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La UE defiende sus líneas rojas pero ofrece concesiones a Cameron

Los Veintiocho tratan de buscar encaje a todas las propuestas británicas para evitar el 'Brexit'

El primer ministro británico, David Cameron, este viernes en el Consejo Europeo en Bruselas.
El primer ministro británico, David Cameron, este viernes en el Consejo Europeo en Bruselas.VIRGINIA MAYO (AP)

Carece de aliados. Su capacidad de influencia va a menos. Acaba de lanzar una idea que podría amputar pilares básicos de la UE: el principio de no discriminación y la libre circulación de personas, al querer negar ayudas a los inmigrantes europeos hasta que lleven cuatro años en suelo británico. Y aun así los Veintiocho, que rechazan esa medida, se comprometieron en la cumbre que acabó este viernes a buscar un encaje, aunque sea con concesiones mínimas, para todas las propuestas del premier británico, David Cameron, incluido el polémico asunto migratorio. Cameron espera cerrar en febrero la negociación.

Duro ataque de Renzi a Alemania

Berlín defiende desde tiempos inmemoriales la sacrosanta independencia del BCE, pero Angela Merkel pidió este viernes en la cumbre una subida de los tipos de interés, pese a que la inflación ronda el 0%. El jefe del BCE, Mario Draghi, sugirió que seguirá con su política de tipos al 0% y medidas expansivas, ante unas perspectivas económicas más bien pesimistas. Pero fue Matteo Renzi quien cargó con más dureza contra Merkel, a quien censuró por su gestión de la crisis. Renzi fue más allá y acusó a Merkel de torpedear el fondo de garantía de depósitos común que plantea la Comisión.

El italiano atacó abiertamente a Merkel, a quien culpó de una gestión desastrosa en la crisis bancaria, en materia energética, en la crisis migratoria y en el asunto griego. "No comparto la opinión de quienes retratan a Alemania como salvavidas del euro", dijo ante la prensa en una de las saetas más afiladas que se han oído contra Berlín en toda la crisis.

Una de las ironías de la Gran Recesión es que convirtió a los ministros británicos en campeones de la integración europea. Embridada la crisis —más o menos—, Reino Unido vuelve a lo suyo: quiere negociar un nuevo acuerdo con Europa —que le permita hacer lo de siempre: picotear lo que le gusta y dejar de lado lo demás— para después someterlo a referéndum. Cameron planteó en la cumbre sus cuatro propuestas: robustecer el mercado único, reforzar el papel de los Parlamentos nacionales, salvaguardar los derechos de los países que no quieren unirse al euro y, sobre todo, restringir las ayudas sociales a los inmigrantes de la UE hasta que lleven cuatro años viviendo en las islas. Quedó claro que solo recibirá una parte de lo que pide. Pero Cameron sale vivo del envite: consiguió el compromiso de los socios de encontrar un encaje para todas sus propuestas, incluida la migratoria, y deslizó su intención de celebrar el referéndum a mediados de 2016.

No le fue fácil. La primera ministra polaca, Beata Szydlo, capitaneó el grupo más hostil con las pretensiones de Cameron, al que acusó de “chantaje” en la cena del jueves. Polonia, Grecia y Bélgica trataron incluso de eliminar de la agenda la medida relacionada con la emigración, en uno de los momentos más tensos de la cumbre, según explicó una alta fuente europea. Cameron no aflojó y obtuvo la promesa de que la UE encontrará “soluciones imaginativas”, según las definió el presidente español, Mariano Rajoy, para asegurarse el apoyo del líder británico en el referéndum.

Alemania marca la línea de lo que puede y no puede hacerse en Europa. Y la canciller Angela Merkel explicó que ninguna de las medidas propuestas por Cameron “tiene por qué hacer que se tambaleen los pilares de la Unión”, informa Belén Domínguez. Merkel sugiere así que habrá algún tipo de concesión. E incluso no cerró la puerta a que haya cambio en los tratados, aunque a partir de 2018, una vez pasen las elecciones en Francia y Alemania.

Cameron confía en que 2016 será “el año en que Reino Unido cambiará de manera fundamental la relación con la Unión”, según dijo tras la cumbre. El líder británico cree que lo conseguirá y por eso defiende que “permanecer en la UE es lo mejor para la seguridad de Reino Unido”. Admitió que será difícil acordar su demanda de negar beneficios sociales a los ciudadanos comunitarios que hayan cotizado menos de cuatro años en las islas, pero aun así insistió en que incluso los países más reacios a esta postura muestran algún tipo de respaldo: “Los Estados del sur están preocupados porque les gustaría que sus ciudadanos cualificados se quedaran para construir sus países”, dijo sin asomo de ironía.

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Cameron es un modernizador liberal en muchos aspectos, pero un modernizador liberal al que el proyecto europeo le resulta ligeramente antipático —“nosotros los escépticos”, decía en plena crisis del euro, “tuvimos razón al cuestionar los grandes planes y las visiones utópicas” del proyecto europeo—, y alguien que consiguió ser reelegido prometiendo el referéndum a los tories más euroescépticos. “El Brexit [la salida de la UE] por accidente está más cerca de lo que la gente piensa, y sería una pésima noticia tanto para Reino Unido como para el resto de Europa”, apunta Camino Mortera, del laboratorio de ideas londinense Center for European Reform. “Lo último que necesita Europa es otra sacudida”, explicó una alta fuente europea, consciente de que sigue creciendo el cansancio y la intolerancia hacia lo que se llama “excepcionalismo británico”, pero a su vez temeroso de la pérdida de peso que supondría una salida de Reino Unido del club. Para que eso no suceda, es importante que Cameron haga campaña a favor de la UE. Y eso solo llegará si los mandarines de Bruselas idean uno de esos acuerdos que mantienen un delicado equilibrio entre unos y otros, y que finalmente incluirá el espinoso asunto de la inmigración.

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