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Matricidio en la capital del ISIS

Un joven yihadista ejecuta en una plaza de Raqa la condena por apostasía a su progenitora

Lina el Qassem, en los cuarenta, fue ejecutada públicamente este miércoles de un tiro en la cabeza por su hijo Ali Saqr al-Qasem, de 20 años, esbirro del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), ha confirmado a este diario por teléfono Rami Abdurrahman, director del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), con sede en Londres.

El matricidio se produjo en la capital del autoproclamado califato del ISIS. A las puertas de la oficina de correos de Raqa, lugar donde trabajaba Lina el Qassem, era abatida de un tiro en la cabeza ante la mirada de los transeúntes. Había sido condenada a muerte por apostasía. La condena, ejecutada por su hijo, fue dictada por los secuaces del ISIS después que Saqr al-Qassem informara a sus superiores de las intenciones de su madre. “Lina quería que su hijo dejara el ISIS aludiendo a que la coalición [internacional liderada por EEUU] mataría a todos sus miembros. Quería que escaparan juntos a las afueras de Raqa”, apostilla Abdurrahman, quien cifra en 236 los miembros con los que cuenta el Observatorio en Siria.

Mohamed Saleh, uno de los fundadores del grupo de activistas Raqa está siendo Masacrada Silenciosamente (Raqqa SL), negaba que el asesinato estuviera relacionado con una supuesta huida. “Ali Saqr es un joven delincuente bien conocido en Raqa antes de que llegara el ISIS. Consumía drogas y era habitual protagonista de peleas con arma blanca. Fue de los primeros en sumarse al ISIS”, relata en una conversación vía Skype.

En su foto de perfil en la red social Facebook, Ali Saker Saker posa como lo hacen miles de jóvenes combatientes del ISIS: barba salafista fornida por debajo del mentón pero despoblado bigote, mano izquierda aferrada a un rifle de asalto y el dedo índice derecho invocando a la shahada (profesión de fe islámica) en dirección al cielo. Su último post data del 2 de enero, y en él arremete contra “los herejes chiíes, los cruzados y los judíos”, prometiendo una cercana victoria de Alá sobre todos ellos.

Nacido en Deir ez Zor, vivió toda su vida en Raqa. Según el activista de Raqqa SL, Lina Al Qassem era chií y originaria del feudo alauí de Latakia. “Seguramente porque su hijo es un ferviente miembro del ISIS no ha sido ejecutada antes como lo han sido todos los chiíes”, apostilla.

Los cachorros del ISIS

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Más de 2.000 personas han sido ejecutadas bajo el califato por apostasía, homosexualidad o brujería. Sin embargo, se trata del primer matricidio reportado por los pocos activistas que aún viven en territorio del Ejército negro. En tierra del ISIS, son muchas las madres que han perdido a sus hijos a manos de los yihadistas, y muchos los jóvenes que parecen haber perdido la cabeza en sus escuelas.

Tras someter a su reinado y leyes todos los ámbitos de la sociedad en la capital de Al Bagdadi, estos planean ir mas allá y controlar las mentes de las futuras proles. Los niños y adolescentes expuestos a sus enseñanzas se antojan una futura generación aun más radical si cabe, como la que representa Saqr al-Qassem, capaz de ejecutar a su progenitora públicamente. “Ahora el ISIS pone a Ali como ejemplo de lealtad”, asegura Mohamed Saleh.

En Tabqa, a 55 kilómetros al oeste de Raqa, y ciudad en la que vivió Lina el Qassem, el ISIS creó su primer campamento de entrenamiento yihadista para niños de 10 años. En videos difundidos en YouTube, cachorros del ISIS reciben clases de sharía (ley islámica) y memorización del Corán, pero también de artes marciales y tiro. En otros vídeos, alentados por combatientes adultos, niños de 12 años ejecutan a sus reos de un tiro en la nuca. Un formato de enseñanza que se ha replicado en otras ciudades como Deir ez Zor. Los activistas aseguran que las familias reciben entre 200 y 300 euros mensuales por hijo, por lo que, forzados por la necesidad, hay padres que se han visto obligados a entregar a alguno de sus retoños para poder alimentar al resto.

Hasta 1.100 menores de 16 años han sido reclutados por el ISIS. Algunos entrenados para operaciones suicidas. Alí Saqr al-Qassem tenía 15 años cuando estalló la guerra siria. Posiblemente no había cumplido los 18 cuando el ISIS convirtió, en el verano de 2014, la hasta entonces desconocida Raqa en epicentro de su proyectado califato.

Como Lina el Qassem, muchos vecinos de Raqa intentan huir de una pesadilla en tierra. “Las mujeres menores de 45 años no pueden salir sin la compañía de un hombre. Y hoy en día hacerlo de contrabando es mucho más difícil y caro”, dice vía Skype Ibrahim, huido de Raqa y hoy refugiado en Noruega. Raqa SL asegura que en noviembre las medidas de control sobre los movimientos de la población se han agudizado. Los jóvenes mayores de 14 años no podrán abandonar la ciudad y han de ser registrados ante las autoridades yihadistas. En los controles que sellan la ciudad nuevas regulaciones son emitidas. Los civiles no pueden cargar con muebles, y tan solo casos especiales como los enfermos podrán abandonar la ciudad en busca de tratamiento. “El problema no es ir a Raqa, sino salir de ella”, concluye Abu Ibrahim, activista de la ciudad.

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