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Unos 65.000 voluntarios vigilan la marcha de las elecciones en Turquía

La jornada transcurre sin incidentes remarcables pero en medio de fuertes medidas de seguridad, especialmente en el sudeste kurdo del país

Andrés Mourenza
Una mujer llega a un colegio electoral de Diyarbakir vigilado por las fuerzas especiales de la policía.
Una mujer llega a un colegio electoral de Diyarbakir vigilado por las fuerzas especiales de la policía. SERTAC KAYAR (Reuters)

Turquía se enfrenta este domingo a unas elecciones cruciales, que determinarán la orientación del país en los próximos años y, dado que los resultados se prevén ajustados en cuanto a si el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista) logra o no recuperar la mayoría absoluta, hay ciertos temores en la oposición sobre la limpieza del proceso.

Por ello, miles de miembros de la plataforma ciudadana Oy ve Ötesi (El voto y más allá) vigilan la jornada electoral y el recuento de sufragios, como ya hicieran en las elecciones de junio. Unos 65.000 voluntarios se han apuntado a la vigilancia electoral, algunos miles más que en los comicios de hace cinco meses, y han sido repartidos por colegios electorales de todo el país para, como explican sus líderes, “garantizar que los resultados reflejen al cien por ciento la voluntad popular”. Y todo ello pese a la intensa campaña en contra de Oy ve Ötesi orquestada por los medios progubernamentales como el diario Sabah, que los acusaba de estar al servicios de “intereses extranjeros” y de ser parte de un complot cuyo objetivo sería “manipular los resultados” de las elecciones y provocar una revuelta como las que se produjeron durante la pasada década en Serbia, Georgia, Ucrania o Kirguistán —tras procesos electorales poco transparentes— y que popularmente son conocidas como “revoluciones de colores”.

Además de los voluntarios de Oy ve Ötesi, los partidos políticos han movilizado a sus militantes para que vigilen las urnas y han establecido sistemas de recuento de voto paralelos. También un equipo de observación electoral de la OSCE, que cuenta con un centenar de miembros y está coordinado por el diputado español Ignacio Sánchez Amor (PSOE), observará si la jornada transcurre con normalidad, aunque sus integrantes no se desplazarán a importantes áreas del sudeste kurdo por razones de seguridad.

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En esta zona, el prokurdo Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP) ha invitado a representantes de partidos cercanos para que les ayuden a vigilar la limpieza del voto. Precisamente un equipo integrado por varios miembros de la CUP, Iniciativa per Catalunya y Aralar denunció que la policía turca les impidió la entrada en los colegios electorales de la localidad de Agri pese a estar acreditados por el HDP. “Otros compañeros que han participado como observadores en elecciones anteriores nos han dicho que esta es la primera vez que sufren una situación así”, lamentó la diputada catalana Eulàlia Reguant Cura (CUP).

A excepción de un interventor del HDP que fue detenido en Gaziantep (sudeste) acusado de hacer propaganda partidista, y de una pelea entre islamistas y seguidores del partido kurdo en la localidad de Kocaeli (noroeste), no se ha informado de mayores incidentes durante la jornada, en la que la afluencia a las urnas ha sido tan destacable como en junio, cuando votaron el 85 % de los electores.

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Ante la ola de violencia vivida en los últimos meses, el Gobierno ha desplegado a 385.000 agentes y, en las localidades del sudeste kurdo, esta tarea ha sido encomendada a las fuerzas especiales de la policía, que, fuertemente armadas y enmascaradas con pasamontañas, patrullaban a la entrada de los colegios electorales. “Estamos aquí para garantizar que las elecciones se desarrollen pacíficamente y para proteger la democracia”, explicaba un efectivo de este cuerpo de seguridad en Diyarbakir.

Sin embargo, una presidenta de mesa, que pidió el anonimato, se quejó de que su presencia es intimidatoria para los votantes kurdos. “Es la primera vez en mi vida que veo esto. No debería ser así”, alegó Mehmet Akar, interventor del HDP, recordando que la ley prohíbe que personas armadas entren en los lugares donde se efectúa el voto.

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