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La débil mayoría de Tsipras cuestiona la viabilidad del futuro Gobierno

La mayoría de los analistas creen que la victoria de Syriza en las urnas es un triunfo personal del primer ministro, que ha asumido esta tarde en Atenas

María Antonia Sánchez-Vallejo

Tras quedar al borde la mayoría absoluta en las elecciones del domingo, Alexis Tsipras, que este lunes asumió como primer ministro griego por segunda vez en ocho meses, se prepara para reeditar su coalición con la derecha soberanista de Griegos Independientes. Mientras todos coinciden en que la victoria en las urnas de Syriza ha sido sobre todo un triunfo personal de Tsipras, la estabilidad del futuro Gobierno, que estará respaldado por 155 escaños (sólo cuatro por encima de la mayoría absoluta), es una incógnita para los analistas, ya que dependerá de los efectos del tercer rescate.

Que el triunfo de Syriza en las elecciones del domingo es una segunda oportunidad para la izquierda griega y el órdago lanzado en agosto por Tsipras al convocar nuevas elecciones, una jugada maestra que le ha permitido soltar el lastre del ala radical de su partido, es algo que aceptan grosso modo observadores y analistas de casi todas las tendencias. Pero qué significa exactamente el resultado electoral, y qué puede deparar a una Grecia embarcada en su tercer rescate, es materia de mayor disenso.

El apoyo de la ciudadanía a Syriza —le han votado sobre todo las mujeres (el 36% del total) y los jóvenes de 18 a 24 años (el 37,3% de esa franja de edad)— bien podría deberse a que sólo el 5% la considera responsable de la crisis (frente al 57% que culpa conjuntamente a los dos partidos tradicionales, Nueva Democracia y Pasok). Ese respaldo, sin embargo, se da de bruces con la escasa confianza en el futuro: el 64% cree que el tercer rescate no se podrá aplicar; el 79%, que el memorándum no mejorará las condiciones económicas y sociales de Grecia, y el 57%, que el país no tendrá estabilidad política, según una encuesta del centro de estudios Bridging Europe divulgada el viernes. “Los griegos han votado a Syriza no con fe, como en enero, sino con una esperanza postrera”, sostiene el escritor y analista político Stavros Lygerós.

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Que el sondeo citado recoja un estado de opinión previo a la nítida victoria de Syriza —cuando las encuestas preveían un empate con Nueva Democracia— no enturbia la opinión del politólogo Dimitris Sotirópulos, de la Universidad Panteion de Atenas. “La situación política no va a mejorar en absoluto, está claro”, subraya. “Los griegos han demostrado que creen más a Tsipras que a los otros líderes, pero esta preferencia encierra tres categorías disímiles. El primer grupo de votantes es el de los que creen que no va a conseguir nada; el segundo, quienes consideran que hay margen de maniobra para suavizar algunas de las condiciones impuestas por los socios, y el tercero, y más surrealista, está formado por quienes están convencidos de que más tarde o más temprano se levantará el rescate y la situación mejorará”.

Las expectativas —“o sueños, para ser más exactos”— del último grupo, explica Sotirópulos, han sido alimentadas por algunos medios de comunicación y, sobre todo, por algunos pequeños partidos, “a la cabeza de todos ellos ANEL, de nuevo socio de gobierno de Syriza”, subraya Sotirópulos, quien considera el triunfo de Syriza “una victoria personal de Tsipras”.

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También ve como un logro personal del líder la victoria en las urnas el analista Lygerós, quien define el suceso no sólo como “una segunda oportunidad” sino también como “la elección de un mal menor”. “La gente prefiere votar a partidos con posibilidades de gobernar, así que, pese al giro dado tras el referéndum, ha visto en Tsipras a alguien honesto, transparente, con buena disposición y cercano, sobre todo en comparación con los anteriores líderes políticos. Hizo todo lo que pudo pero le pusieron una pistola en la sien… ese es el relato tipo del votante, que además le ve fuera del sistema tradicional corrupto y clientelista”.

Pero atención, advierte Lygerós, “el rescate no se ha materializado y, mientras que a otros implementar los dos anteriores les costó el poder, Tsipras está aún libre de ese lastre, por eso convocó con tanta urgencia las elecciones”. A diferencia de Sotirópulos, Lygerós ve estabilidad en el nuevo Gabinete Syriza-ANEL: “Panos Kamenos [líder de ANEL] es el socio perfecto, Tsipras no necesita consultarle cada medida, como sí debería haber hecho en una coalición con Pasok o Potami. Con ANEL es como si gobernara solo… Además, hay mucha química personal entre ambos, y lo de menos son las presuntas diferencias políticas: los dos partidos están mucho más cerca de lo que la gente piensa. En Grecia el esquema izquierda-derecha no es del todo preciso”.

Un Ejecutivo continuista

A la hora de formar Ejecutivo, todo parece indicar que Alexis Tsipras optará por la continuidad, sobre todo en dos núcleos clave: la política económica (por mor del rescate) y la presidencia del Gobierno, el feudo de sus fieles, como los ministros de Estado Nikos Papás o Alekos Flaburaris (este último, tocado por un presunto caso de corrupción que la oposición esgrimió durante la campaña, y en el que su empresa supuestamente habría resultado beneficiada en una contrata pública).

El equipo económico será el núcleo duro del Gabinete, y parece probable que repita como ministro de Finanzas Efklidis Tsakalotos, artífice en julio de la negociación con los acreedores (y que sin embargo no comulga en absoluto con el programa de rescate). Podría secundarle Yorgos Juliarakis, actual titular interino y durante meses jefe del equipo negociador griego en Bruselas. También repetirá otro peso pesado de Syriza, el catedrático de Economía Yorgos Stathakis, según el diario Kathimerini.

Todo apunta también a que el actual responsable de Inmigración, el médico y activista Yanis Muzalas, será confirmado en esa cartera, en un contexto especialmente dramático, el de la crisis de los refugiados, con naufragios mortales frente a las islas del Egeo casi a diario.

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