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Marco Rubio, precoz, pragmático y con mucha prisa

El senador de origen cubano, figura emergente de la derecha en EE UU, inició su carrera en un pueblo de Miami

Luis Barbero
El candidato republicano Marco Rubio en una charla en Laconia, N.H.
El candidato republicano Marco Rubio en una charla en Laconia, N.H.Jacquelyn Martin (AP)

Marco Rubio, de 44 años, empezó su carrera política llamando a las puertas de las casas para darse a conocer. Ocurrió hace casi dos décadas en West Miami, una pequeña ciudad de poco más de 6.000 residentes ubicada en el condado de Miami-Dade (Florida). La cara aniñada que aún conserva suscitaba las dudas de sus vecinos, que a menudo le preguntaban si era mayor de edad. Rubio despejaba cualquier sospecha, sonreía, conversaba un rato y, al poco tiempo, los tenía en el bote. Hoy, ese precoz político es la figura emergente de la derecha en Estados Unidos tras el arranque de las primarias presidenciales en Iowa, donde ha logrado suficiente apoyo para aspirar a convertirse en el hombre más poderoso del planeta.

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Sería la culminación del sueño americano del que tanto habla y que encarna mejor que ninguno de los demás candidatos a la Casa Blanca. Al fin y al cabo, el senador de Florida es hijo de un matrimonio de cubanos que dejó la isla hace justo 60 años para ganarse la vida. Su padre, Mario, fue camarero y su madre, Oria, limpiadora y cajera. La tenacidad de ambos hizo que el joven Rubio terminara graduándose en Derecho por la Universidad de Miami.

Tras un breve paso por una firma de abogados, Rubio se incorporó al departamento de urbanismo del Ayuntamiento de West Miami. Allí atendía las peticiones ciudadanas para construir o reformar viviendas o establecimientos y conoció a la persona que le cambió la vida, Rebeca Sosa, alcaldesa de la ciudad. “Un día, Marquitos le dijo a Rebeca que quería hablar con ella porque quería hacer algo más. Rebeca se lo llevó a tomar un café a su casa y se dio cuenta de que era un muchacho excepcional”, explica Luciano Suárez, de 80 años, un histórico concejal de West Miami, una ciudad de mayoría hispana en la que viven familias de clase media y en la que abundan las viviendas bajas con un pequeño jardín y los pequeños comercios. En este entorno tranquilo creció Rubio, lejos de los rascacielos del centro de Miami o del bullicio de South Beach.

Sosa dio el primer empujón a la ambición política de Rubio, que se convirtió en concejal de la ciudad que ha sido la plataforma de su vertiginosa carrera política. “Escuchaba y entendía los problemas de la gente”, añade Suárez. En 2000, con solo 29 años, fue elegido miembro de la Cámara de Representantes de Florida, de la que llegó a ser presidente. En 2010 redobló su apuesta y ganó, contra pronóstico, un escaño en el Senado de EE UU por el Partido Republicano, aupado en parte por el Tea Party, una ola a la que no dudó en subirse y luego bajarse en un ejemplo del pragmatismo que rige su carrera política.

Un paralelismo que se puede hacer también en la carrera por ser candidato republicano, en la que Rubio está escalando posiciones hasta convertirse en una alternativa seria y fiable para las élites conservadoras frente a opciones más dogmáticas y heterodoxas como el senador de Texas Ted Cruz o el magnate Donald Trump. En esta carrera, Rubio ha superado claramente a Jeb Bush, que partía como favorito en las primarias republicanas y que fue uno de sus mentores cuando era el poderoso gobernador de Florida.

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Misa dominical

Rubio es fan del fútbol americano, deporte que practicó en su juventud, y está casado con Jeanette Dousdebes, una mujer de padres colombianos a la que conoció en el instituto de Miami en el que ambos estudiaron. Tienen cuatro hijos y en su casa se habla de forma indistinta inglés y español. Muy religioso, la familia Rubio acude todos los domingos a misa a distintas parroquias de West Miami, donde vive.

Ideológicamente, Rubio responde al arquetipo del conservador estadounidense: un halcón en política exterior que se opone al pacto nuclear con Irán y a la reanudación de las relaciones diplomáticas con Cuba; contrario al aborto; partidario de bajar los impuestos para estimular la economía; de reducir el poder del Gobierno federal; y de la mano dura con la inmigración, pese a que en su momento promovió una ley junto a los demócratas para resolver este problema endémico. Carismático, buen orador y mejor contendiente en los debates, sus oponentes le achacan su inmadurez y su inexperiencia política. “Yo le dije que esperara cuatro años más, que fuera acumulando experiencia, pero me dijo que América no puede esperar más y que él tampoco”, afirma Suárez.

Como reproche y como halago a partes iguales, se ha dicho más de una vez que es el Barack Obama republicano. Y si Obama fue el cumplimiento del sueño de un afroamericano en la Casa Blanca, Rubio representa el sueño de un americano de origen hispano que tiene prisa por estar al mando de la primera potencia mundial.

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Sobre la firma

Luis Barbero
Es subdirector de Actualidad de EL PAÍS, donde ha desarrollado toda su carrera profesional. Ha sido delegado en Andalucía, corresponsal en Miami, redactor jefe de Edición y ha tenido puestos de responsabilidad en distintas secciones del periódico.

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