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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una historia de supervivencia

La Unión Europea, más escéptica, debilitada, pero no vencida, rebota de un 2015 crítico

Francisco G. Basterra

Nos falta perspectiva; aplicamos la lupa sin dejar reposar los acontecimientos, asumimos asuntos de media enjundia, como hechos históricos. Pero los parteaguas de la historia no son frecuentes. Esta reflexión es tributaria del vértigo con el que vivimos y la sensación de que los acontecimientos nos arrollan. En consecuencia, resulta difícil distinguir los que vale la pena de lo simplemente urgente, que, sin embargo, tendemos a convertir en importante. Cuento en esta última columna del año una historia de éxito contra pronóstico. La supervivencia en 2015 de la Unión Europea. Y el protagonismo de la canciller alemana, Angela Merkel, convertida en "la europea indispensable" (The Economist). En EE UU, The New York Times se pregunta si Europa ha alcanzado su punto de ruptura.

La UE se ha visto sacudida por una crisis de refugiados, un éxodo de proporciones bíblicas, enfrentada a la amenaza de un Grexit, que no se cumplió, con la crisis de la deuda, cronificada pero no superada aún, la desestabilización de su frontera exterior con Rusia, con la anexión de Crimea y el intento de Putin de desequilibrar Ucrania. Y para concluir, la matanza terrorista del Estado Islámico en París. Amenazada la Europa sin fronteras, de la libre circulación, contrafuerte básico de la Unión. Hechos que no logran demoler la construcción de una Europa golpeada, también desde su interior, por Gobiernos antieuropeos en Hungría y ahora con el regreso al poder del nacionalismo populista en Polonia. Y el auge en Francia del Frente Nacional y otros Trumps europeos, alimentados por los destrozos de la crisis económica, los demonios del nacionalismo y la xenofobia.

El resultado es una Europa más escéptica, debilitada, pero no vencida. Esta Europa descreída de sí misma es, sin embargo, deseada por millones de habitantes del mundo, como tierra de asilo, libertad y prosperidad. Curiosa paradoja. Merkel, la política dubitativa criada en la Alemania comunista —tenía siete años cuando vio construir el Muro de Berlín— redimió a la Europa de los valores al anunciar que Alemania abría sus puertas al torrente de refugiados procedentes de la guerra civil siria. Porque el corazón y el alma de Europa es la tolerancia. “Si ahora tenemos que empezar a pedir perdón por mostrar un rostro amable en respuesta a situaciones de emergencia, este no es mi país. Wir schaffen das”. Podemos hacerlo, dijo la canciller. Un gesto de coraje político y dignidad moral, a contracorriente de su opinión pública. Un millón de refugiados serán recibidos este año en Alemania.

Este es el buen cuento de la supervivencia de la UE, contra un extendido pronóstico derrotista. Del proyecto construido paso a paso, a pesar de las dificultades, cuyos padres ya contaron con que las inevitables crisis superadas constituirían el cemento de una unión más estrecha. Usando un término hoy de moda, es una historia de resiliencia, de la capacidad de rebotar y adaptarse frente a las perturbaciones y situaciones adversas. También Europa lo hará en 2016 para impedir la salida de Gran Bretaña.

fgbasterra@gmail.com

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