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Al Shabab resiste a la presión militar de la Unión Africana

Pese a los golpes infligidos, la milicia islamista sigue teniendo capacidad para atentar

Coches destruidos tras un atentado en Mogadiscio cuya autoría fue asumida por Al Shabab.
Coches destruidos tras un atentado en Mogadiscio cuya autoría fue asumida por Al Shabab.SAID YUSUF WARSAME (EFE)

Los duros golpes que las tropas de la Unión Africana en Somalia han infligido a la milicia islamista Al Shabab desde 2011 han conseguido arrebatar el control de Mogadiscio al grupo yihadista, pero no han logrado acabar con su capacidad de atentar.

El pasado fin de semana, coincidiendo con la visita a Kenia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el grupo terrorista vinculado a Al Qaeda perpetró dos ataques en Somalia. En el primero, en Lego, a 130 kilómetros al noreste de Mogadiscio, milicianos atacaron con granadas y metralletas una base controlada por Burundi, en la que murieron decenas de soldados. En el segundo, en un hotel de la capital somalí, militantes de Al Shabab hicieron explotar un coche bomba que causó la muerte de al menos 16 personas.

El terrorismo islamista en África

Boko Haram. Instalada en el noreste de Nigeria, la secta islamista controla un área de unos 20.000 kilómetros cuadrados en el noreste del país. Su líder, Abubaker Shekau, juró lealtad al Estado Islámico.

Al Shabab. El grupo terrorista controla el sur de Somalia aunque lanza ataques contra los vecinos Kenia y Uganda

Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Liderada por Abdelmalek Droukdel, la milicia opera en el Sahel y pretende establecer un Estado islámico en el norte de África.

Concentrada en el sur de Somalia, donde trata de imponer la versión más extremista del islam, la milicia Al Shabab fija sus objetivos tanto dentro del país como en Kenia y Uganda.

Kenia ha sido precisamente el escenario de dos de los atentados más letales y mediáticos de Al Shabab, que considera la participación de soldados kenianos en la Misión de la Unión Africana en Somalia (Amisom) una declaración de guerra. En 2013, el grupo terrorista asaltó el centro comercial de Westgate y mató a 67 personas. El pasado abril, atacó la universidad de Garissa (norte de Kenia), donde asesinó a 148 estudiantes, en su mayoría cristianos.

Además de somalíes y musulmanes, Al Shabab recluta milicianos en los barrios cristianos más pobres, donde ofrece a los aspirantes dinero, entrenamiento con armas y una conversión rápida al islam. Entre sus combatientes figuran, asimismo, jóvenes de clase media con formación universitaria.

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Según afirma Mwenda Mbijiwe, director de Eye On Security, una de las empresas de seguridad más importantes de Kenia, “alistarse en Al Shabab es una salida rápida y muy real al desempleo, pero no tiene que ver exclusivamente con la formación”. Una evidencia de las palabras de Mbijiwe es que días después del atentado de Garissa se reveló que uno de los terroristas era un joven keniano hijo de un funcionario del Gobierno que había estudiado Derecho en la Universidad de Nairobi.

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