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Valerie Julliand: “Guatemala puede iniciar un cambio en toda la región”

La responsable de la ONU en el país centroamericano defiende el movimiento de protesta como un ejemplo para América Latina

Jan Martínez Ahrens
Valerie Julliand, responsable de la ONU en Guatemala.
Valerie Julliand, responsable de la ONU en Guatemala.J. E.

Valerie Julliand es la responsable de la ONU en Guatemala. De ella depende, en última instancia, el organismo de investigación que ha destapado los escándalos que han derribado al jefe de Estado y dado fuelle a una histórica ola de indignación popular. Buena conocedora de a estructura institucional guatemalteca, Julliand defiende el movimiento de protesta y se muestra cauta ante el factor militar.

Pregunta. ¿Adónde va Guatemala?

Respuesta. El movimiento de protesta ha despertado la alegría y la esperanza. Cuando llegué a Guatemala hace dos años, este era un pueblo resignado. Y ahora la gente ha descubierto que tiene voz y vuelve a decidir. El camino es largo, pero el país ha entrado en la lógica de la democracia.

P. ¿Y esta ola va a seguir o se va a transformar en una fuerza política ordinaria?

R. Ambas cosas. La gente no va a volver a su letargo. Pero la protesta no puede durar sin que se organice en un movimiento político. En el medio plazo, puede dar lugar a fuerzas que ahora no existen.

P. ¿Quiénes forman este movimiento?

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R. Es muy diverso y ha transcendido su origen. Empezó como un movimiento urbano y ladino, pero poco a poco se ha extendido. Se han sumado indígenas y gente del interior, organizaciones de mujeres, estudiantes de todas las universidades, personas corrientes, la tercera edad y hasta las asociaciones de motociclistas. Es algo inédito.

P. ¿Y se puede contagiar al área centroamericana?

R. En esta época de Facebook, Twitter, teléfonos inteligentes y Google, los movimientos se expanden rápidamente. La primavera árabe arrancó en Túnez y saltó fronteras. Lo que ocurre en Guatemala puede ser el inicio de un cambio en toda la región, porque en los otros países se han dado cuenta de que se puede hacer.

P. Guatemala tiene problemas de malnutrición, sequía, violencia, narco. ¿Por qué la chispa ha saltado por la corrupción?

R. Todo empieza con el escándalo de las aduanas, donde se roba el dinero de los impuestos. Esto toca a la clase media, a su dinero, y por eso son ellos los que inicialmente se manifiestan. Pero en el movimiento ha surgido una reflexión y hemos visto lo que nadie podía imaginar, los ladinos hablando en nombre de los indígenas, la clase media defendiendo a los pobres. La gente ha abierto la mente y se ha rebelado contra las injusticias.

P. La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), que depende de la ONU, ha sido el organismo que ha destapado la corrupción y es odiada por muchos políticos. ¿Cree que podrá mantenerse mucho tiempo?

R. La CICIG ha sido determinante. Pero no investiga sola, sino que trabaja mano a mano con el ministerio público. Ahora no es el momento adecuado para que se retire, debe hacerlo cuando el país tenga capacidad para hacer esa tarea por sí mismo.

P. ¿Y se puede exportar el modelo?

R. La CICIG fue diseñada a la medida de Guatemala. Pero los problemas de corrupción de aquí son similares a muchos otros países de América Latina, por lo tanto, el modelo es exportable.

P. ¿Cree que el factor militar tiene peso en Guatemala?

R. En Guatemala, el Ejército nunca ha sido depurado de verdad. Y sigue teniendo mucho peso.

P. ¿Pero ve una posibilidad de intervención?

R. No tengo suficientes elementos para decir sí o no. No lo veo inmediatamente. Pero en Naciones Unidas tenemos que considerar todo. Hemos visto que en Guatemala pasan cosas que no habíamos anticipado.

P. ¿Es fallido el Estado guatemalteco?

R. Trabajé durante 14 años en África, en países en guerra. Y ahí sí que lo eran. En Guatemala siempre pensamos que faltaba institucionalidad, pero estamos viendo que lo que funcionan son las instituciones. No es un paraíso y se necesitan reformas profundas, pero es a través del proceso institucional que se está abordando la crisis y que se ha encarcelado a un presidente y a su vicepresidenta. Y la sociedad civil, después de décadas de apatía y miedo, ha demostrado que sabía organizarse y actuar.

P. ¿Y cómo va a influir esto en las elecciones generales de este domingo?

R. Han pasado tantas cosas, las sorpresas han sido tantas que es muy difícil hacer un pronóstico. La renuncia del presidente ha calmado la frustración popular. Pero también ha cambiado el equilibrio de fuerzas y ha sacudido los esquemas tradicionales, y eso puede generar violencia.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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