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La música, rehén de los ultras iraníes en su lucha por el poder

La policía prohibió actuar a la Orquesta Sinfónica de Teherán porque había mujeres entres sus integrantes

Ángeles Espinosa
La Orquesta Sinfónica de Teherán en una actuación el pasado marzo.
La Orquesta Sinfónica de Teherán en una actuación el pasado marzo.AMIR POURMAND (AFP)

Las sillas y los atriles para los músicos estaban colocados. El estadio Doce Mil se encontraba lleno hasta esa capacidad que le da nombre. E invitados de 11 países esperaban el pasado domingo el inicio de la ceremonia de clausura del Campeonato Mundial de Lucha que durante los días previos se había celebrado en Teherán. Pero la Orquesta Sinfónica de la capital iraní, que debía interpretar el himno nacional, no aparecía en escena.

Mientras en las gradas los espectadores empezaban a impacientarse, entre bambalinas se desarrollaba un enfrentamiento dialéctico que refleja mejor que cualquier análisis político las tensiones de la sociedad iraní. Según la agencia ISNA, el único medio oficial que informó del incidente, “la policía no permitió que las instrumentistas tocaran”. Las mujeres constituyen casi la mitad de los 87 músicos (todos iraníes) de la Sinfónica de Teherán, la mayor y más antigua orquesta de Irán que se fundó en 1933.

“Nos dijeron que las mujeres no podían tocar y les contesté que entonces nadie iba a hacerlo”, explicó el director, Ali Rahbari, sin identificar a los responsables. “Fue una vergüenza. ¿Por qué no pueden tocar el himno de su país? Mientras sea el director, no voy a permitir semejante tratamiento. Nos habían invitado y nos ofendieron", añadió el maestro, que hace unos meses volvió a hacerse cargo de la orquesta tras años de abandono por falta de presupuesto.

Desde la revolución de 1979, las mujeres músicos o cantantes tienen prohibido interpretar solas en público, aunque en teoría pueden hacerlo como parte de una banda o coro. En abril de 2007, cuando el entonces presidente Mahmud Ahmadineyad anunció que su país había empezado a enriquecer uranio a escala industrial, la puesta en escena incluyó un coro mixto que entonó varias canciones patrióticas.

Sin embargo, desde la llegada al Gobierno del moderado Hasan Rohani en 2013, su promesa de mayores libertades no se ha trasladado a la música. A pesar de la autorización a grupos hasta ahora clandestinos de pop, rock o metal, muchos conciertos de bandas que incluyen mujeres han sido cancelados sin explicación, sobre todo en provincias. Pero es la primera vez que se impide una actuación de la Sinfónica de Teherán.

"Esa segregación no coincide con las políticas del Ministerio de Cultura y cuando impiden a las mujeres que toquen en algunas ciudades no es fruto de la visión de este ministerio", ha declarado Piruz Arjmand, el director del Departamento de Música. “No tenemos problemas con la presencia en los escenarios de mujeres que cumplan con las normas del país [es decir, que se cubren cabeza y cuerpo], tampoco hay limitación religiosa alguna”, aseguraba.

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Pero el afán aperturista y renovador del equipo de Rohani está encontrando un formidable enemigo en los ultraconservadores que aún controlan importantes resortes del poder como la judicatura, las fuerzas de seguridad y los servicios secretos. Dado que no pueden enfrentarse a su política internacional, en particular el pacto nuclear que cuenta con el respaldo del líder supremo, están tratando de minar su apoyo social boicoteando aquellos aspectos en los que pueden contar con la coartada de los clérigos más ultramontanos.

“En el islam están prohibidas la solistas, incluso que las mujeres canten en coros femeninos, también difundir la música”, les apoya el ayatolá Mohammad Yazdi, presidente de la Asamblea de Expertos y miembro del Consejo de Guardianes. Los ultras han convertido la música y las mujeres en rehenes de su lucha por el poder.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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