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Los jóvenes tienen la palabra

América Latina necesita el empuje de la juventud para tirar del crecimiento económico

Sonia Corona
Un grupo de jóvenes en Río de Janeiro (Brasil)
Un grupo de jóvenes en Río de Janeiro (Brasil)Michael Dalder (Reuters)

Nunca antes la población joven de América Latina había sido tan numerosa: 108 millones de personas tienen entre 15 y 24 años. Era una estadística previsible hace años. Pero el futuro ha alcanzado a la región y la oportunidad de aprovechar este empuje demográfico como motor de desarrollo se le está escapando de las manos. Mientras el crecimiento económico de la zona no superará el 1% este año (cuando entre 2000 y 2012 fue de una media del 4% anual), los gobiernos buscan, cada uno por su lado, alternativas para evitar la pobreza y la desigualdad entre los jóvenes. Disminuir el abandono escolar e incentivar el empleo digno son los objetivos prioritarios de las políticas públicas para este colectivo.

En América Latina hay trabajo para los jóvenes, pero buena parte de este empleo es precario. Economías incentivadas por las actividades informales han dado lugar a tareas mal remuneradas y poco protegidas. Aunque la tasa de paro juvenil no es alarmante, pues se establece en un 14%, según la Organización Mundial del Trabajo (OIT), el panorama de la precariedad es patente. Las estadísticas revelan que, de cada 10 jóvenes con trabajo, seis lo desempeñan sin las garantías de Seguridad Social o estabilidad para el futuro. La proliferación del empleo sumergido abre una brecha entre la población y empaña el crecimiento de los países.

El ingrediente clave para lograr calidad en el empleo es la educación. “Hay una relación directa entre el nivel educativo y la probabilidad de conseguir un empleo bien remunerado”, explica Rafael de Hoyos, economista del Banco Mundial. Una ecuación que algunos países latinoamericanos han comenzado a tener clara. México y Chile, por ejemplo, están buscando alternativas con la reforma de sus sistemas educativos, pero aún se encuentran en una etapa incipiente del ajuste del modelo.

Las personas de menor edad

La OIT pone énfasis en que los jóvenes de la región no alcanzan un nivel de educación medio o superior (instituto o universidad). Solo el 35% sigue con sus estudios después de secundaria y esto repercute en sus oportunidades para conseguir un empleo, sobre todo de calidad. Países como Argentina, Chile, Costa Rica y Cuba han conseguido ampliar su cobertura educativa para aumentar las oportunidades laborales de sus juventudes, pero otras naciones como Guatemala y Nicaragua padecen importantes retrasos.

La mejora en las condiciones laborales no solo va de la mano de una mayor cobertura educativa, sino de una enseñanza adecuada para los puestos de trabajo que el mercado necesita. Chile y Brasil se han distinguido por incluir en sus sistemas educativos programas enfocados a potenciar las competencias de los jóvenes en detrimento de los contenidos teóricos. América Latina ha adoptado sistemas de educación que no construyen valores y responsabilidades –como la puntualidad y el orden, que pueden ser útiles en el puesto de trabajo–, que no desarrollan lo que De Hoyos denomina educación socioemocional. Casi todos los países de la región se enfrentan a la dificultad de formar jóvenes para el empleo más allá de las habilidades y los oficios, explica.

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El vacío entre los empleos precarios y la educación poco eficaz ha dado paso a un fenómeno social entre los jóvenes: los ninis. Un colectivo de la población que no estudia, pero tampoco trabaja. El fracaso escolar se suma a esa visión de un futuro nebuloso. En América Latina 21,8 millones de personas de entre 15 y 24 años se encuentran en esta situación, según la OIT. Y más que disminuir, continúan creciendo. Los jóvenes se refugian en el vacío y la factura la pagará el desarrollo de la región. “La consecuencia de la inactividad se conoce como efecto cicatriz y tiene efectos duraderos en el tiempo. Son una población con menos productividad y que está lastrando la potencial tasa de crecimiento económico de sus países”, opina De Hoyos.

Estudiantes en la escalinata de la Iglesia de San Miguel Arcángel en México DF.
Estudiantes en la escalinata de la Iglesia de San Miguel Arcángel en México DF.Getty

Cada vez que la tasa de ninis se incrementa un 1%, se registra una reducción del 7% en los salarios medios de los jóvenes, asegura un estudio del Banco Mundial. El 70% de los ninis son mujeres. Los gobiernos latinoamericanos trabajan a marchas forzadas para evitar el abandono escolar temprano, el gran causante de este colectivo de inactivos. Países como Bolivia, Paraguay y Ecuador luchan contra altas tasas de abandono escolar en Secundaria. Mientras que otros estados utilizan los denominados programas de transferencias condicionadas – ayudas para atacar la pobreza y evitar que los jóvenes dejen sus estudios– como Prospera (México) y Bolsa Familia (Brasil).

Nuevas empresas

Los jóvenes de América Latina han encontrado oportunidades laborales a través del emprendimiento, un fenómeno que está en auge en la región y que consigue dar empuje a la juventud con ingresos medios, sobre todo. Las empresas recién nacidas no solo generan puestos de trabajo sino que suelen ser empleos de mayor calidad que el resto. Abrir un negocio propio es casi un salto al vacío, expone De Hoyos, “está asociado a un gran riesgo y es una opción viable para aquellos que tienen acceso al capital”.

