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El Benelux: los duros y los moderados intentan hacer una síntesis

La coordinación entre los dirigentes de los tres países, especialmente antes de cada cumbre europea, se ha visto revitalizada en los últimos tiempos

El jefe del eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, con elk ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, durante una reunión en Bruselas.
El jefe del eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, con elk ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, durante una reunión en Bruselas. Virginia Mayo (AP)

Situado en plena línea de demarcación germanolatina, el Benelux se ha visto colocado también, y muy activamente, en la encrucijada entre las diferentes sensibilidades sobre la crisis griega. Unas diferencias de sensibilidad, conviene precisarlo, basadas en matices, pues la firmeza hacia el país heleno por parte de sus 18 socios de la eurozona ha sido unánime y constante.

La coordinación entre los dirigentes de los tres países del Benelux, especialmente antes de cada cumbre europea, se ha visto revitalizada en los últimos tiempos. La pertenencia de los tres primeros ministros actuales a la familia liberal europea, así como a una misma generación, ha tenido mucho que ver en esta circunstancia.

Mark Rutte llamó a numerosos homólogos para defender una línea dura, en particular sobre la negativa a discutir en modo alguno la deuda griega

A nivel europeo, y a pesar de su adscripción liberal, se perciben en el neerlandés Mark Rutte, el belga Charles Michel y el luxemburgués Xavier Bettel, los acentos propios de la cultura política de cada uno de sus países sobre el enfoque de la gobernanza económica. Sobre Grecia, los Países Bajos, en cuyo Gobierno hay socialistas (entre ellos un tal Jeroen Dijsselbloem), siempre han expresado un punto de vista político mucho más tajante, en la línea de Alemania. Mientras que los belgas (Gobierno de derechas sin socialistas) y los luxemburgueses han privilegiado, como suelen hacer, un punto de vista un poco más comedido, incluso si, en el fondo, tampoco era tan divergente. Única excepción entre los belgas: el ministro de Finanzas, Johan Van Overtveldt, miembro del partido nacionalista flamenco, el más a la derecha de la coalición actual en términos económicos, que se ha hecho notar repetidamente por los corresponsales europeos en Bruselas por un lenguaje que no hubiera desmentido Wolfgang Schäuble.

Si constatamos que el Gobierno ha adoptado las reformas convenidas, nos comprometamos a abrir el debate sobre la deuda en octubre" Postura de Bélgica en el Eurogrupo

Pero en la última fase de la negociación entre Grecia y los otros países de la eurozona, se ha establecido una verdadera dinámica entre los tres Estados del Benelux sobre la posición a adoptar frente a Tsipras, como han asegurado a Le Soir fuentes en las altas instancias. En los días que precedieron a la cumbre de la eurozona del lunes 22 de junio, de la que se creía surgiría el último impulso político que propiciaría un acuerdo con Grecia, los teléfonos echaban humo. Mark Rutte llamó a numerosos homólogos para defender una línea dura, en particular sobre la negativa a discutir en modo alguno la deuda griega. Por su parte, Charles Michel, el primer ministro belga, insistió ante su colega neerlandés para suavizar su posición.

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Y, según un testigo, durante la cumbre en cuestión, el belga defendió una argumentación que podría resumirse así: “Por supuesto, hoy en día es impensable desde un punto de vista político, al menos para ciertos Estados miembros, evocar una operación sobre la deuda griega. Pero deberíamos pactar una cláusula de supervisión en virtud de la cual, si constatamos que el Gobierno ha adoptado las reformas convenidas, nos comprometamos a abrir el debate sobre la deuda en octubre, para favorecer la adopción de una decisión a comienzos del año que viene”.

Mientras que la oposición entre Tsipras y todos los demás era patente, el primer ministro belga intentó volver a centrar el debate sin omitir lo que consideraba un poco desmesurado en las exigencias que se les hacen a los griegos: “Michel señaló que es un sinsentido penalizar al turismo con un 23 % de IVA”, explican fuestes cercanas a su entorno.

Bélgica considera que Tsipras seguirá siendo el legítimo interlocutor tras la consulta del domigo

Xavier Bettel, cuyo país iba asumir unos días más tarde la presidencia semestral del Consejo de la Unión Europea, ha hablado menos sobre Grecia en las últimas cumbres. Pero sus declaraciones, como las de su ministro de Finanzas, Pierre Gramegna, siempre han sido moderadas. Una fuente luxemburguesa bien informada indicaba que “Probablemente, Bettel habría apoyado una solución moderada”. No en vano, el luxemburgués había declarado públicamente no oponerse a un debate sobre la deuda -una cuestión altamente simbólica tanto para los griegos como para los demás europeos-, siempre que este tuviera lugar en un marco global.

¿Y ahora? Charles Michel no oculta que, como europeo militante, el cariz de los acontecimientos lo entristece enormemente. Más globalmente, y aunque sepamos por otra parte que se están llevando a cabo trabajos ultrasecretos entre los ministerios de Finanzas de los 18 sobre los “escenarios alternativos” a un acuerdo con Grecia, no parece que los belgas tengan una visión más clara que los demás sobre el desarrollo de una “opción B”. Y no se puede decir que el optimismo fuera la nota dominante en vísperas del fin de semana.

Luxemburgo, que ostenta la presidencia semestral del  Consejo, ha optado por una posición moderada

Le Soir también confirmó, con fuentes en las altas esferas, la veracidad de la tesis según la cual la motivación oculta de la derecha europea, e incluso del conjunto de las familias políticas tradicionales, durante la negociación griega habría sido siempre la de hacer fracasar el experimento de una izquierda radical en el poder. “Absurdo -nos explicaba un dirigente belga-. Si Grecia se hunde en el caos, eso pondría en peligro el penoso trabajo de reformas que llevamos a cabo en nuestros países. No tenemos ningún interés en poner todo eso en juego”.

Queda saber si después del referéndum aún habrá voluntad suficiente de trabajar con el actual Gobierno griego. Por lo que se refiere a Charles Michel, se dice que es extremadamente legalista e intransigente en lo que al respeto de la democracia se refiere: mientras Tsipras esté en el poder, al que ha accedido legítimamente, es el interlocutor obligado de los socios europeos. Pero las altas esferas belgas señalaban la extrema confusión que parece apoderarse del Gobierno griego estos últimos días. “Da la impresión de que han apretado un botón sin calcular las consecuencias y que no tienen ni la menor idea sobre lo que harán a continuación”.

© Le Soir

Traducción de José Luis Sánchez-Silva

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