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Kirchner rompe las negociaciones con Macri y no irá a su toma de posesión

Los negociadores kirchneristas hablan de "golpe de Estado" y aseguran que la presidenta no irá al Congreso a escuchar al sucesor y entregarle la banda y el bastón presidencial

El busto de Néstor Kirchner (tapado con una bandera) en la casa de Gobierno en Argentina
El busto de Néstor Kirchner (tapado con una bandera) en la casa de Gobierno en ArgentinaRICARDO CEPPI

La foto más esperada por muchos argentinos, la de Cristina Fernández de Kirchner entregando el jueves la banda presidencial a su sucesor, Mauricio Macri, está cada vez más lejos. Enviados de los dos sectores negociaron para evitar la ruptura antes del acto de entrega del poder, pero los representantes kirchneristas comparecieron con gran dramatismo para anunciar que las negociaciones están rotas y que en estas condiciones la presidenta no acudirá al Congreso ni entregará la banda y el bastón a su sucesor. Tampoco irán los diputados y senadores más fieles a la presidenta, en un gesto de rupura total. Incluso llegaron a hablar de "golpe de Estado" por la decisión de un fiscal de tramitar la petición de Macri para que la justicia confirme su reclamo de ser considerado presidente en ejercicio desde primera hora del jueves, lo que le permitiría organizar a su manera la ceremonia. La situación es inédita y se vive cada vez con mayor dramatismo, algo habitual en la política argentina. Finalmente la juez María Servini de Cubría hizo caso al fiscal y determinó que Fernández de Kirchner dejará de ser presidenta a partir de las 23:59 de hoy, con lo que será Macri quien organice toda la ceremonia. Es el gesto de ruptura definitivo.

"Entre un golpe de Estado y esto no hay mucha diferencia" clamó el jefe de los servicios secretos argentinos y hombre de máxima confianza de los Kirchner, Óscar Parrilli. Se refería a la decisión de Macri de acudir a la justicia para adelantar ese traspaso de poderes con la intención de poder controlar la ceremonia, que finalmente ha logrado. "Con esta interpretación del fiscal, durante 12 horas, desde las 00.00 del jueves hasta las 12:00, no habrá presidente en la Argentina, no habrá autoridad. Es de una gravedad enorme", insistió antes de saber que la juez daba la razón al fiscal. A las 12:00 Macri jura su cargo en el Congreso y, según los kirchneristas, es ahí cuando se convierte en presidente. "Parece que a Macri no le interesa que la presidenta le entregue la banda y el bastón, son ellos los que han iniciado una acción judicial", remató Wado de Pedro, secretario general de la Presidencia y negociador kichnerista. La tensión es enorme y la foto histórica que marcaría el cambio de ciclo después de 12 años de kirchnerismo parece casi imposible, pero en Argentina nunca hay que descartar una sorpresa en el último minuto.

El principal punto de discusión entre ambas partes era dónde había que realizar el acto de entrega, en el Congreso o en la Casa Rosada. Fernández de Kirchner quería que el acto se celebre en el Congreso, el mismo sitio donde ella, su marido, Néstor Kirchner (2003-2007), y otro peronista, Eduardo Duhalde (2002-2003), asumieron el poder. Allí, en las tribunas del hemiciclo, estarán sus seguidores y los de Macri. El presidente electo, en cambio, pretendía que la ceremonia sea en la Casa Rosada (sede del Gobierno argentino), donde solo estarán sus invitados y donde tradicionalmente se hizo este acto. Allí recibieron su banda y su bastón los radicales (centristas) Raúl Alfonsín (1983-1989) y Fernando de la Rúa (1999-2001) y el peronista Carlos Menem (1989-1999). Macri se ha salido finalmente con la suya pero a costa de que la presidenta no esté en su toma de posesión.

Macri llamó el pasado fin de semana a Kirchner para decirle que él era quien decidía y que el acto sería en la Casa de Gobierno como marcaba la tradición. Después de esa conversación telefónica, Kirchner relató por la red social Facebook que él le había gritado, lo que fue negado por los macristas y en especial la futura vicepresidenta argentina, Gabriela Michetti.

La situación ha llegado al extremo de que la justicia decidió quien organiza la ceremonia de sucesión. La juez María Servini de Cubría, la misma que investiga los crímenes del franquismo en España, determinó que la presidenta deja de serlo a las 23.59. El notario general del Estado, Natalio Echegaray, había dicho que el poder se transfería en el momento de la jura, y por tanto es el Gobierno actual quien controla la ceremonia. Su mensaje ha sido repetido en la cuenta del Gobierno argentino en Twitter. Echegaray, admitió, no obstante, que “lo normal” es que el acto se celebre en la Casa Rosada. “Vamos a hacer lo que diga la Constitución”, dijo Kirchner este lunes cuando la prensa la abordó en una visita a su antiguo piso del barrio de La Recoleta, uno de los más caros de Buenos Aires.

El desconcierto sobre el lugar del acto tiene mareadas a las misiones extranjeras que asistirán, como la de Don Juan Carlos de España, que ya está en Buenos Aires. Además, tanto en la plaza del Congreso como en la de Mayo, frente a la Casa Rosada, se prevén manifestaciones de kirchneristas que quieren despedir a su jefa y de seguidores de Macri que quieren aplaudirle. La tensión no para de crecer.

Macri prevé que en la Casa Rosada sea el presidente de la Corte Suprema de Argentina, Ricardo Lorenzetti, el que le dé el bastón y le ponga la banda. Se trata del mismo juez que el kirchnerismo impulsó en sus comienzos para renovar un tribunal antes desprestigiado y que en los últimos años se ha enfrentado con los Kirchner. Los argentinos se quedarían así sin la imagen más esperada, la de Fernández de Kirchner colocándole la banda a Macri.

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