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Davutoglu: Un visir oscuro para el sultán

El diplomático, habituado a actuar en la sombra, contribuye al poder de Erdogan

Juan Carlos Sanz
Ahmet Davutoglu y su esposa, Sare, en Ankara.
Ahmet Davutoglu y su esposa, Sare, en Ankara.UMIT BEKTAS (REUTERS)

Es el líder del partido que acaba de ganar las elecciones legislativas con cerca de 50% de los votos en Turquía y el jefe del Gobierno con el segundo mayor Ejército de la OTAN. Pero Ahmet Davutoglu no engaña a nadie. Encarna a la perfección al buen “burócrata” turco, como se autodenominan con orgullo de servidores públicos los tecnócratas de la República.

Con su sonrisa franca y sus modales de catedrático de Relaciones Internacionales, Davutoglu representa el polo opuesto al talante impulsivo y arrogante del presidente Recep Tayyip Erdogan, el “sultán” que le designó como “visir” en detrimento de otros dirigentes que pudieran hacerle sombra en el poder, como el anterior mandatario turco y cofundador del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), Abdulá Gül.

Erdogan prefirió no repetir en Turquía la fórmula de intercambio de sillas que Vladímir Putin y Dmitri Medvédev aplicaron en Rusia. Desde que Erdogan fue elegido presidente por el 52% de los votos, y le encomendó las riendas el Gobierno, Davutoglu no ha dejado de hacerse a un lado y de reforzar de facto los poderes ejecutivos de un jefe del Estado que reside en un palacio de más de mil habitaciones en Ankara, donde a menudo preside las sesiones del Consejo de Ministros.

Su manual de política exterior Profundidad estratégica se estudia en todas las universidades turcas, y su doctrina diplomática “neotomana”, formulada bajo el axioma “cero problemas con los vecinos”, le llevó hace una década a conducir una mediación secreta entre Israel y Siria. El colapso de la primavera árabe ha obligado a Ankara a replantear su participación en los conflictos regionales. Sus Fuerzas Armadas intervienen ahora abiertamente en la guerra civil de Siria.

El teórico ganador

El teórico ganador de los comicios tendrá que acostumbrarse ahora a dar la cara más a menudo. En la madrugada de ayer, Davutoglu dio un paso decisivo de autoafirmación al encabezar, sin contar con la presencia del presidente Erdogan, la celebración de la arrolladora victoria electoral en el balcón de la sede central del AKP en Ankara, un edificio de inspiración soviética en la periferia de la capital de Turquía.

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Nacido en 1959 en Konya, feudo del islamismo turco en el corazón de Anatolia, Davutoglu carece de carisma político, aunque es considerado un negociador hábil que habla inglés, árabe y alemán. Desde la llegada al poder del AKP, hace 13 años, formó parte del círculo de asesores de Erdogan, que le nombró ministro de Asuntos Exteriores en 2009. Es un musulmán observante, y su esposa, Sare, una ginecóloga que le ha acompañado en los mítines de campaña, cubre su cabeza con el pañuelo islámico.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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