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El uribismo critica el gran avance en el proceso de paz con las FARC

El sector opuesto a la negociación con la guerrilla ataca el acuerdo de justicia, que da un salto casi definitivo en las conversaciones

Javier Lafuente
Castro invita a acercarse a Santos, ante Timochenko.
Castro invita a acercarse a Santos, ante Timochenko. E. M. (EFE)

Colombia amaneció cubierta por un manto de esperanza y optimismo tras el trascendental acuerdo de justicia alcanzado por el Gobierno y las FARC que hace vislumbrar el final al conflicto armado después de más de cinco décadas. No obstante, el uribismo, el sector liderado por el expresidente Álvaro Uribe, que se ha opuesto al proceso y que aglutina a un amplio sector de la población, salió en tromba a criticar el pacto con la guerrilla, el gesto más simbólico desde que se inició el proceso.

El optimismo que transmitían todos los medios de comunicación, y la mayor parte de los analistas, chocaba con las críticas que vertían los partidarios de Uribe desde el momento en que se conocieron los términos de lo logrado en La Habana. “El Gobierno ha aceptado igualar a la sociedad civil con el terrorismo, lo cual constituye una grave afrenta a la comunidad colombiana”, aseguró Uribe, quien preparó una lista de nueve agravios contra lo pactado en La Habana por la guerrilla y Santos, quien fuera su ministro de Defensa y a quien apoyó en su primera elección. “Esto demuestra nuestros temores de que se estaba negociando un acuerdo de paz con impunidad, de forma indirecta se está diciendo que no habrá cárcel para los autores de ciertos crímenes”, incidió Alfredo Rangel, senador del Centro Democrático, la formación que lidera el expresidente, para quien al menos los máximos dirigentes de las FARC deberían pagar penas de cárcel, algo que no ocurrirá.

La postura de Uribe choca con el respaldo unánime al acuerdo por parte de la comunidad internacional. Aunque el triunfalismo en América Latina hay que diluirlo siempre con un poco de agua clara para ver el fondo, generalmente turbio, hay varios indicios que apuntarían a que el acuerdo alcanzado en La Habana convierte el proceso de paz en algo irreversible. En tres años, es la primera vez que se fija una fecha límite para llegar sellar la firma definitiva: a más tardar el 23 de marzo de 2016. De esta forma, ambas partes garantizan que el proceso no se eternizará y se aseguran poder implementar lo pactado en un tiempo razonable.

El miércoles, el Gobierno y las FARC consiguieron destrabar el punto más complicado de la negociación. Desde mayo de 2014 hasta julio de este año apenas se habían registrado avances. Después de que la guerrilla decretase el fin del cese al fuego, iniciase una escalada de ataques contra infraestructuras, la popularidad de Santos se desplomase y la confianza en el proceso llegase a sus niveles más bajos, el Gobierno decidió acelerar las negociaciones. En apenas dos meses, la Comisión Jurídica, con jornadas maratonianas de hasta 20 horas, consiguió cerrar un acuerdo. El grueso del acuerdo quedó listo en la madrugada del jueves al viernes.

A diferencia de lo que ocurrió en el anterior proceso de paz en El Caguán, en 1998 cuando el expresidente Andrés Pastrana y el entonces jefe de las FARC Manuel Marulanda, también conocido como Tirofijo, se fotografiaron en el arranque de las negociaciones, fracasadas a posteriori, en esta ocasión la imagen de los dos protagonistas se había reservado para una ocasión muy concreta. El que no haya hecho falta esperar a la firma definitiva para ver juntos Juan Manuel Santos y a Rodrigo Londoño, alias Timochenko, da idea de la trascendencia de lo acordado, La Habana, plató de fotos para la historia en los últimos meses. A la escenografía, con todos los asistentes vistiendo guayabera –salvo Santos, que llevaba camisa blanca-, no faltó ni el apretón de manos. Animados por Raúl Castro, fue en realidad Timochenko quien le lanzó la suya a Santos para que se la estrechase.

Antes de ese momento, tanto el presidente como el líder de las FARC, se dirigieron sendos reconocimientos y aparcaron el lenguaje belicoso que en tantas ocasiones había embarrado el proceso. Como escribía Rodrigo Pardo, director editorial de la revista Semana, tras conocerse el acuerdo de justicia: “Las delegaciones de los dos lados de la mesa convergen en un punto: la defensa del proceso”. Para que este llegue a buen puerto, Gobierno y FARC iniciaron el miércoles la cuenta atrás hacia el anhelo de 48 millones de personas. Fecha límite: 23-03-2016

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Sobre la firma

Javier Lafuente
Es subdirector de América. Desde 2015 trabaja en la región, donde ha sido corresponsal en Colombia, cubriendo el proceso de paz; Venezuela y la Región Andina y, posteriormente, en México y Centroamérica. Previamente trabajó en las secciones de Deportes y Cierre del diario.

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