreros tienen razón y Atenas y los socios son incapaces de ponerse de acuerdo.
Tsipras: “Van cinco años de saqueo”
Berlín endureció ayer un poco más su discurso sobre Grecia. Pero Atenas tampoco se quedó atrás: el primer ministro, Alexis Tsipras, atribuyó el fracaso de las negociaciones con los acreedores a factores políticos, y no tanto al desacuerdo sobre las cifras. A pesar de la creciente tensión, Tsipras no se mordió la lengua: “La insistencia de las instituciones en nuevos recortes de las pensiones tras cinco años de saqueo a través de los programas de rescate solo puede explicarse por conveniencias políticas”, denunció. Su Gobierno “esperará pacientemente” hasta que las instituciones europeas “se unan al realismo”, dijo. “No vamos a enterrar la democracia europea en el lugar donde nació”, cerró desafiante.