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El 20% de los voluntarios de Cruz Roja de Holanda desdeña a los refugiados

El Gobierno obligará a todos los recién llegados a seguir un curso de integración

Isabel Ferrer
Refugiados sirios y afganos este viernes en la frontera entre Grecia y Macedonia.
Refugiados sirios y afganos este viernes en la frontera entre Grecia y Macedonia.Giannis Papanikos (AP)

Un sondeo interno de la Cruz Roja holandesa revela que alrededor de un 20% de sus 30.000 voluntarios no está dispuesto a ayudar a los refugiados sirios y de otros países que llegan estos días al país y el resto de Europa. El texto ha llegado a la televisión nacional (NOS) y los encuestados (1.300) explican su rechazo aduciendo que “no hay sitio para esta gente, buscadores, en su mayoría, de fortuna, y es mejor cerrar las fronteras”. Gijs de Vries, director de la organización humanitaria, ha admitido que todo ello “es contrario a nuestros principios asistenciales, que no se fijan en la religión, raza o nacionalidad”. A pesar del malestar causado por el resultado de las preguntas, la institución no dudará en expulsar a los disidentes “si persisten en su rechazo”.

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Aunque los voluntarios de la Cruz Roja reflejan las dudas de la sociedad holandesa ante el flujo de extranjeros, De Vries subraya que desde el pasado septiembre Ready2Help (Listos para ayudar), una de sus redes de apoyo, suma “decenas de miles de personas dispuestas a contribuir”. La encuesta ha coincidido con la aprobación, por parte del Gobierno, de una partida extra de 350 millones de euros para este año (y 400 millones para el próximo) para afrontar los gastos derivados de la acogida temporal. También se han dispuesto 24.000 plazas en viviendas transitorias. Pero sobre todo, el Ejecutivo ha dictado nuevas normas de integración.

A partir de 2016, se implantará un curso obligatorio y “una declaración de participación” que refleje el compromiso del refugiado con los valores de la sociedad holandesa. Entre otras cosas, la declaración subraya la igualdad de todos los ciudadanos holandeses ante la ley y el rechazo a la discriminación. La asistencia a la escuela, el apoyo vecinal y el trabajo, junto con el manejo de la lengua holandesa, completan el manifiesto. Los que declinen apuntarse al curso, o bien firmar, podrán ser multados con 1.250 euros.

A la decisión del Consejo de Ministros de este viernes sobre estos deberes, se han añadido las declaraciones del primer ministro liberal, Mark Rutte, sobre la fragilidad fronteriza en el seno de la UE. En una entrevista concedida al rotativo británico Financial Times, Rutte recuerda que Europa debe proteger sus bordes “si no quiere acabar cayendo como el Imperio Romano”. La misma suerte correrán los socios comunitarios “de no poner coto al flujo masivo de gentes llegadas de Oriente Medio y Asia Central”, añade. Por su parte, el ministro de Finanzas, Jeroen Dijsselbloem (que preside también el Eurogrupo) ha admitido no ser demasiado optimista acerca del acuerdo de fronteras internas de Schengen. “Los países de la UE más afectados por el aumento de refugiados tal vez se vean forzados a tomar medidas para cerrarlas. Y los que dan la espalda en estos momentos, deben recordar que hay mecanismos para conseguir la solidaridad”, ha dicho.

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