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Cameron pide flexibilidad para permanecer en la UE

El líder británico busca desbloquear una negociación atascada por su pretensión de negar ayudas a trabajadores europeos

Pablo Guimón
El primer ministro británico, David Cameron.
El primer ministro británico, David Cameron.STEPHANE MAHE (REUTERS)

Por primera vez en la historia de la UE un país miembro se dispone a renegociar su posición en el club. Esta tarde se reúne el Consejo Europeo y, durante la cena, David Cameron pedirá a sus 27 socios que muestren “la flexibilidad que han exhibido históricamente”, explica una alta funcionaria del Gobierno. Habla de su pretensión de negar a los trabajadores europeos no británicos el acceso a determinadas ayudas públicas durante sus primeros cuatro años en Reino Unido. Una idea a la que se opone el resto de socios. Cameron está abierto a contrapropuestas pero, sin un compromiso que mitigue la presión migratoria en su país, tendrá difícil convencer a los británicos para que voten por mantener a Reino Unido en el club.

De entre las exigencias del primer ministro, explicadas por carta a Donald Tusk, presidente del Consejo, el pasado 10 de noviembre, la restricción de ayudas a los trabajadores europeos está llamada a monopolizar la negociación que hoy entra en su fase decisiva. “Es una discriminación tan obvia y directa que no hay manera de resolverla”, explica un eurodiputado alemán, que pide mantener el anonimato. “El mercado único incluye bienes, servicios, capitales y, también, personas. Nadie quiere sacrificar los principios fundamentales. Muchos queremos ayudar a Cameron, pero no tenemos ni idea de cómo resolver esto. Quizá él tenga una solución mágica”.

A falta de esa solución mágica, Cameron se encuentra en una auténtica encrucijada. Todos los socios se oponen a la pretensión de Cameron. Se trata, como explicó Tusk, de 27 contra uno. Cameron llegó a confiar en alcanzar un acuerdo en este Consejo, para quitarse de encima a principios del próximo año el referéndum que debe celebrar antes del fin de 2017. Pero Downing Street ya asume que no hay posibilidad de acuerdo en esta ocasión. El horizonte es el siguiente Consejo en febrero. El referéndum se desplaza más allá de lo deseado, y los expertos coinciden en que el retraso favorecerá a la campaña por abandonar la UE.

Qué quiere Cameron

1. Garantías para salvaguardar los intereses de los países fuera del euro ante los avances en la integración de la Eurozona

2. Potenciar la competitividad extendiendo el libre mercado y reduciendo la regulación

3. Que Reino Unido se descuelgue del principio de "una unión cada vez más estrecha"

4. Restricción en las ayudas públicas a los ciudadanos de otros países de la UE que trabajen en Reino Unido

Las encuestas recientes confirman la tendencia ascendente de la opción Brexit: dibujan dos bloques casi idénticos (40%-40%), con cerca de un 20% de indecisos. Hace apenas seis meses los partidarios de permanecer superaban el 60%, frente a un 27% que se decantaba por irse.

La presión sobre Cameron procede también de las filas del Partido Conservador, incluido el propio Gobierno. El ministro de Trabajo, Iain Duncan Smith, pidió públicamente a Cameron que no ceda en su exigencia, lo mismo que Boris Johnson, alcalde de Londres.

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La negación de ayudas durante cuatro años no es un capricho de Cameron. Es fruto de un compromiso con el ala más dura de su partido, que pedía ir más allá y establecer cuotas a la migración europea. Está escrito en el programa con el que los tories obtuvieron la mayoría absoluta en mayo. Un programa de máximos, pensado para rebajarse en un Gobierno de coalición, pero que ata ahora íntegramente a Cameron.

Lo llamativo es que todo el debate haya terminado centrado en un punto que ni siquiera está claro que sirva para el objetivo que persigue. Stephen Nickell, de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, señaló que la eliminación de ayudas en los primeros cuatro años “no tendría un gran impacto” en el número de trabajadores europeos que vayan a Reino Unido. El efecto llamada, explica, hay que buscarlo en la fortaleza de la economía británica.

En la carta enviada a Tusk Cameron mostró flexibilidad. “Lo de los cuatro años es solo una propuesta”, reitera la alta funcionaria británica. “Pero no hay otras propuestas formales sobre la mesa, necesitamos que los líderes hablen. Queremos un paquete de medidas que permita controlar la inmigración. Estamos abiertos a ideas, pero tienen que resolver el problema”.

Se estudian posibles soluciones de compromiso. Una sería exigir cuatro años de residencia para poder reclamar las ayudas, tanto a ciudadanos británicos como de otros países comunitarios. También se ha hablado de un freno de emergencia para la inmigración, que permitiría a los países limitar temporalmente la libre circulación de personas en virtud de la seguridad o la salud pública. Pero se antoja difícil que Cameron pueda vender en casa ninguno de estos planes b como la reforma “fundamental y de gran alcance” que ha prometido.

“Para Cameron el referéndum es un engorro que tiene monopolizada su última legislatura”, opina un antiguo estrecho colaborador del primer ministro. “Si hubiera sabido que iba a gobernar en solitario, no lo habría prometido con tanta pasión. Pero no hay que olvidar las presiones que tenía dentro de su propio partido. Sobrevivió a esas presiones, ganó las elecciones y ahora debe celebrar el referéndum. Así es la política”.

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Sobre la firma

Pablo Guimón
Es el redactor jefe de la sección de Sociedad. Ha sido corresponsal en Washington y en Londres, plazas en las que cubrió los últimos años de la presidencia de Trump, así como el referéndum y la sacudida del Brexit. Antes estuvo al frente de la sección de Madrid, de El País Semanal, y fue jefe de sección de Cultura y del suplemento Tentaciones.

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