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La peor recesión en 70 años marca el cambio de ciclo político

Caracas afronta serios problemas de financiación con el crudo en mínimos en seis años

Seguidores de Henrique Capriles ayer en Caracas.
Seguidores de Henrique Capriles ayer en Caracas. Fernando Llano (AP)

Venezuela afronta severos problemas de liquidez y de poco servirá la victoria de la oposición para cambiar esa situación a corto plazo. La economía atraviesa su peor recesión en los últimos 70 años y con el petróleo en mínimos en seis años, las dificultades de financiación arrojan dudas sobre el pago de la deuda soberana y de la de su principal industria, la petrolera estatal Pdvsa. Pese a todo, los bonos registraron ayer una fuerte subida por el resultado electoral.

Para una economía en la que el petróleo representa el 95% de las exportaciones y casi su única industria, el desplome en el precio del petróleo de los últimos 18 meses representa de facto un parte de defunción. Venezuela ha dejado de ingresar el equivalente al 20% del PIB en estos meses y sin un colchón de ahorro de los años de vacas gordas y escaso acceso a la financiación externa, todo el ajuste ha tenido que hacerse mediante la caída de las importaciones y la demanda doméstica. Las imágenes de las estanterías vacías y las largas colas en los supermercados explican claramente sus consecuencias.

China ha sido en los últimos años el principal financiador del régimen de Caracas. Los analistas calculan que desde 2007 Pekín ha desembolsado más de 56.000 millones de dólares (51.600 millones de euros) en préstamos, a cambio de inversiones en proyectos petroleros, infraestructuras y barriles de crudo. Pero no resultó nada fácil acordar el último préstamo, por unos 5.000 millones en septiembre.

La situación es tan grave que Venezuela ha tenido que vender reservas de oro para financiarse

Pese a ello, las reservas se situaron el mes pasado por debajo de los 15.000 millones de dólares, frente a los 22.000 millones de finales de 2014. La situación es tan complicada que en los últimos meses el Gobierno ha vendido parte de sus reservas de oro, por el equivalente a unos 1.000 millones de dólares, y ha retirado reservas que mantenía en derechos especiales de giro en el Fondo Monetario Internacional (FMI) por otros 2.000 millones. Así, Pdvsa pudo hacer frente a un vencimiento en octubre pero los pagos de la petrolera y el Gobierno para 2016 ascienden a 10.000 millones de dólares.

“Si los fondos chinos no se mantienen, una suspensión de pagos de la deuda externa en los próximos años es más que probable”, explica Edward Glossop, economista de Mercados Emergentes de Capital Economics. “La gran concentración de vencimientos se produce durante los meses de octubre y noviembre del próximo año y dependerá en buena medida de la recuperación de los precios del petróleo y de nueva financiación procedente de China o de otras fuentes”, advierten los analistas de Barclays.

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Los controles de capital impuestos desde hace 11 años por el Ejecutivo para intentar mitigar la fuga de fondos y la depreciación del bolívar no han surtido efecto. La divisa venezolana cotiza en el mercado negro por encima de las 900 unidades por dólar lejos de los 6,3 bolívares por divisa estadounidense que marca el tipo de cambio oficial. Eso explica que Venezuela tenga el dudoso honor de ser el país con la inflación más alta del mundo y ronde el 200%, según las estimaciones del FMI.

Peor que la crisis de 2002

Venezuela experimentó una crisis similar en 2002, tras el golpe para intentar derrocar al entonces presidente Hugo Chávez del poder, sólo que aquella recesión fue relativamente corta y el PIB ya había vuelto al crecimiento en la segunda mitad de 2003. Aunque el Gobierno de Nicolás Maduro ha dejado de publicar datos económicos oficiales, los indicadores apuntan que la economía se ha dejado un 10%, “su peor recesión desde 1943”, apunta Glossop.

Dada la extrema dependencia del crudo que tiene Caracas, no es de extrañar que Venezuela encabezara la revuelta, en la pasada reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), de los países que pedían un recorte de producción del cartel para impulsar los precios.

En una reciente entrevista, el propio presidente Nicolás Maduro apuntaba que los precios deberían subir al nivel de los 88 dólares por barril para garantizar las inversiones de la industria a nivel global. No tuvo éxito. Y a los actuales niveles, que ayer rondaban los 40 dólares para el de tipo Brent, el régimen venezolano tiene difícil subsistir.

Hay más que mala suerte. Todos los analistas hablan de una pésima gestión por parte de los últimos gobiernos venezolanos. “El deterioro de la infraestructura tras años de falta de inversión pública, el aumento de la criminalidad y la hostilidad hacia el sector privado, disuaden a los inversores”, sostiene Coface en un informe sobre el país. Recuperar esa confianza va a necesitar algo más que la subida del precio de los bonos registrada ayer en respuesta al resultado electoral.

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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