Poroshenko retira a dos periodistas españoles de la lista de sancionados
Los informadores son Pampliega y Sastre, que desaparecieron en Siria en julio pasado
El presidente de Ucrania Petro Poroshenko ha ordenado retirar a seis periodistas, entre ellos dos españoles, de la nueva lista de sancionados aprobada después de que los separatistas prorrusos de Donetsk y Lugansk decidieran fijar fecha para elecciones en los territorios que controlan, consideradas ilegales por Kiev. En la lista quedan todavía decenas de informadores, principalmente rusos, pero también los hay de países de la zona este de la Unión Europea, que antes pertenecían a la órbita soviética.
La decisión la tomó Poroshenko después de reunirse el jueves con la embajadora del Reino Unido, Judith Gough. Sviatislav Tsegolko, portavoz de presidente ucranio, dijo que en aquella ocasión Poroshenko aseguró a Gough que para él "la libertad de expresión es un valor absoluto".
Los españoles 'indultados' son José Antonio Pampliega y Manuel Ángel Sastre, que desaparecieron en Siria en julio pasado, más un periodista alemán de Die Zeit y tres de la BBC. Sin embargo, en la lista negra que castigaba en un principio a 388 personas y un centenar de entidades "relacionadas con la anexión de Crimea y la agresión en Donbás" permanecen todavía más de 20 periodistas de países occidentales, entre los que figuran Estonia, Letonia, Hungría, Serbia, Bulgaria, Macedonia.
El Comité para la Protección de los Periodistas (conocida por sus siglas CPJ, en inglés), con sede en Nueva York, aplaudió la decisión de sacar a seis periodistas de la lista de sancionados, pero exigió que se hiciera lo mismo con todos los informadores que se encuentran en ella. "Aunque al Gobierno no le guste o no esté de acuerdo con la cobertura [que hacen los periodistas], el calificarlos como una amenaza potencial para la seguridad nacional no es una respuesta adecuada", señaló el CPJ.
Reporteros Sin Fronteras condenó por su parte la inclusión de periodistas en la lista como "una absurda y contraproducente violación de la libertad de información". Entre periodistas y blogueros, la lista, descontando a los 'indultados', contiene 37 personas. Entre los casi 400 sancionados, además, de políticos, hay científicos, investigadores y músicos.
En la 'lista negra' continúa el historiador César Vidal, de La Razón, quien, entre otras cosas, escribió en ese periódico que Ucrania era "una nación artificial", "utilizada como arma para amenazar al Kremlin"; además, participó como observador en el referéndum del 16 de marzo de 2014 en Crimea, considerado ilegal por Ucrania y la comunidad internacional, en el que se aprobó la incorporación de esa península a Rusia.
Yarema Dukh, coordinador de prensa extranjera en la presidencia ucrania, confirmó a este periódico el viernes por la mañana que Vidal continúa en la lista y se excusó de no poder comentar sobre posibles nuevos cambios en ese registro, puesto que ellos "dependen completamente de la decisión del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa". Hay asimismo otros siete españoles sancionados: unos brigadistas que estuvieron en Donbás, un par de abogados y un miembro del PP que, como Vidal, hizo de observador en el plebiscito de Crimea.
A la mayoría de los periodistas sancionados se les recrimina el haber entrado ilegalmente en territorio ucranio –o sea a Crimea y/o a las zonas controladas por los separatistas en las provincias de Donetsk y Lugansk–, es decir, el haberlo hecho a través de Rusia y no a través de Ucrania. Kiev renunció hace unos años a expedir acreditaciones de corresponsal o enviado especial, pero a partir del 2014 ha estado introduciendo paulatinamente reglas para poder informar en parte de su territorio. Así, por ejemplo, para zonas del este del país declaradas de "operación antiterrorista" se necesita una acreditación especial que dura seis meses y que debe tener la luz verde del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa, el mismo que elabora las listas de sancionados; a esto se une la supresión de los transportes públicos tanto a Donetsk y Lugansk como a Crimea, por lo que la tentación de entrar en esta península desde Moscú es cada vez mayor, por su rapidez y falta de complicaciones para los periodistas acreditados en Rusia.
