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EN CONCRETO
Columna
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Nuevas policías

Hoy no parece existir más la división entre fuerzas de exterminio y de conducción

José Ramón Cossío Díaz

A la memoria del profesor Rubio Llorente.

En su célebre Mitologías, Roland Barthes describía cómo a mediados de los años cincuenta se anunciaban los productos de limpieza en Francia. Los que contenían cloro se presentaban como destructores de la suciedad, mientras que los jabones como expulsores de ella. Los primeros se asemejaban a los ejércitos, fuerzas liberadoras totales, pero altamente destructivas; los segundos a las policías, fuerzas selectivas y conductoras. La dualidad en el uso de la fuerza estatal ha descansado durante los últimos años en esa representación. Ahí donde el mal provenga del exterior y sea general y amenazante, se justifica la fuerza letal; ahí donde sea interno o no implique destrucción social, debe utilizarse la fuerza para dominar y reconducir. En esta imagen común descansa buena parte del modo en que se asume el uso de la fuerza legítima. Más allá de tan tranquilizadora idea, existe un modo bien distinto de la administración de ella. Sus manifestaciones se han realizado tan continuadamente que parecen ya naturales. Sus representaciones mediáticas tan cotidianas y deslumbrantes que se han vuelto exigibles. Sus perversiones y descarrilamientos se relatan tan aislados que no parecen constituir amenaza.

Hoy no parece existir más la división entre fuerzas de exterminio y de conducción

Hoy no parece existir más la división entre fuerzas de exterminio y de conducción. Las policías se han convertido mucho en lo primero y han dejado de hacer lo segundo. Los ejércitos han ocupado presencia creciente en los temas y problemas del día a día. En el mundo de hoy, los policías visten, se arman, operan y actúan en mucho como soldados. Crean cuerpos que buscan asemejarse a ellos. Parte de su prestigio y posibilidades de acción descansan en esa imagen. Las restricciones al uso de la fuerza letal han decrecido y las cargas probatorias se han deslizado hacia los ciudadanos. Las fuerzas armadas operan en sentido inverso. Constituyen cuerpos semejantes a las policías, se entrenan para intervenir y actuar en ciudades o contra grupos delictivos internos, patrullar calles y hacer detenciones, ello sin perder sus condiciones de entrenamiento, armamento y despliegue.

Los efectos de esta mezcla de dos procederes, hasta hace poco reconocibles y diferenciables, son manifiestos. En varios países los cuerpos policiacos privan de la vida a un número mayor de personas. Ello acontece crecientemente en situaciones en que las víctimas se encuentran desarmadas o en desventaja. La inserción social de quienes están entrenados para exterminar provoca violaciones a los derechos humanos, desacomodos en el ejercicio del mando democrático-civil y dificultades para regresar a los cuarteles a quienes, fruto de ejercicios de justificación, han adquirido presencia y oportunidades.

¿Qué explica que los ejércitos hagan más cosas en el entorno social y que las policías se asemejen a los ejércitos?

¿Dónde se rompió la aceptación de que dos distintos cuerpos de fuerza debían hacer cosas diferentes? Desde luego no en Atocha, Ayotzinapa, Bataclan o Ferguson. Los cambios son previos. ¿Qué explica que los ejércitos hagan más cosas en el entorno social y que las policías se asemejen a los ejércitos? El punto de coincidencia es la introducción de mayor fuerza letal en la sociedad al permitir que un cuerpo dotado de ella participe y que el otro la obtenga. El fenómeno generalizado no puede obedecer solo a los narcotraficantes, los yihadistas o los separatistas. Tampoco a que todos los Estados hayan ajustado del mismo modo sus fuerzas para hacer frente a fenómenos propios o globales. Tal vez los cambios tienen que ver con la decisión política de utilizar la fuerza estatal para contender con los fenómenos que ni la democracia ni su representatividad pueden integrar. La nueva fuerza policiaca, militar o civil, está limitando y eliminando pluralidades, desigualdades, desesperanzas, pobrezas. Siempre lo han hecho, es cierto, solo que ahora ello es más visible, más generalizado y más violento. ¿A mayores diferencias mayor fuerza de homogeneización social? ¿Se ha creado un nuevo producto capaz no sólo de exterminar y expulsar, sino también de desinfectar?

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@JRCossio. Ministro de la Suprema Corte de Justicia de México.

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