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Syriza lucha para retener las bases tras su giro político

La formación emprende en el final de la campaña una lucha para mantener simpatizantes

MARÍA ANTONIA SÁNCHEZ-VALLEJO, ENVIADA ESPECIAL
Carteles electorales del candidato de Syriza, Alexis Tsipras, en una calle de Atenas.
Carteles electorales del candidato de Syriza, Alexis Tsipras, en una calle de Atenas.LOUISA GOULIAMAKI (AFP)

El giro moderado emprendido por Syriza con la aceptación del rescate es para muchos lo mejor que le podía pasar a Grecia —despejada ya la incógnita del Grexit, porque avanza hacia la estabilidad y por la vía de las reformas—, pero también lo peor que podía sucederle al partido. Mutilada por la escisión de su ala radical, la formación emprende en la recta final de la campaña una lucha para retener los simpatizantes defraudados por el abrupto viraje tras años de rechazo a la austeridad.

El líder de Syriza, Alexis Tsipras, lucha estas últimas horas de campaña contra una abstención, que, dado lo reñido de las encuestas, será junto al alto porcentaje de indecisos el jugador número 12 este domingo. Tras la aceptación del rescate, su desafío es formular un discurso político coherente que justifique la firma del memorándum con los acreedores y la retórica antiausteridad que fue la principal herramienta para llegar al poder.

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A la vista de que la conservadora Nueva Democracia (ND) de Vanguelis Meimarakis le disputa incluso el primer puesto en las urnas —hay una diferencia inferior a un punto entre ambos, en la horquilla del 27% al 31% de apoyos—, un solo voto perdido puede inclinar la balanza y relegar a Syriza al segundo puesto; cuanto mayor sea la abstención, más probable la victoria de ND.

“Voté a Tsipras absolutamente convencido, e ilusionado, en enero. Cuando ganó salí a la calle a celebrarlo, les apoyé en las manifestaciones populares durante la negociación con los socios, sin faltar a una sola; voté no en el referéndum de julio y hasta hace unos días me lo he estado pensando, pero creo que finalmente el domingo me iré a la playa”, confiesa Christos Sideridis, diseñador gráfico en paro de 37 años. Como él, varios amigos suyos se abstendrán “por haber perdido no ya la confianza, sino la ilusión, en la posibilidad de un cambio real”.

La mayoría de los indecisos son votantes desencantados de Syriza, o cuando menos desorientados por el giro posibilista dado por su líder, desde la austeridad de la campaña de enero a la firma del tercer rescate. Y, a diferencia de ND, que hace días ya ha alcanzado el umbral máximo de apoyo, el cuerpo electoral de Syriza, parte del cual procedía de otros partidos, fluctúa de una forma que ni siquiera las encuestas son capaces de predecir con exactitud, según Yorgos Anastasiadis, experto en demoscopia. “Las encuestas ya mostraron sus límites en julio, con el referéndum, que pronosticaba un reñido empate. Pero es que, además, el factor emocional en juego, como reflujo de los últimos meses, también desempeña un papel muy importante ahora. A eso hay que añadir la sempiterna impredecibilidad griega”, explica.

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“Obviamente, cuanto más se abstengan los votantes de Syriza más fácil le resultará a Nueva Democracia quedar primero el domingo”, recuerda, por su parte, el sociólogo filo-Syriza Ilias Yoryadis, que asegura estar aún meditando su voto. “Lo que está claro es que, hasta que los posos de la adopción del tercer memorándum se decanten, y Syriza acabe convirtiéndose tal vez en un nuevo partido socialdemócrata canónico, más izquierdista en lo social y moderado en lo económico, la mayoría de su cuerpo electoral le dará su confianza porque no hay otra opción mejor; una minoría notable volverá a sus nichos previos. Mi madre, por ejemplo, que votó a Syriza en enero harta de los ajustes, tiene muy claro ahora que volverá a votar a ND, a quien ha votado tradicionalmente, porque entra la copia y el original prefiere lo segundo”.

El 80% del futuro Parlamento (Syriza, ND, Pasok, Potami) lo tiene claro: la única salida pasa por Bruselas.

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