“Si sales de la Universidad sin tener un poco de experiencia, es casi imposible encontrar chamba [trabajo]”, comenta Juan Antonio Rivas, un arquitecto de 24 años que decidió abrir su despacho al terminar sus estudios. Las nuevas empresas creadas por jóvenes generan trabajos para otros jóvenes y, a la vez, representan una curva de aprendizaje entre los emprendedores que difícilmente obtendrían durante los estudios. “Hay una diferencia abismal entre lo que aprendes en la escuela y la realidad. Tus errores te cuestan a ti, te vuelves el doble de responsable”, asegura Mauricio Gobera, socio de Rivas, de 26 años.

El lastre de la violencia

La sección de sucesos del diario La Prensa de Honduras muestra la foto de dos jóvenes de 18 y 21 años. Franklin Pérez y Jester López fueron detenidos por la policía de San Pedro Sula acusados del homicidio de un chico de 11 años. La imagen del periódico refleja a unos adolescentes desafiantes que no se avergüenzan de confesar su delito. Honduras posee la tasa de homicidios más alta de la región: 100 homicidios por cada 100.000 habitantes.

Los países optan por reformar la educación y dar recursos a los más vulnerables

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indica que las muertes de los jóvenes de entre 15 y 29 años en la región se deben principalmente a homicidios, accidentes y suicidios. Representan el 6% de los decesos que se producen en América Latina. El futuro de la juventud en algunos países, principalmente en Centroamérica, ni siquiera existe. “Una gran proporción de ellos no llegan a ser adultos porque mueren víctimas de la violencia”, explica Andrés Villaveces, investigador del Banco Mundial.

Pobreza

Diversos factores en el entorno acentúan su vulnerabilidad ante la violencia, entre ellos la falta de oportunidades de futuro y la existencia de grupos criminales que perpetúan su presencia a través de la población más joven. La Cepal estima que un 30,3% de los jóvenes latinoamericanos vive en situación de pobreza y un 10,1% en franca indigencia. Nicaragua, Paraguay y Honduras preocupan a los expertos por tener comunidades con los más altos índices de violencia.

“La mayoría de la población en América Latina es juvenil. Cuando en un país los jóvenes crecen en un entorno y son testigos de violencia, tienen más probabilidad de reproducir estas conductas. La falta de oportunidades laborales y educativas son la puerta de entrada a que haya más probabilidades de ser víctimas o autores de violencia”, indica Villaveces.

La prevención es primordial para que estos jóvenes no entren en el bucle de la violencia, reconoce el especialista. Ciudades como São Paulo y Bogotá han conseguido reducir sus tasas de criminalidad, de 80 a 18 homicidios por cada 100.000 habitantes, a través de programas que ponen control al alcohol y las armas de fuego. Estas urbes han logrado mejorar el ambiente en el que los más jóvenes se desenvuelven. “Es necesario desarrollar políticas que creen una necesidad deseable en cada país, porque hay que lidiar con las propias inequidades de América Latina”, apunta el investigador del Banco Mundial.

Oportunidades para ellas

Las mujeres jóvenes en América Latina tienen retos que superar en los próximos años, la mayoría de ellos relacionados con la educación y la sexualidad. El informe sobre la juventud de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) reconoce que entre los jóvenes que tienen acceso a la escuela, la mayoría son mujeres. Según los investigadores, cuando tiene la oportunidad de estudiar este colectivo tiene más probabilidades de concluir sus estudios que los hombres. Sin embargo, los obstáculos para lograrlo son todavía muchos.

Las actitudes conservadoras hacia el rol que las mujeres deben desempeñar en la sociedad las han limitado para conseguir mayores niveles de educación y, como consecuencia de ello, para obtener empleos dignos. “Las mujeres son las más excluidas de las oportunidades laborales y, a la vez, presentan las mayores tasas de finalización de los niveles educativos, lo que genera nudos críticos en esta articulación”, señala la Cepal. En países como México y Guatemala la participación de los hombres jóvenes en el mercado de trabajo supera en un 35% a las mujeres; en Honduras y Nicaragua la brecha alcanza el 63%.

Las jóvenes han visto menguar sus oportunidades ante la maternidad durante la adolescencia y la juventud temprana. La Cepal reconoce que las mujeres que han sido madres después de los 20 años tienen menos probabilidades de caer en la pobreza. Las cifras indican que el 30% de las mujeres entre 15 y 24 años están casadas y un alto porcentaje de ellas no tiene acceso a anticonceptivos. Un 20% fueron madres durante la adolescencia, según el informe del Estado de la Población Mundial de Naciones Unidas.

Las políticas públicas de salud sexual y reproductiva en la región todavía tienen tareas pendientes, según los expertos. Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay han comenzado a reforzar la educación sobre sexualidad, pero los prejuicios en algunos de estos países han impedido una mejor orientación para las mujeres. “El embarazo temprano, en particular cuando no es deseado, es un factor preponderante de la vulnerabilidad de los jóvenes, por el hecho de limitar notablemente sus oportunidades e imponerles obligaciones de cuidado desde una edad muy temprana. El gran desafío para América Latina es, por lo tanto, consolidar las condiciones para el pleno ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de las y los jóvenes, controlando que el embarazo responda a una decisión libre y protegiendo su desarrollo en todo momento”, apunta el organismo.

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Sobre la firma

Sonia Corona
Es la jefa de la redacción de EL PAÍS en México. Cubre temas de Política, Economía, Tecnología y Medio Ambiente. Fue enviada especial para las elecciones presidenciales de 2020 en EE UU. Trabajó en Reforma y El Huffington Post. Es licenciada en Comunicación por la Universidad de las Américas Puebla y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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