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Los candidatos argentinos se examinan ante las empresas de EEUU

Scioli vende al peronismo como el único que puede gobernar Argentina y Macri cree que el país está “para mucho más”

Carlos E. Cué
Sergio Massa, Mauricio Macri y Daniel Scioli.
Sergio Massa, Mauricio Macri y Daniel Scioli.Natacha Pisarenko (AP)

En medio de una turbulencia internacional que inquieta mucho a un país exportador como Argentina, los tres principales candidatos para la presidencia en la elecciones del 25 de octubre han pasado un particular examen para el que había muchas expectativas en Buenos Aires: el de los representantes de las empresas de EE UU en Argentina, representados en su cámara de comercio, el Consejo de las Américas, y en general el poder empresarial del país. Allí, en el Hotel Alvear, el más tradicional de la capital, con los representantes del dinero enfrente, Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa, los dos primeros hijos de ricos empresarios italianos, trataron de cautivar a la audiencia con mensajes muy diferentes.

Todos evitaron hablar de “ajuste”, incluso rechazaron expresamente que haya que hacerlo, aunque la mayoría de los analistas cree que en cuanto pasen las elecciones se hará. Pero cada uno buscó sus fortalezas. Scioli se vendió ante el poder económico como el representante de un partido, el peronista, que controla de tal manera el país que es el único que puede gobernar.

Una parte del empresariado está muy enfrentado con el kirchnerismo por sus medidas, en especial el cepo cambiario –que impide cambiar libremente los pesos en dólares y mantiene un cambio oficial fijo muy bajo- y la imposibilidad de sacar los beneficios fuera de Argentina. Scioli trató de venderse como algo distinto al Gobierno actual sin muchas concreciones –“cambiaremos lo que haya que cambiar”- pero sobre todo les vino a decir a los empresarios que sin el peronismo en el poder no habría estabilidad y por tanto tampoco negocio.

"Soy el candidato a presidente de un partido político respaldado por el Partido Justicialista, que tiene a sus gobernadores, sus intendentes (alcaldes), sus sindicatos. Una de las bases que yo garantizo es la gobernabilidad, la institucionalidad. Voy a ser el presidente de la etapa del gran desarrollo argentino”, explicó Scioli.

En los pasillos del hotel, los empresarios discutían sobre la profundidad del ajuste que hará el nuevo Gobierno y coincidían en las grandes dificultades con las que se va a encontrar ante el panorama internacional adverso, con los precios de las materias primas a la baja y los grandes socios comerciales como China o Brasil con problemas importantes. Los candidatos hicieron como si esa realidad no existiera y rechazaron el ajuste. “No vamos a salir con recortes o el fundamentalismo de mercado que está haciendo estragos en otras partes del mundo”, sentenció Scioli.

Incluso Macri, al que muchos empresarios ven como un hombre de su mundo, arrancó con el mensaje opuesto. Dijo que el gran objetivo de Argentina debe ser “terminar con la pobreza, la exclusión y la desigualdad”. “No nos podemos resignar a elegir entre gobiernos populistas que derrochan las oportunidades o gobiernos neoliberales que vienen a ajustar. Los argentinos somos mucho más que lo que nos han dejado ser los errores de nuestros gobernantes. Los argentinos esperan líderes como ustedes que demuestren qué somos capaces de hacer cuando nos ponemos a trabajar en serio, estamos para mucho más”, les dijo a los principales empresarios del país.

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Sergio Massa, el tercero en discordia, que fue jefe de Gabinete de la presidenta y ahora representa al peronismo disidente, prometió a los empresarios que él dejará que el tipo de cambio sea libre como en los demás países, algo que también apunta Macri, y se centró en una reforma política para “barrer la idea del poder feudal” que tienen algunos gobernadores y se demuestra en escándalos como el de las elecciones en Tucumán, en las que la oposición no reconoce el resultado porque cree que ha habido fraude generalizado.

La anécdota de la mañana la protagonizó el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, muy criticado porque actúa a las órdenes del Gobierno y no de manera independiente. “Es un militante”, ha llegado a decir Macri, que ha prometido destituirlo. Vanoli tuvo un lapsus y dijo “lo que no podemos tener es un banco central autónomo”. Ante la risotada general del público, Vanoli corrigió, “autómata, un banco central autómata”. La escena fue tan absurda que el público estalló en un espontáneo aplauso mientras se rumoreaba: “le falló es subconsciente”.

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