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Puerto Rico reconoce que no puede pagar sus deudas

La isla busca reestructurar una deuda de más de 72.000 millones de dólares La Casa Blanca descarta un rescate federal

Silvia Ayuso
El gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla
El gobernador de Puerto Rico, Alejandro García PadillaRicardo Arduengo (AP)

“La deuda de Puerto Rico es impagable”. El reconocimiento por parte del gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla, de las cuentas en rojo de la isla en una entrevista con The New York Times hizo saltar las alarmas el lunes en todo Estados Unidos. Y eso que eran palabras calculadas. En la noche del lunes, García Padilla confirmaba el incierto panorama en un mensaje televisado a toda la isla.

“La deuda pública, considerando el nivel de actividad económica actual, es impagable”, reiteró el gobernador ante las cámaras. Pero el gran problema de Puerto Rico no se queda ahí: “Además, el tamaño de esa deuda nos impide salir del ciclo de recesión y contracción. No se trata de política, se trata de matemáticas”, subrayó, a la par que desplegó una “hoja de ruta” para tratar de sacar a la isla del atolladero financiero que la ha llevado a ser comparada con Grecia.

El camino, sin embargo, no es fácil.

Hay precedentes de poblaciones que se han declarado en bancarrota, como la ciudad de Detroit. Pero el de Puerto Rico es un caso especial, no solo por la envergadura de su deuda -72.000 millones de dólares, casi cuatro veces más que Detroit-, sino también porque, al ser un estado asociado, legalmente no tiene esa opción de ampararse en la Ley de Quiebras.

Por ello, “un default en sus deudas probablemente dejaría a la isla, a sus acreedores y sus residentes en un limbo financiero y legal que, al igual que la crisis griega, podría llevar años solucionar”, destacó el diario neoyorquino.

El temor, más allá de los efectos para los 3,6 millones de residentes en Puerto Rico, conocido como “la Grecia del Caribe”, son las consecuencias potencialmente devastadoras que una suspensión de pagos podría tener en el mercado de la deuda municipal estadounidense, donde los bonos puertorriqueños tienen un gran peso, así como en un aumento del costo de los préstamos.

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De hecho, las acciones de los bancos portorriqueños se estrellaron el lunes en Wall Street, mientras los bonos portorriqueños conocidos como Obligaciones Generales cayeron un 10 %, en un mercado ya de por sí sacudido por la crisis griega, según la prensa local.

Pese a ello, la Casa Blanca descartó este lunes un rescate para la isla.

Aunque se está trabajando para "identificar" posibles recursos federales que puedan ayudar a aliviar la complicada situación fiscal de la isla, “nadie en la administración” está pensando en un rescate federal, dijo el portavoz del Gobierno de Barack Obama, Josh Earnest.

“Mi administración está haciendo todo lo posible para no caer en default”, había asegurado García Padilla al Times. “Pero tenemos que hacer que la economía crezca, si no, entraremos en una espiral mortal”, advirtió.

Aunque el New York Times publicó el lunes la entrevista, esta se realizó la semana pasada, cuando el gobernador portorriqueño visitó Nueva York precisamente para intentar buscar una salida con algunos de sus principales acreedores. El objetivo declarado de García Padilla es lograr concesiones de la mayoría de los acreedores de la isla, incluso retrasando el pago de algunas deudas hasta por cinco años, según adelantó al rotativo y reiteró en su mensaje.

Pero al menos el viaje a Nueva York no tuvo éxito, según el diario puertorriqueño El Nuevo Día.

La entrevista precedió además a la publicación, este lunes, de un informe realizado por execonomistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) que constatan la necesidad de una reestructuración para afrontar una “crisis en ciernes”.

“Puerto Rico afronta tiempos difíciles”, señalan los autores del informe, adelantados por medios de la isla caribeña. “Problemas estructurales, shocks económicos y finanzas públicas débiles han llevado a una década de estancamiento, emigración y deuda. Los mercados financieros solían hacer la vista gorda ante estas realidades, pero desde entonces han cortado a la isla el acceso normal a mercados. Una crisis se cierne” sobre Puerto Rico, advierten los expertos.

Los economistas subrayan que si la isla no acomete un paquete de reformas no podrá seguir adelante. Estas se centran en reformas estructurales para recuperar la competitividad, una reforma fiscal -“el hallazgo más sorprendente del informe es que el verdadero déficit fiscal es mucho más grande de lo asumido”, advierten- y acciones para recuperar la “credibilidad institucional”.

“Es una agenda política, legal y organizativa abrumadora”, reconocen los expertos. Pero inevitable y, sobre todo, “urgente”, subrayan: “el saldo del gobierno puede evaporarse frente a retrasos, reduciendo el espacio de maniobra e intensificando así la crisis”.

García Padilla reconoció la necesidad de hacer ajustes -aunque rechazó algunas de las propuesta de los expertos, como pedir que se exima a la isla de pagar el salario mínimo federal-  y llamó a todos los sectores de la isla a “asumir nuestra responsabilidad” y aceptar “sacrificios compartidos”.

Por su parte, el gobernador anunció la creación de un “grupo de trabajo para la recuperación económica de Puerto Rico” encargado de “iniciar conversaciones para lograr, con transparencia y consenso, la reestructuración de la deuda pública”.

Pese al revés neoyorquino, García Padilla insistió en que el objetivo es “lograr una moratoria negociada con los bonistas para posponer, por un número de años, los pagos de la deuda, de forma tal que ese dinero se invierta en Puerto Rico”.

Porque sin un “crecimiento agresivo”, insistió el gobernante, “nunca saldremos del ciclo vicioso de contracción, emigración, austeridad e impuestos”.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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