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El Papa: “Nuestra fe es revolucionaria”

Francisco aprovechó la misa en Quito para unir el viejo grito de la Independencia con el de la evangelización

El Papa en Quito donde esperan miles de peregrinos.
El Papa en Quito donde esperan miles de peregrinos.A. BIANCHI (REUTERS)

El papa Francisco aprovechó la misa que celebró este martes en el parque del Bicentenario de Quito para unir el viejo grito de la Independencia con el de la evangelización que, "con la misma urgencia", debe emprender la Iglesia. Los cristianos no pueden hacerse los "distraídos" ante "un mundo lacerado por las guerras", dijo. Ante más de un millón de personas, el Papa clamó: "Evangelizar es nuestra revolución. Nuestra fe siempre es revolucionaria. Ese es nuestro más profundo y constante grito".

Nada más iniciar la homilía, Francisco pronunció una frase que encendió a los presentes, entre los que se encontraba el presidente de Ecuador, Rafael Correa: "Ese [el de la Independencia] fue un grito nacido de la conciencia de la falta de libertades, de estar siendo exprimidos y saqueados, sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno". A partir de ahí, Bergoglio articuló un discurso que incluyó el principal ingrediente de la casa: hacer extensible al resto de la humanidad su mensaje a los cristianos.

Construyó una hábil homilía que, sin salirse de lo canónico, también era una llamada a la revolución pacífica

El Papa, que el lunes dijo misa en Guayaquil y por la tarde visitó a Correa en el palacio de Gobierno y saludó a los fieles congregados ante la catedral de Quito, construyó una hábil homilía que, sin salirse de lo canónico, también era una llamada a la revolución pacífica. "A aquel grito de libertad prorrumpido hace poco más de 200 años", explicó Bergoglio, "no le faltó convicción ni fuerza, pero la historia nos cuenta que solo fue contundente cuando dejó de lado los personalismos, el afán de liderazgos únicos, la falta de comprensión de otros procesos libertarios con características distintas pero no por eso antagónicos".

La utilización de Francisco de conceptos como revolución, procesos libertarios o utopía provocan ronchas en los sectores más conservadores de la Iglesia, que mascan su frustración ante un subversivo vestido de Papa ante el que se descubren los más poderosos de la tierra.

"Difuso individualismo"

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Y tal vez por eso mismo —por la fuerza que le llega de los millones de personas que ya ha congregado en el primero de los tres países latinoamericanos que visitará hasta el domingo—, Bergoglio insiste en la idea de un cristianismo que no se mueve por el miedo al infierno, sino por la alegría de compartir las enseñanzas de Cristo al resto de la ciudadanía.

"También nosotros", explica, "constatamos a diario que vivimos en un mundo lacerado por las guerras y la violencia. Sería superficial pensar que la división y el odio afectan solo a las tensiones entre los países o los grupos sociales". Según el Papa, son la consecuencia de un "difuso individualismo" provocado por la ausencia de Dios. Como volvió a repetir en Quito, su receta de la evangelización no es excluyente: "La inmensa riqueza de lo variado, lo múltiple que alcanza la unidad cada vez que hacemos memoria de aquel jueves santo, nos aleja de la tentación de propuestas más cercanas a dictaduras, ideologías o sectarismos. Tampoco es un arreglo hecho a nuestra medida, en el que nosotros ponemos las condiciones, elegimos los integrantes y excluimos a los demás".

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