Lo que va de Varoufakis a Tsakalotos
Aparte del modo, el estilo, entre ambos hay una distinta (no opuesta) visión de Europa
Lo que va de Yanis Varoufakis a Efklidis Tsakalotos es lo que va del Barroco al Renacimiento, de Dionisio a Apolo, de la rauxa al seny, de la soberbia a la discreción, de una Harley a una Montesa, del left-winger anglosajón al eurocomunista mediterráneo: comunista, pero euro, pero comunista.
Por sus resultados (pasados) los intuiremos. Durante tres meses, desde su erección como negociador griego, a final de enero, hasta su semidesahucio a partir del 24 de abril en Riga, Varoufakis enardeció e irritó. En dos meses, hasta final de junio, como coordinador, Tsakalotos llegó a cruzar papeles con la eurozona con recetas muy próximas, de esas que un árbitro imparcial pregunta: ¿Por qué no se firmó?
De Varoufakis a Tsakalotos hay otras distancias, aparte del modo, el estilo, la distinta afición a provocar o a respetar. Hay una distinta (no opuesta) visión de Europa. Yanis dicta en sus textos, como hijo prodigio de la Commonwealth, lo que deben hacer sus socios, a los que ve como alumnos: incluso con lecciones brillantes, falsamente modestas (el sugerente A modest proposal, con Stuart Holland, 2010).
Pero no encontrarán en sus libros una referencia autocrítica a Grecia. Si acaso, en El Minotauro global (Capitán Swing, 2012) un capitulillo de apenas tres páginas sobre “Grecia y la deuda” (que, además, confunde los dos fondos de rescate), poco más que un alegato victimista-patriótico.
En cambio, Tsakalotos lleva tiempo estudiando Grecia y siendo proeuropeo (contra el antiguo Pasok y el viejo PC estalinista de 1974). Su añeja tesis es que no se trata de un país muy distinto, sino sometido a parecidas presiones de la política neoliberal de austeridad que el resto. Pero con una diferencia autocrítica: en ella “el obstáculo real a la reforma se sitúa en el Estado clientelar”; en la evasión fiscal legal de más de 900.000 empresas privadas (Contesting greek exceptionalism, Universidad de Atenas, 2010). Lo excepcional es la preservación de los privilegios de la clase dirigente local en todo lugar y momento.
Efklidis respeta la acción de Draghi y de Merkel en 2012 (Crucible of resistence, Plutopress, 2013) “por su dirección más positiva”, aunque denoste el sesgo general de la política económica. Su autocrítica nacional entronca con una pasión europeísta (no desde encima del hombro); contra los nacionalistas; en pro de “la necesidad de soberanía compartida”, y “dando un mayor peso al nivel europeo” en lugar de al local. A ver en qué queda.