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Los ‘tories’ apuestan por un amplio traspaso de poderes a las ciudades

El ministro de Economía británico busca atraer a los trabajadores con un mensaje centrista

Pablo Guimón
El ministro de Economía británico, durante su discurso.
El ministro de Economía británico, durante su discurso.S. Dawson (Bloomberg)

En su discurso ante el Congreso del Partido Conservador, el primero en 18 años pronunciado por un canciller del Exchequer en un Gobierno de mayoría tory, George Osborne pareció dirigirse más a los votantes laboristas que a los seguidores que tenía ante sí en el abarrotado auditorio del salón de convenciones de Manchester. Osborne ha obviado los datos económicos, esquivado el asunto de los recortes y ha convertido en el anuncio estrella de su discurso lo que ha definido como la “mayor transferencia de poder de la historia a las autoridades locales”. Las administraciones locales podrán disponer de los impuestos que recauden de las empresas. “Esos 26.000 millones de libras de impuestos se los quedarán las arcas locales en vez de enviarlos a Londres”, ha asegurado.

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El Gobierno apuesta fuerte por su proyecto de fortalecer, a base de transferencias de poderes e inversiones en infraestructuras, a las grandes ciudades del norte de Inglaterra, tradicionales feudos del laborismo que los conservadores quieren ahora tomar. Osborne ha reconocido que, criado en la capital, creció con “el cliché de que si las cosas no suceden en Londres, no suceden”. Pero ha reconocido que obtener su escaño en el Parlamento por una circunscripción electoral del norte le ha hecho darse cuenta de que, "por muy grande que sea Londres, hay mucho más en este país”.

En referencia a la nueva dirección emprendida por el opositor Partido Laborista, Osborne ha dicho: “Algunos se encuentran en los márgenes, algunos quieren destruir las cosas”. Y ha presentado su partido como lo opuesto: “Pero nosotros somos los que construimos. Y construimos para la gente trabajadora”. 

“Los trabajadores necesitan saber que estamos de su lado”, ha dicho el hombre fuerte del Gobierno británico. “Porque muchos de ellos, seamos francos, votaron al Partido Laborista en mayo. Querían seguridad, querían oportunidades, pero no se sintieron capaces de depositar su confianza en nosotros. Tenemos que comprender sus reservas. A esos trabajadores que acaban de ser completamente abandonados por un partido que se dirige hacia los márgenes de la izquierda, tendámosles hoy nuestra mano”.

En un discurso con una sorprendente carencia de referencias a los datos económicos del país -quizá debido a que, según una encuesta entre grandes empresas recién publicada, la recuperación británica pierde fuelle-, el responsable de las Finanzas ha dibujado la estrategia de los Conservadores ante el giro a la izquierda de los laboristas: tomar posiciones en el centro político abandonado por sus adversarios con el objetivo de asentarse en el poder. El discurso ha estado plagado de referencias a la radicalización del Partido Laborista, pero Osborne solo ha pronunciado el nombre de su nuevo líder, Jeremy Corbyn, en una ocasión.

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Osborne ha esquivado el espinoso tema de los recortes en las ayudas por hijos y a los trabajadores con salarios más bajos, reiterando que en lugar de que el Estado subsidie las rentas serán las empresas las que deberán pagar un salario digno nacional. “Reino Unido merece una subida de sueldo y la va a tener”, ha dicho.

El canciller del Exchequer ha anunciado, además de la transferencia de poder a los entes locales, la formación de una Comisión Nacional de Infraestructuras independiente para coordinar importantes proyectos de construcción como el tren de alta velocidad en el norte y la segunda parte del Crossrail, una ambiciosa nueva línea de metro en Londres. Para presidir la Comisión ha nombrado a un peso pesado del partido de la oposición, Andrew Adonis, exalto cargo en los Gobiernos de Blair y uno de los laboristas más respetados de la Cámara de los Lores. El fichaje de Adonis, aunque no abandona su partido, supone un durísimo golpe para la oposición laborista.

Osborne también ha confirmado que el Estado pondrá a la venta la próxima primavera para inversores minoristas acciones del rescatado grupo bancario Lloyd's propiedad del Gobierno, por valor de 2.000 millones de libras (2.700 millones de euros). Los beneficios obtenidos por la venta del accionariado del banco, rescatado durante la crisis financiera, se utilizarán para reducir la deuda pública.

Arropado por el clima de optimismo que reina en el Congreso, Osborne ha advertido que los conservadores no deben “dormirse en los laureles”. “Miro al mundo y veo un montón de riesgos ahí afuera”, ha advertido. “China es vital para nuestra economía, pero no crece tan fuerte como antes. La eurozona sigue débil. Y las últimas cifras de empleo en EE UU son decepcionantes. Debemos estar preparados para lo que nos arroje el mundo. Sigamos arreglando el tejado mientras brilla el sol”.

Al Gobierno, ha dicho Osborne, no debe asustarle enfrentarse a “los grandes temas”. “Por eso buscamos una reforma en la Unión Europea. Entramos en el mercado común porque ofrecía la promesa de empleo y crecimiento. Pero ahora lo que representa para muchos en Europa es desempleo y estancamiento. Eso debe cambiar”.

En el discurso ha habido espacio para la escenificación de la voluntad del fiel escudero de suceder a David Cameron, que anunció en marzo que no se presentaría en 2010 a un tercer mandato. “Asumámoslo: hubo momentos en que mucha gente dudaba de que nuestros planes fueran a funcionar. Momentos, soy consciente de ello, en que la gente tenía dudas sobre mí. Pero una persona siempre me apoyó en privado en público, y quiero agradecérselo. Esa persona es mi amigo, y nuestro primer ministro, David Cameron”, ha dicho Osborne, mientras Cameron sonreía complacido entre el público.

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Sobre la firma

Pablo Guimón
Es el redactor jefe de la sección de Sociedad. Ha sido corresponsal en Washington y en Londres, plazas en las que cubrió los últimos años de la presidencia de Trump, así como el referéndum y la sacudida del Brexit. Antes estuvo al frente de la sección de Madrid, de El País Semanal, y fue jefe de sección de Cultura y del suplemento Tentaciones.

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