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Renzi se juega su partida política interna en el referéndum griego

La economía italiana sigue expuesta a una tormenta financiera agitada por Grecia. El primer ministro ha roto la equidistancia a favor de lo acreedores

La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro italiano, Matteo Renzi, el 1 de julio en Berlín.
La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro italiano, Matteo Renzi, el 1 de julio en Berlín.JOHN MACDOUGALL (AFP)

En el curso de esta última semana, sin dejar que trascendiera en público, Matteo Renzi intentó tres veces que Alexis Tsipras volviera a sentarse a la mesa de negociación europea. Y hasta el miércoles por la mañana trató de evitar el referéndum. Siempre entre bastidores, convencido de que una excesiva exposición a la luz en la crisis griega, en la eventualidad del fracaso de las negociaciones, sería contraproducente para los intereses italianos. Pero en el último momento, cuando ya resultaba evidente para todos que el referéndum era inevitable, el primer ministro italiano cambio repentinamente de rumbo, alineándose con los opositores al gobierno de Syriza. Los puentes levadizos se alzaron y los embajadores informales —el jefe de filas del PSE Gianni Pittella, el subsecretario de Asuntos Europeos, Sandro Gozi, y el eurodiputado Roberto Gualtieri— se retiraron.

Matteo Renzi intentó tres veces que Alexis Tsipras volviera a sentarse a la mesa de negociación europea

Y fue el propio Renzi quien pasó a la ofensiva respecto al referéndum, explicándoles en persona al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y a la canciller alemana, Angela Merkel, lo que en ningún caso se debía hacer. "Tsipras es un jugador muy hábil —observó el primer ministro italiano en el cara a cara del miércoles con Merkel— y para ganar sólo tiene una carta en la manga. Transformar el voto en un plebiscito entre vosotros y él. Por eso, cuanto menos se hable, mejor. El único mensaje que los griegos deben tener claro es que si votan no están diciéndole adiós al euro".

En última instancia, por lo tanto, la posición oficial de "equidistancia" del Gobierno italiano entre Grecia y los halcones europeos se ha visto superada por una alineación sin titubeos a favor del sí. "A un príncipe se le estima cuando, en lugar de permanecer neutral, se manifiesta a favor del uno contra el otro y conduce una guerra franca", escribía Nicolás Maquiavelo hace cinco siglos. Y al final Renzi parece haber hecho suyo el consejo de su conciudadano, alineándose abiertamente con Merkel contra Tsipras.

Tsipras es un jugador muy hábil y para ganar sólo tiene una carta en la manga. Transformar el voto en un plebiscito entre vosotros y él" Renzi a Merkel

Sin embargo, y ahí estriba el quid de la cuestión, Italia espera que el sacrificio de Grecia —tanto si gana el nai (sí) como el oki (no)— sirva para que Europa cambie de rumbo respecto a las políticas de austeridad que "han demostrado su ineficacia". Después del referéndum, se reiniciará, por lo tanto, la ofensiva por una "nueva política europea". Renzi ya lo ha anticipado hablando en Berlín ante los estudiantes de la Humboldt: "La Europa del rigor no ha funcionado. No es un problema de Italia, que está llevando a cabo sus reformas, es un problema de Europa. Porque los recortes indiscriminados de la inversión son recortes del futuro, del crecimiento y de los objetivos de Lisboa". Desde este punto de vista, el primer campo de batalla será el plan de reforma de la gobernanza de la UE presentado por los cinco presidentes. "Un informe", señala el subsecretario de Asuntos Europeos, Sandro Gozi, "muy por debajo de nuestras ambiciones. Lo consideramos únicamente como el saque inicial de un partido que aún ha de disputarse. Y para nosotros, ha de quedar claro, la revisión de los tratados no es un tabú".

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El caso de la crisis griega, precisamente, que podría haberse resuelto de manera diferente solo con que Europa hubiese intervenido a tiempo, demuestra para el Gobierno de Roma la ineficacia de la actual gestión política de la zona euro. No se trata únicamente de un derbi verbal entre los defensores de la flexibilidad y los paladines del rigor. Para Renzi el objetivo final es "un Gobierno democrático y no tecnocrático de la zona euro", con una auténtica política de desarrollo, la recuperación de la inversión en Europa, nuevas políticas sociales que hagan reavivar entre las jóvenes generaciones del continente la llama de una idea que parece apagada. Se trata de esa "generación Telémaco" que el primer ministro italiano mencionó en su discurso de apertura del semestre europeo. Una generación de políticos que debe mostrarse a la altura de la herencia de los padres fundadores.

La posición oficial de "equidistancia" del Gobierno italiano entre Grecia y los halcones europeos se ha visto superada por una alineación sin titubeos a favor del

Obviamente, en el resultado del domingo Renzi juega también su propia partida de política interna. La peregrinación en estos días hacia Atenas de todos los opositores a su gobierno —desde los miembros de la Liga Norte a la derechista Giorgia Meloni pasando por el Movimiento 5 Estrellas y Forza Italia— demuestra una sola cosa para el jefe del Ejecutivo: "El PD, el Partito Democratico, es la única fuerza política italiana que puede garantizar la continuidad de la trayectoria de saneamiento del país y el proceso de reformas acordadas en Europa".

De lo frágil que resulta la frontera entre el éxito y la incertidumbre son buena prueba las últimas cifras de la economía italiana, expuesta todavía a una posible tormenta financiera. La crisis griega, de hecho, puede poner en peligro todos los factores positivos estimulados por la "flexibilización cuantitativa" de Mario Draghi, empezando por la reducción de las tasas de interés sobre la deuda. El Documento de economía y finanzas redactado en abril estimaba un crecimiento del PIB de entre el 0,6 y el 0,7 por ciento. Un retoque prudente, aunque sotto voce, en el ejecutivo, muchos de cuyos miembros, hasta hace unos días, confiaban en alcanzar el 1% este año, alentados por el crecimiento de 0,3% del primer trimestre. Con el consumo interior en vías de recuperación, los pedidos de la industria en aumento, nuevos puestos de trabajo creados gracias a la reducción de las cotizaciones y la reforma laboral, Italia esperaba, por primera vez en siete años, ser capaz de levantar cabeza.

Ahora todo se ha vuelto más difícil, teniendo en cuenta además que los márgenes de flexibilidad arrancados a la UE ya han sido consumidos por entero en dos sentencias del Tribunal Constitucional. La de la revalorización de las pensiones bloqueada por Monti, que ya costó 2.200 millones, a cargo del presupuesto de 2015, y la del ajuste de los salarios de los funcionarios, otro agujero de 1.700 millones que se habrá de cubrir el próximo año. El famoso tesoretto de reservas del erario, en definitiva, ya no existe. Y para Renzi, en tales circunstancias, resulta vital que sea Europa quien se haga cargo de las inversiones.

© La Repubblica

Traducción de Carlos Gumpert

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