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Una mujer y su bebé sobreviven en la selva tras un accidente aéreo

La madre, de 18 años, y el niño salieron ilesos de la avioneta y resistieron cinco días comiendo cocos y bebiendo agua de un arroyo

La avioneta en la que viajaba María Nelly Murillo y su hijo de tan solo cinco meses se estrelló el sábado pasado. Eran los únicos pasajeros, además del piloto. Se dirigían desde Nuquí, un turístico del Pacífico colombiano, a la capital del Chocó, pero a los 20 minutos de vuelo la aeronave desapareció de los radares. Solo un par de horas después de que se confirmó el accidente, un helicóptero avistó el aparato en medio de la tupida selva que caracteriza a esta región en el noroeste del país.

Los agentes de rescate de la Fuerza Aérea y la Cruz Roja Colombiana llegaron al lugar del siniestro al día siguiente, el domingo por la mañana, y encontraron el cuerpo sin vida del piloto, Carlos Mario Ceballos, pero no había rastros de Murillo y su hijo. "Vimos cómo estaba el avión, había comida, unos cocos pelados como si los hubiesen utilizado para alimentarse, no veíamos por ningún lado el cuerpo de ella, ni siquiera encontrábamos rastros de sangre", le dijo al diario El Tiempo el agente Rafael Caviedes.

Por ahora, solo se sabe que cuando la avioneta se estrelló y empezó a incendiarse, ella logró abrir una de las puertas y salir corriendo

El lunes comenzó la búsqueda por tierra y aire de la mujer de 18 años y su pequeño, quienes sobrevivieron al accidente aéreo y luego deambularon cinco días en medio de la espesa selva. Los rescatistas fueron encontrando pistas que dejaban ver que estaba con vida: una pañalera abandonada, el móvil de Murillo con un registro de 91 llamadas, una de sus sandalias y hasta el documento de identificación del bebé. Desde un helicóptero también se aventuraron a gritarle por un altavoz que no se alejara de los restos de la avioneta para poder encontrarla. "Nelly, por favor regrese, la estamos buscando", contó otro rescatista a la revista Semana.

La búsqueda terminó con éxito el miércoles. Murillo estaba a unos 400 metros del lugar del accidente y sobrevivió comiendo cocos y tomando agua de un arroyo que estaba en lo profundo de una cañada, donde hizo un cambuche para proteger al bebé, al que no tuvo otro opción que darle el agua valiéndose de hojas, luego de que se quedara sin leche para amamantarlo. "Auxilio, auxilio", gritó Murillo cuando vio de lejos a los agentes, según Asisclo Rentería, el voluntario de la Cruz Roja Colombiana que la encontró. "La señora María Nelly estaba casi desmayada", contó. También dijo que la búsqueda se hizo más difícil por culpa de un vendabal que tumbó varios árboles en el lugar y borró las huellas de la mujer. “Entre lágrimas ella trató de abrazarme, pero sus brazos no le daban”.

Dijo que dos indígenas la ayudaron. El bebé, milagrosamente, tampoco sufrió y solo está deshidratado
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Por ahora, solo se sabe, según los primeros relatos de Murillo a los médicos que la atienden en un hospital de Chocó, que cuando la avioneta se estrelló y empezó a incendiarse, ella logró abrir una de las puertas y salir corriendo. Sin embargo, luego regresó a buscar a su hijo y fue ahí donde sufrió quemaduras en la cara, las piernas y sus brazos, luego, en medio de la selva, se hizo varios cortes en su cuerpo. También dijo que dos indígenas la ayudaron. El bebé, milagrosamente, tampoco sufrió y solo está deshidratado.

Los rescatistas también han contado que tras el choque de la avioneta, la cabina quedó totalmente destruida, pero que la parte trasera, aunque tenía golpes, estaba en buen estado. Murillo pudo haber resistido el impacto porque la aeronave estaba llena de pescados de gran tamaño y cocos, los mismos que utilizó para alimentarse.

Su hermano, Carlos Murillo, dijo a los medios locales que su hermana es noble y fuerte porque está acostumbrada a cortar plátano, por lo que tenía “materia para sobrevivir”. Fue por esa fortaleza que siempre alentaron a los rescatistas a no abandonar su búsqueda. “Esto fue un milagro”, es la frase en la que coinciden los rescatistas y sus familiares.

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