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Bruselas amplía hasta el lunes la alerta por amenazas de atentados

Continúan en el centro de la ciudad dos operaciones en busca de sospechosos de terrorismo

La Policía y el Ejército vigilan el centro de Bruselas.Vídeo: S. LECOCQ
Claudi Pérez

Bruselas mantiene la máxima alerta. Al menos dos grandes operaciones policiales han tenido lugar en el centro de la ciudad en busca de sospechosos de terrorismo. El ruido en las redes sociales abunda, pero no hay datos oficiales sobre detenidos. El diario La Libre Belgique habla de seis arrestos. Mientras tanto, el Gobierno belga amplió un día más, hasta el lunes, el estado de sitio de la capital europea, tomada por las fuerzas de seguridad durante el fin de semana por el riesgo “grave e inminente” de atentados terroristas al estilo de París. El Ejército sigue patrullando las calles, como recordatorio permanente de la situación de emergencia. El metro seguirá cerrado un día más. Y las escuelas no abrirán sus puertas en una ciudad que suma así su tercer día paralizada por el miedo.

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Europa, mediada la segunda década del siglo XXI: ante los peligros para la seguridad, el ejército toma las calles; se sellan las bocas de metro; comercios, cines y teatros están cerrados a cal y canto; se suspenden acontecimientos culturales y deportivos, y al tercer día de máxima alerta los estudiantes tienen que quedarse en casa, sin posibilidad de ir a la escuela, al instituto, a la universidad. El Gobierno belga amplió este domingo un día más el estado de sitio que empezó la madrugada del sábado. El primer ministro, Charles Michel, compareció ante la prensa flanqueado por su gabinete para reiterar que ahí sigue el “riesgo serio e inminente” de atentados al estilo de los ataques de París, que obligan a mantener la alerta en el nivel máximo 24 horas más. En día lectivo. Y con millonarios perjuicios económicos como indeseado efecto secundario: Bruselas tiene un millón de habitantes, pero entre semana suma una población flotante de unas 250.000 personas adicionales que se verán perjudicadas por la parálisis.

Las estaciones son ámbitos de tránsito; ámbitos de inquietud. El temor es evidente en las terminales ferroviarias bruselenses, sin apenas usuarios, repletas de policías que sospechan de cualquier bulto, de cualquier cara que responda a primera vista a un “perfil de riesgo”, uno de esos eufemismos que siempre esconden algo oscuro en su interior. A pesar de los riesgos, no hubo este domingo atentados en Bélgica, pero no faltaron los sustos: en la Estación Central se cerró uno de los accesos ante las sospechas que provocó una bolsa olvidada; la policía desalojó una cadena de televisión en Vilvoorde, y las fuerzas de seguridad tenían en marcha una macrooperación policial a última hora de la noche del domingo y no dejaron de patrullar el centro a lo largo del segundo día de máxima alerta.

Habrá un tercero, más difícil todavía: con un Eurogrupo en las instituciones europeas, y con la habitual marea de coches yendo y viniendo de Bruselas. La ciudad estaba este domingo semidesierta: no abrieron los bulliciosos mercados de fin de semana, no hubo deporte profesional y los ciudadanos optaron mayoritariamente por quedarse en casa, dejando un aire fantasmal en las calles tomadas por las fuerzas de seguridad.

El Gobierno optó por no dar explicaciones: se limitó a declararse preocupado, “particularmente por el transporte público y por cualquier lugar en el que haya aglomeraciones”. Michel apeló a “la prudencia” y “la vigilancia” de la gente. Prometió reforzar el dispositivo de seguridad para seguir buscando a uno de los terroristas huidos de París, y revisar el lunes el nivel de alerta. Y aun así no pudo evitar las primeras críticas: las asociaciones de comerciantes tildaron de “improvisación” la respuesta belga a la amenaza terrorista, en medio de ese dilema que supone siempre elegir entre libertad y seguridad, aún en la capital de la UE y mediada la segunda década del siglo XXI.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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