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OBITUARIO

Abdul Kalam, cerebro del proyecto nuclear indio

El científico que desarrolló el programa de misiles del subcontinente asiático llegó a presidir el país de 2002 a 2007

Abdul Kalam, científico y undécimo presidente de India, en 2008.
Abdul Kalam, científico y undécimo presidente de India, en 2008.MANJUNATH KIRAN (EFE)

Abdul Kalam, fallecido el pasado lunes, era uno de los políticos más queridos en India, uno de los pocos que estaban más allá de los partidos políticos. Se le consideraba el “primer presidente del pueblo”, después de que ocupara la jefatura del Estado de 2002 a 2007.

Hasta entonces todos los presidentes habían sido políticos. Abdul Kalam era un científico. Y no cualquiera: fue una pieza clave en el programa nuclear de India, específicamente en el desarrollo de misiles. “Las armas nucleares de India son para muchos un motivo de orgullo nacional. En su visión, las bombas son una defensa del país asiático ante sus vecinos hostiles, China y Pakistán, que también cuentan con armamento nuclear”, explica Rajeshwari Krishnamurthy, investigadora del reconocido Instituto de Estudios de la Paz y el Conflicto.

Abdul Kalam nació en 1931 en una familia humilde de Rameswaram, Tamil Nadu, en el sur del país. Su padre arrendaba botes a los pescadores y él vendió periódicos durante algún tiempo. Pero siempre fue buen estudiante y se graduó como ingeniero aeronáutico. Fue rechazado en las pruebas para ser piloto de guerra y trabajó durante cuatro décadas en la Agencia de Investigación para la Defensa y el Desarrollo y la Agencia de Investigación del Espacio, donde participó en la creación de misiles. También tuvo un papel relevante en la segunda prueba nuclear de India en 1998. Entre sus detractores estaban precisamente los activistas en contra del programa nuclear y los grupos que se oponían a la planta de energía nuclear en Kudankulam, en Tamil Nadu, su Estado natal.

Kalam estaba muy orgulloso de ser “made en India” y lo dejaba claro cada vez que podía, hablando de su educación, cursada por completo en ese país. Era amante de la poesía y la música. Aunque era musulmán, también citaba el Bhagavad Gita, uno de los textos sagrados del hinduismo. Era vegetariano. Siempre dio la imagen de persona cercana, que entendía la esencia de muchos de los problemas de India y que daba soluciones concretas.

Respetado y querido

Ganó muchos de los reconocimientos civiles del país, incluido el más alto, el Padma Bhushan, por su carrera científica. Se le admiraba también porque a pesar de ser muy poderoso fue siempre humilde y cortés: trataba a todos por igual. En 2011, la película I am Kalam (Yo soy Kalam) retrataba la historia de cómo un niño pobre tomaba al expresidente como inspiración para estudiar. “Abdul Kalam era querido y respetado por muchos, pero de manera especial para los jóvenes, que lo veían como un modelo: un hombre que se creó a sí mismo y se convirtió en alguien importante. Al mismo tiempo, era el tipo de líder que querían para el país”, asegura la analista política e investigadora Manisha Priyam. Durante su presidencia, Kalam se entrevistó con medio millón de jóvenes, a los que siempre intentaba motivar. Así, siguió dando charlas en universidades. Precisamente había apenas comenzado una de sus conferencias el pasado 27 de julio en el Instituto de Dirección de Shillong cuando se desvaneció para ya nunca despertar.

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Los doctores determinaron que fue un paro cardiaco el que terminó con su vida a los 83 años. Su cuerpo recorrió varios puntos de India para las ceremonias de despedida. En la capital, Nueva Delhi, presentaron sus respetos políticos importantes como Sonia y Rahul Gandhi. Después fue llevado a su pueblo natal, donde fue despedido por miles de personas, entre ellas el primer ministro, Narendra Modi, quien tuiteó tras su funeral: “Sus contribuciones a nuestros logros nucleares y espaciales le han dado a India el músculo necesario para tener más confianza sobre su lugar en la región y en el mundo”.

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