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Un ataque en Xinjiang termina con tres policías y 15 asaltantes muertos

"Murieron personas que nada tenían que ver con la agresión", según un testigo del incidente ocurrido en la región china de mayoría musulmana

Chinos musulmanes rezan en una mezquita de Pekín.
Chinos musulmanes rezan en una mezquita de Pekín.GREG BAKER (AFP)

La región autónoma de Xinjiang, habitada principalmente por uigures, registró un nuevo episodio de violencia que provocó la muerte de al menos 18 personas, 15 de las cuales fueron tiroteadas por las fuerzas de seguridad. El incidente ocurrió el pasado lunes en la ciudad de Kashgar, situada en la parte más occidental de la región, pero el caso no ha salido a la luz hasta este miércoles, cuando la organización Radio Free Asia (RFA), con base en Estados Unidos, se hizo eco del suceso.

El enfrentamiento coincide con los primeros días del Ramadán, un periodo especialmente sensible por los continuos roces entre los uigures, de religión musulmana, y los han, la etnia mayoritaria en China. Según explicó a RFA Turghun Memet, agente de una comisaría cercana, el incidente empezó cuando un vehículo se negó a frenar en un control policial rutinario en el sur de la ciudad y arrolló a uno de los agentes, que resultó herido. Dos de los ocupantes salieron del coche y atacaron con cuchillos a los otros efectivos presentes, que pidieron refuerzos a la policía armada. Cuando ésta llegó al lugar de los hechos, otras tres personas les lanzaron explosivos, lo que provocó la muerte de tres agentes y cuatro más resultaron heridos.

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Siempre según la misma fuente, la policía armada decidió entonces abrir fuego y abatió a como mínimo 15 personas consideradas como "terroristas". El número de muertos sigue sin estar claro debido a la opacidad de la información procedente de la zona. Por el momento ningún medio estatal chino ha confirmado el suceso y es prácticamente imposible para la prensa extranjera verificar la magnitud de estos incidentes. Las autoridades llevan a cabo un control férreo de la información procedente de la región y algunos episodios de violencia, especialmente en momentos sensibles para Pekín, salen a la luz de forma oficial varios días después o simplemente se obvian.

"Unos dicen que todos los sospechosos murieron, otros que algunos de ellos resultaron heridos y llevados al hospital", aseguró otro agente de policía a RFA. Un jubilado que presenció el incidente aseguró que la policía "abrió fuego de forma indiscriminada y mató a varias personas que no tenían nada que ver con el ataque".

La región autónoma de Xinjiang, colindante con Asia Central y rica en recursos energéticos, está habitada mayoritariamente por los uigures, muchos de los cuales denuncian una fuerte represión de su cultura y religión por parte del Gobierno chino. Durante el Ramadán, la comunidad iugur asegura cada año que los oficiales prohíben que los funcionarios públicos y estudiantes de esta etnia secundan el ayuno. Un residente de Kasghar explicó a RFA que las restricciones son "muy extremas". Pekín niega tajantemente estas acusaciones y sostiene que los ataques en la región están orquestados por grupos separatistas que buscan la independencia de la región.

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El choque más grave entre uigures y han en los últimos años se produjo en 2009, cuando un estallido de violencia en la capital de la región, Urumqi, se saldó con unos 200 muertos. Hace poco más de un año, un ataque con explosivos en un mercado callejero de la misma ciudad causó una treintena de muertos. Aunque la mayoría de episodios de violencia se dirigen contra miembros de las fuerzas de seguridad dentro de las fronteras de la región, ha habido incidentes que han roto este esquema: en octubre de 2013 tres uigures embistieron un coche contra una valla bajo el retrato de Mao Zedong en la Ciudad Prohibida de Pekín y en marzo de 2014 un ataque con cuchillos en la estación de tren de la ciudad de Kunming (a más de 3.000 kilómetros de Xinjiang) provocó la muerte de 30 civiles. Ante estos sucesos, Pekín decidió extremar la vigilancia en la ya de por si militarizada región y emprendió una campaña contra la violencia que terminó con centenares de uigures detenidos y decenas de condenados a la pena capital por terrorismo.

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