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Tribuna
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“Siga firme, sea fuerte, siga adelante”

¿Qué raza de demonios se han infiltrado entre los políticos evangélicos para que aparezcan en todo momento como enemigos de la mujer?

Juan Arias

La recomendación que sirve de título a esta columna fue hecha, según cuenta Ancelmo Gois en su columna de O Globo, por el pastor evangélico George Hilton, ministro de Deportes, a su colega de partido, Pedro Paulo, secretario del alcalde de Rio, Eduardo Paes.

El político del PMDB pretende ser candidato a las elecciones a pesar de recaer sobre él acusaciones graves, denunciadas ante la policía, de haber agredido varias veces a su mujer hasta arrancarle un diente.

El pastor de almas no tuvo otro consejo de dar al joven agresor que el de mantenerse “firme y fuerte” en la defensa de su candidatura a pesar de sus posturas violentas contra la mujer, en vez de exigirle que dejara hasta su cargo actual por decencia y por respeto a todas las mujeres.

¿Qué raza de demonios se han infiltrado entre los políticos evangélicos para que aparezcan en todo momento como enemigos de la mujer, dificultando siempre las leyes que defienden sus derechos y dejando adivinar que ella es poco más que un objeto en manos de los varones que tienen el derecho de agredirlas impunemente?

No sólo los principios religiosos que manejan los evangélicos que exigen respeto a todos los seres humanos, sin distinción de género, por ser hijos de Dios, sino el clamor de la sociedad, deberían avergonzar a evangélicos como el pastor y ministro Milton, cuando anima al político, Pedro Paulo, de Río, a que siga firme en su deseo de presentarse como candidato a la alcaldía, como si la violencia perpetrada contra su mujer, fuera una ñoñería.

Tan grave, sin embargo, como la postura del pastor y ministro de Dilma, aparece la insistencia en la defensa de la candidatura de Pedro Pablo por parte del alcalde Paes y del gobernador Pezón y del PMDB de Río, que se niegan a ver en la conducta violenta del candidato un motivo para frenar su candidatura.

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La opinión pública quizás ya no se escandalice tanto de la postura antifeminista de los políticos evangélicos, que parecen tener pánico, cuando no desprecio, a la mujer. Lo que sí podría crear una reacción también de sorpresa, con graves consecuencias políticas y electorales, es el apoyo emblemático que los caciques del PMDB de Río siguen dando a su candidato a la alcaldía.

Con todos sus defectos y sus críticas de contorsionismo ideológico y hambre de cargos, el PMDB, por sus orígenes de lucha contra la dictadura, y porque siempre defendió las libertades civiles y los derechos humanos, como la libertad de expresión, podría presentarse en estos momentos de oscuridad institucional como una alternativa de poder creíble.

Así parece quererlo y para ello se prepara con su programa para crear un puente hacia el cambio político. Que no se haga ilusiones, sin embargo, ya que a veces un resbalón en un tema tan sensible a la sociedad como el respeto a la mujer, podría convertírseles en una trampa mortal.

Defender como están haciendo Paes y demás dirigentes del PMDB de Río que no tienen alternativa al candidato agresor de su mujer, podría aparecer, entre otros motivos, a la opinión pública, como una terrible ausencia de candidatos preparados y decentes para gobernar una ciudad emblemática como Río.

A no ser que esa falta de alternativa, no esconda, en realidad, algo peor, como el considerar que nada tiene que ver para poder ser un buen político el hecho de tratar a patadas y puñetazos a su mujer.

Quizás hasta lleguen a pensar que son ellas quienes, a veces, se lo merecen. ¿No fue el mismo Pedro Paulo quién llegó a absolverse a sí mismo llegando a decir, con increíble desfachatez, que el marido que ya no haya pegado a su mujer en un momento de descontrol que tire la primera piedra contra él?

¡Cuidado, Paes! ¡Cuidado, Pezão! ¡Cuidado, PMDB! ¡Cuidado Dilma, primera mujer brasileña llegada a la Presidencia! Hay pecados en política que ni el más conservador y distraído elector es capaz de perdonar en las urnas.

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