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El corazón de la reina María termina su viaje

Rumania rescata los restos olvidados de una de los últimos miembros de la familia real en medio de una creciente popularidad de la monarquía

María R. Sahuquillo
El cofre con el corazón de la reina María en el Museo Nacional de Historia de Bucarest, antes de su traslado.
El cofre con el corazón de la reina María en el Museo Nacional de Historia de Bucarest, antes de su traslado.DANIEL MIHAILESCU (AFP)

María de Sajonia-Coburgo-Gotha tuvo una vida activa. Nieta de la reina Victoria, nació como princesa de Edimburgo en 1875 y creció en Inglaterra, Malta y Alemania. A los 39 años, la princesa, que se había casado con el heredero de Rumania, pasó a ser reina consorte de ese país. Antes de morir, enferma y cansada, expresó el deseo de que su corazón reposara en su palacio favorito de veraneo, en Balcic, a orillas del mar Negro. Pero no lo logró, y el corazón de María tampoco encontró descanso a su muerte, en 1938. La convulsa historia de la región lo empujó a un peregrinaje que ha durado hasta esta semana.

El martes, en una ceremonia insólita en Rumania, república desde 1947, unos cuantos cientos de personas se reunieron en Bucarest para acompañar al corazón de la reina María en su camino a lo que será su último descanso. La reliquia, que yace en un cofre de plata y piedras preciosas, fue trasladada desde el Museo de Historia de la capital rumana, donde había permanecido casi 67 años, hasta el palacio de Pelisor, en los Cárpatos rumanos. Allí, se colocó en una vitrina en la misma habitación donde la reina “exhaló su último aliento, el 18 de julio de 1938, a las 17.38 horas”, según comunicó su familia. A la ceremonia, en la que se tocó el himno rumano y el británico, asistieron algunos de sus descendientes, diplomáticos y personalidades rumanas.

La reina María de Rumania.
La reina María de Rumania.

El deseo de la reina de que su corazón permaneciera en Balcic, en la capilla que mandó construir para albergarlo, no ha podido cumplirse. En 1940, dos años después de su muerte, la región costera pasó a pertenecer a Bulgaria. Y la familia real rumana trasladó el corazón al castillo de Bran, en Transilvania. Una fortaleza medieval de la que se suele decir erróneamente que fue el hogar de Vlad el Empalador, el personaje que inspiró la novela Drácula, de Bram Stoker. Bonito, pero bien distinto a su adorado Balcic.

Pero tampoco en Bran pudo quedarse mucho tiempo, explica el historiador Adrian Cioroianu, embajador de Rumania ante la Unesco. En 1947, el régimen comunista hizo abdicar a su nieto Michel (hoy de 94 años) y expropió el castillo. El cofre con el corazón fue enviado entonces al Museo de Historia, donde se guardó en un almacén. “El régimen comunista no tenía ningún interés en visibilizar estos símbolos de la monarquía”, cuenta Cioroianu.

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Conocida por sus obras de caridad y por su labor diplomática —participó en las negociaciones del Tratado de Versalles—, la reina María es una figura querida en el país. “Fue muy valiente durante la I Guerra Mundial y se ganó el aprecio del pueblo”, remarca Mircea Calin, que asistió a la ceremonia. Este exfuncionario de 67 años relata que durante la guerra la reina rehusó volver a Inglaterra y permaneció en el país balcánico, donde asistió a heridos en los hospitales. “La llamaban Madre de los heridos”, dice Calin.

Que la ceremonia se haya celebrado ahora también tiene parte de simbolismo, señala el historiador Cioroianu. En esta república de siete décadas de antigüedad y con dos dictaduras a sus espaldas, la monarquía gana apoyo entre una ciudadanía exhausta por los continuos escándalos de los políticos. El 30% votaría a favor de su vuelta, según una encuesta de 2014, en un país cuyo último Gobierno acaba de dimitir por la movilización popular tras el trágico incendio en una discoteca.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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