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Rusia adopta represalias económicas contra Turquía por el derribo del caza

Moscú someterá a los productos alimenticios a estrictos controles de calidad

Pilar Bonet
Una mujer coloca flores en memoria del piloto fallecido tras el derribo del cazabombardero ruso Su-24 por Turquía.
Una mujer coloca flores en memoria del piloto fallecido tras el derribo del cazabombardero ruso Su-24 por Turquía.MAXIM SHIPENKOV (EFE)

Rusia ha comenzado a penalizar los intereses económicos de Turquía como respuesta al derribo del bombardero Su-24 que participaba en la operación en Siria. El Kremlim exige a Ankara disculpas y reparaciones materiales por el incidente que se saldó con la primera baja oficial —el segundo piloto sobrevivió— del contingente militar ruso en el país árabe así como con la destrucción de dos de sus aeronaves.

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El presidente Vladímir Putin aprovechó la entrega de credenciales a 15 nuevos embajadores este jueves para enumerar los agravios que a su juicio, están pendientes de satisfacción por parte de Ankara. “Hasta ahora no hemos oído una clara disculpa de Turquía a alto nivel político, ni propuestas de compensaciones por daños y perjuicios, ni promesas de castigar a los delincuentes por el delito cometido”, dijo el jefe del Estado. “Los dirigentes turcos de forma consciente llevan la relación ruso-turca a un callejón sin salida”, opinó Putin. De nuevo, el líder del Kremlin insistió en la necesidad de oponerse al terrorismo con una gran coalición que “apoye las acciones de los militares rusos, que realizan exitosas operaciones contra los grupos y estructuras terroristas en Siria”.

Mientras, el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, encargó al Gobierno que elaborara un “conjunto de medidas económicas y humanitarias” para reaccionar al “acto de agresión” de Turquía y dio dos días de plazo para prepararlas. Aunque el secretario de prensa del presidente, Dmitri Peskov, había anunciado que Rusia no recurrirá a las sanciones contra Turquía, el Kremlin parece dispuesto a dificultar las actividades comerciales y económicas de los socios turcos en espera de que estos hagan concesiones a la posición rusa. Turquía mantiene que el avión ruso derribado sobre territorio sirio había entrado en su espacio aéreo y Rusia lo niega.

El incidente, que ha tensado las relaciones entre Moscú y Ankara, puede también convertirse en un cómodo motivo para congelar o anular proyectos que de todas maneras resultaban ya difíciles de impulsar debido a la situación económica y política internacional. Altos medios del sector energético ruso señalaban que uno de esos proyectos podría ser el gasoducto la corriente turca, un tendido por el fondo del mar Negro, que Putin anunció a principios de diciembre de 2014 como sustitución de la denominada corriente del Sur, que debía llevar gas ruso a Europa y que no prosperó, según Putin, por la “actitud poco constructiva” de la UE. Entre las restricciones anunciadas por Medvedev, están las actividades de empresas turcas y también proyectos de inversión que “pueden ser congelados o simplemente revocados”.

El ministro de Agricultura de Rusia, Alexandr Tkachev, ha exhortado a sustituir las importaciones de Turquía por el abastecimiento procedente de otros países. En una entrevista al canal Rossia 24, Tkachev ha dicho que hasta el 15% de los productos turcos contienen sustancias tóxicas. Los rusos se han alarmado ante una posible subida de los precios de los alimentos, dado que ahora habrá que sustituir las frutas y verduras turcas, que a su vez habían reemplazado en los supermercados a buena parte de las importaciones procedentes de la UE vetadas en 2014.

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Tkachev, cuya familia tiene amplios intereses agrícolas en el sur de Rusia, admitió que Rusia solo produce el 20% de las hortalizas que consume, pero aseguró que Moscú puede sustituir las importaciones turcas en el plazo de una semana. El ministro dijo que el autoabastecimiento alimenticio es una “misión histórica” del Estado, pero tuvo que calificar de “tema doloroso” la mala calidad de la leche de producción nacional.

Las iniciativas de castigo contra Turquía, barajadas ahora por los representantes rusos, se parecen a las que fueron barajadas (e impuestas) en el pasado a Ucrania y también a los países que se opusieron a la política del Kremlin en ese país. Los servicios de Aduanas han comenzado a realizar controles completos de las cargas procedentes de Turquía, que afectan a los alimentos, la ropa, los muebles y los productos de limpieza, entre otros. A partir del primero de diciembre, se restringirán también las importaciones avícolas turcas.

Entre las medidas ya adoptadas por Rusia está la multa y expulsión de 39 empresarios turcos que participaban en una feria agrícola en Krasnodar, la provincia de la que es oriundo el ministro de Agricultura, y que carecían del visado correspondiente.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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