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Entre la tecnología punta y el puerta a puerta

Una visita a la sede de campaña de la favorita demócrata en Brooklyn, donde se perfeccionan los métodos electorales que dieron la victoria a Obama en 2008 y 2012

Visita a la sede de campaña de Clinton en Nueva York.Vídeo: EDU BAYER
Marc Bassets

En la planta 11 de este edificio en Brooklyn, Nueva York, se mezcla la intensidad de las viejas redacciones de prensa con la energía de una start-up de Silicon Valley.

La media de edad ronda los treinta años. Algunos se sientan con sus ordenadores en sofás o en el suelo. Los más formales, en sus mesas.

Aquí se fragua la campaña electoral que debe convertir a Hillary Rodham Clinton —exprimera dama, exsenadora, exsecretaria de Estado— en la primera mujer presidente de Estados Unidos.

Las elecciones presidenciales de noviembre de 2016 quedan lejos. Cada partido debe elegir antes a su candidato, en un proceso de elecciones primarias y caucus (asambleas electivas). El proceso comenzará el 1 de febrero próximo en el estado de Iowa y culminará en verano en las convenciones que proclamarán a los dos candidatos finales.

Empleados de la campaña demócrata.
Empleados de la campaña demócrata.edu bayer

La maquinaria electoral está en marcha y en ningún lugar es tan visible como la sede de campaña de Clinton.

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Brooklyn es un distrito neoyorquino de 2,6 millones de habitantes. La zona donde se ubica la sede no es el Brooklyn de los bohemios y los hipsters, sino una zona de oficinas indistintas y edificios gubernamentales.

Nada anuncia en la entrada del edificio 1 Pierrepont Plaza que allí dentro se prepara una de las campañas más potentes —en capacidad recaudatoria, en talento organizativo y en sofisticación tecnológica— de la historia reciente. Dentro, es otro mundo. Esta vez, sí, el Brooklyn de las series de televisión y el cliché turístico: el hipster con el cabello rosa, las barbas y gafas de pasta, la atmósfera en apariencia cool, relajada, y al mismo tiempo concentrada. Hay decenas de jóvenes dedicados día y noche a analizar datos en busca de votantes, a seguir las redes sociales y responder a las crisis, a organizar a los equipos desplegados en los estados, a movilizar a segmentos demográficos clave para la victoria, como los latinos...

Vista de Brooklyn desde las oficinas de Clinton.
Vista de Brooklyn desde las oficinas de Clinton.edu bayer

Todo tiene un aire provisional: la campaña empezó en abril y terminará, si Clinton es la nominada, después de las presidenciales de noviembre. Entonces la sede cerrará.

En la sede hay pocos despachos. En uno se ve a John Podesta, que en los años noventa fue jefe de gabinete del esposo de la candidata, el presidente Bill Clinton, y consejero del presidente Barack Obama.

Podesta, presidente de la campaña, es una figura central en la galaxia Clinton: el eslabón que conecta a la multitud de voluntarios y especialistas veinteañeros y treintañeros —muchos de ellos eran niños cuando Clinton era presidente, y no habían nacido cuando era gobernador de Arkansas— con la generación de Hillary y Bill.

De Obama a Clinton

Se han aprendido bien las lecciones de los errores de 2008, cuando Hillary Clinton era la favorita para la nominación del Partido Demócrata, pero perdió la nominación ante un joven senador afroamericano, Barack Obama. Algunos consideraban entonces a Clinton la candidata inevitable. Ahora el rival de Clinton en la nominación demócrata es el senador Bernie Sanders, más débil que el Obama de 2008, pero Clinton no quiere confiarse.

"La campaña está diseñada para ganar la nominación demócrata, para ganar las primarias", explica Jorge Silva, responsable de la campaña para medios hispanos. Las presidenciales vendrán después.

"Tenemos en estos momentos una combinación del staff del presidente Obama de 2008 y 2012, y del staff de ella del 2008. Estamos implementando, desarrollando y siguiendo la estrategia del presidente Obama en 2008 y 2012, y combinándola con la de 2008 de Hillary", dice.

A la pregunta de qué se aprendió de los errores de Clinton en 2008, y de los aciertos de Obama, Silva responde: "Más que de los errores de uno u otro, lo que se aprendió es que se tiene que tocar a todas las puertas, se tiene que hablar con los electores donde ellos están, se tiene que ir y hablar con Pedro, con Isabel, con todos, y pedirles el apoyo”.

Obama innovó con el uso del llamado big data —el análisis y procesamiento de cantidades masivas de datos— para localizar a posibles donantes y votantes, y movilizarlos. "Estamos usando este plan de Obama de utilizar la tecnología y desarrollar aplicaciones para encontrar a esos electores a los que no podíamos llegar antes", dice Silva.

—¿Qué hay de Hillary en la campaña?

—Mucho. Quizá se están tomando algunos de los patrones del presidente Obama, pero todo está basando en Hillary. Quién es, qué representa para las mujeres, para las niñas. Lo que ha hecho por los derechos de la mujer, por los derechos de las comunidades gay, por la igualdad salarial. Y lo que significaría ver a la primera mujer presidenta reflejando estas políticas que ella ha encabezado e impulsado desde que era la primera dama en Arkansas.

No hay rastro, entre las paredes de la sede de campaña, del escepticismo que los Clinton suscitan en parte de la sociedad estadounidense. Por los escándalos, reales o ficticios, que se les atribuyen. Por un estilo de hacer política que los ponen siempre bajo sospecha de los críticos. Y por la longevidad en la vida pública: hace casi cuarenta años que el matrimonio está en primera fila del poder.

Aquí creen en ella. Un día Bill Clinton visitó la sede y dijo: "Pensad que es un momento histórico".

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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