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India condiciona la negociación de paz con Pakistán a la lucha antiterrorista

Modi exige cooperación a Sharif tras el atentado contra una base militar india

El primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif (izquierda), y su homólogo indio, Narendra Modi, en Lahore el 25 de diciembre.
El primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif (izquierda), y su homólogo indio, Narendra Modi, en Lahore el 25 de diciembre.EFE

Las relaciones entre India y Pakistán vuelven a pender de un hilo. Los vecinos, rivales y potencias nucleares, habían acordado iniciar una ronda de conversaciones de paz tras la visita del primer ministro de India, Narendra Modi, a Nawaz Sharif, su homólogo paquistaní en Lahore el pasado 24 de diciembre. Pero tras un atentado terrorista en una de las bases aéreas militares más importantes para India, no se sabe si los encuentros diplomáticos previstos se llevarán a cabo.

“La pelota está en la cancha de Pakistán“, dijo Vikas Swarup, portavoz del Ministerio de Exteriores de India. En una conferencia de prensa aseguró que Modi pidió a Sharif una respuesta rápida y contundente y que ahora el primer ministro indio está a la espera de que el paquistaní actúe. Nueva Delhi asegura haber dado a Islamabad información y evidencias de que el atentado el 2 de enero en Pathankot, cerca de la frontera, que dejó siete militares muertos, fue perpetrado por grupos terroristas con base en el país vecino.

El ataque fue especialmente duro para India porque seis terroristas lograron entrar en la base aérea donde tienen los aviones y helicópteros más avanzados para luchar contra Pakistán, en caso necesario. Las operaciones antiterroristas, que duraron cuatro días, pusieron de manifiesto la falta de coordinación entre las distintas fuerzas de seguridad que intervinieron. En India se cree que los responsables del ataque son miembros de Jaish e Mohammed, un grupo islamista que ha realizado ataques sobre todo en la Cachemira india y que tuvo implicación en el ataque al Parlamento de India en 2001 y en el asesinato del periodista estadounidense Daniel Pearl en 2002.

El primer ministro paquistaní ha pedido investigaciones sobre los terroristas a partir de las evidencias dadas por India, según informó el diario The Nation. En una reunión con los representantes de las fuerzas de seguridad, Sharif pidió a su consejero en esta materia que esté en contacto con su homólogo indio para seguir las pistas del ataque a la base aérea.

El ataque de Pathankot ha puesto en jaque las relaciones diplomáticas y por ahora no se sabe si se llevarán a cabo las reuniones que se habían concertado, presumiblemente la primera de ellas para el 15 de enero. En los medios de comunicación ha trascendido que podría retrasarse algunos días. “Que las conversaciones de paz sigan su rumbo dependerá en gran medida de cómo los dos países logren apaciguar la situación“, asegura Rasul Baksh, analista político de la Universidad LUMS de Lahore. En su opinión el gobierno de Sharif “hará todo lo posible para continuar las conversaciones con India y dar señales claras de que tiene una política de cero tolerancia contra el terrorismo, que al fin y al cabo este país también lo ha sufrido mucho”.

Esta es también es la visión oficial de India: el ministro de Interior, Rajnath Singh dijo esta semana a los medios que no tenía razón para desconfiar tan pronto de las autoridades del país vecino. “El Gobierno de Pakistán nos ha asegurado que tomará acciones y creo que debemos esperar“, aseguró. Sin embargo, el compromiso paquistaní despierta grandes dudas. “Los ISI [servicios de inteligencia de Pakistán] han estado detrás de todos los atentados terroristas islamistas en India. No hay razón para creer que Pathankot es la excepción o de que su política de Estado terrorista va a cambiar”, dice contundente Ajai Sahni, director del Instituto para Gestión de Conflictos, un think tank de seguridad en Nueva Delhi. En su opinión el Gobierno de India hace muy mal en acercarse a Pakistán. “Cada vez que mantenemos conversaciones hacemos creer al mundo que es un Estado con el que se puede hablar, que es un país donde impera la ley, cuando en realidad es un Estado que se lucra con el terror“, asegura.

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Cambio de jefe de Gobierno en la Cachemira india

En medio de esta crisis diplomática entre India y Pakistán, cuyos principales problemas son el terrorismo y el enfrentamiento por el control total de Cachemira, el pasado 7 de enero murió por una infección pulmonar el Jefe de Gobierno de la Jammu y Cachemira, la parte que pertenece a India. Mufti Mohammad Sayeed, de 79 años, era considerado como un puente entre Cachemira y el Gobierno indio. “Fue el primer musulmán en ocupar el cargo de ministro de Interior. Fue un buen moderador y luchó por la paz en el valle de Cachemira. Su muerte es triste, pero en el Estado indio de Jammu y Cachemira hay estabilidad política, por lo que no se espera problemas internos, explica Dhrubajyoti Bhattacharjee, del Consejo Indio de Asuntos Exteriores (ICWA, en sus siglas en inglés).

Después de siete días de duelo en el Estado, se espera que la coalición en el Gobierno elija a su hija, Mehbooba Mufti, como su sucesora. Mehbooba Mufti es la presidenta del PDP (Partido Democrático del Pueblo de Jammu y Cachemira) y miembro del Parlamento.

“En Jammu y Cachemira esperamos tener a nuestra primera mujer jefa de Gobierno a la vez que seguimos con interés los intentos de paz entre India y Pakistán. Aunque tenemos muchos dudas en este tema: estos países han luchado en tres guerras desde su independencia de Reino Unido y hasta ahora poco se ha logrado con estos constantes acercamientos y distanciamientos", asegura Abdul Hassan, estudiante de ciencias políticas en la Universidad de Cachemira. Allí, como en toda India, se esperan noticias sobre las conversaciones, que de llevarse a cabo serían sobre la disputa del territorio y el terrorismo.

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