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Crece el número de combatientes que desertan del Estado Islámico

El desengaño de la utopía yihadista que publicita el Califato y la brutalidad que emplea son causas del abandono, según un estudio

Atentado del Estado Islámico en Bagdad el pasado 13 de agosto,
Atentado del Estado Islámico en Bagdad el pasado 13 de agosto,Karim Kadim (AP)

Los desertores del Estado Islámico (EI) son un “fenómeno creciente”. Según constata una investigación del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización (ICSR) del King’s College de Londres entre enero de 2014 y agosto de 2015 al menos 58 personas hicieron público que abandonaban el territorio controlado por el autoproclamado califato y dejaban de formar parte de sus huestes, un tercio de ellos en los últimos tres meses. “Representan una pequeña fracción de los muchos luchadores desilusionados que se han vuelto en contra del Estado Islámico”, resume Peter R. Neumann, director de la investigación.

Si bien el informe admite que no todos aquellos que han huido del EI han abandonado las ideas que les llevaron a viajar a Siria o Irak para unirse a sus filas -es decir, continúan creyendo en el ideal del califato- todos los desertores se sienten decepcionados por las promesas que les había hecho la organización que dirige Abubaker al Bagdadi. Según el ICSR, cuatro son los motivos que empujan a los fugitivos: el Estado Islámico está más interesado en luchar contra otros grupos de combatientes suníes en Siria que en derrocar a Bachar el Asad, las atrocidades cometidas contra los musulmanes, la corrupción de la organización y las duras condiciones de vida en el califato.

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La mayor parte de los desertores que habían viajado a Siria rechaza el interés del EI en atacar a grupos suníes como el Ejército Libre de Siria o Jabhat al Nusra, la milicia islamista vinculada a Al Qaeda. Pero muchos también critican la “brutalidad” de las operaciones militares, que llevan a la muerte a “civiles inocentes”, así como el asesinato de los rehenes, el maltrato sistemático de la población local o la ejecución de milicianos del Estado Islámico.

Algunos de los desertores también aluden a la “injusta” y “egoísta” conducta de ciertos miembros del EI, contraria a los principios del islam. Aunque la mayoría considera que la corrupción no es sistemática, uno de ellos llega a describir a la organización como “una banda” cuyo único interés es obtener petróleo y hacer negocios. Asimismo, un pequeño grupo aduce que no obtuvo los “lujos y coches” que el Estado Islámico le había asegurado que conseguiría.

“Nadie puede decir cómo de representativas son estas historias y sería un error deducir que todos –o incluso la mayoría- de combatientes del Estado Islámico están desilusionados”, admiten los investigadores del King’s College. Sin embargo, consideran que los 58 testimonios “destrozan la imagen del EI como una organización unida, cohesionada y comprometida ideológicamente” y ponen de manifestó que el “Estado Islámico no es la utopía yihadista que el grupo promete”.

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Según concluye el informe a partir de los testimonios recopilados “muy pocos de los desertores se han atrevido a hablar en público” porque temen por sus vidas, incluso después de haber abandonado el territorio controlado por el EI, y les preocupa que la organización tome represalias contra familiares que todavía viven bajo el yugo del califato. Solo la decisión de abandonar la militancia en el EI supone un grave riesgo para la vida: “El Estado Islámico, después de todo, es un ejército que necesita la total implicación de sus miembros” por lo que consideran las deserciones como “un acto de apostasía” y a los desertores como “enemigos de la fe”, analiza el informe del ICSR.

Otro de los obstáculos para hacer pública la deserción es la más que probable pena de cárcel que espera a los excombatientes que regresan a sus países de origen. “En muchos países no hay incentivos legales para los luchadores desilusionados y los desertores, de manera que cualquier cosa que digan en público puede ser usada en su contra”, reconoce el ICSR. Por ello, la institución recomienda a los Gobiernos que reconozcan la importancia de que los desertores hagan público su testimonio como herramienta para desarmar la narrativa del Estado Islámico y les ayude a reinsertarse en la sociedad.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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