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Muere Terry Wogan, la cara más popular de la BBC

Cosechó audiencias millonarias en radio y televisión y presentó el festival de Eurovisión entre 1971 y 2008

Pablo Guimón
El presentador Terry Wogan.
El presentador Terry Wogan. LEON NEAL (AFP)

Terry Wogan, que murió el pasado domingo a los 77 años, víctima de un cáncer fulminante, fue uno de los presentadores más queridos y populares en Reino Unido durante casi cuatro décadas. Su estilo clásico pero extrañamente subversivo y su proverbial capacidad para reconfortar al público, le proporcionaron audiencias millonarias en los diversos programas que protagonizó en radio y televisión. Pero su figura estará siempre vinculada al festival de Eurovisión, que presentó desde 1971 hasta 2008, un espectáculo que Wogan definió en una ocasión como “un grandioso y sobresaliente montón de basura”.

“Quién sabe qué infernal futuro nos espera”, se preguntó al comenzar la cobertura del concurso en 2007. “En realidad, yo lo sé. He estado en los ensayos”.

Su cinismo, su ironía y su tono relajado no lograban retener su furia cuando, en inofensivas maquinaciones geoestratégicas, la canción rusa ganaba gracias al voto en bloque de sus vecinos. Con esa mezcla de fino humor y emoción, logró que 10 millones de británicos se sentaran ante las pantallas para ver Eurovisión, convirtiendo en un fenómeno de fans un concurso en que Reino Unido tiende a no cosechar grandes éxitos.

Nació el 3 de agosto de 1938 en Limerick, Irlanda. Su padres regentaban una tienda de ultramarinos y le proporcionaron una educación profundamente religiosa. Wogan describió como un alivio el momento en que perdió la fe católica en la adolescencia.

A los 15 años se trasladó con su familia a Dublín, donde descubrió su amor por el mundo de la interpretación y el rock and roll. Al cumplir la mayoría de edad abandonó la escuela, decidió no ir a la universidad y consiguió un trabajo en el Banco de Irlanda, una breve etapa que recordaba por lo poco que trabajaban y lo mucho que se divertían.

Un día se le ocurrió contestar a un anuncio en la prensa que pedía presentadores de radio y, para su sorpresa, logró un trabajo leyendo noticias. Cuando nació la televisión pública irlandesa, en 1961, Wogan se hizo un hueco en la plantilla convirtiéndose en poco tiempo en una de sus caras conocidas.

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El final del concurso que presentaba le llevó a pedir trabajo en la BBC y fue allí, en la gran radiotelevisión pública británica, donde Wogan se hizo grande. Su acento irlandés y sus trajes italianos son ya un clásico en los programas de entretenimiento de la casa.

Su programa Despiértese con Hogan -en antena entre 1972 y 2009, con una interrupción de nueve años- fue el más popular de la radio británica y llegó a congregar cada mañana junto el transistor a ocho millones de personas, entre ellos la propia reina Isabel II y Margaret Thatcher. Cuando la prensa criticó su salario, él se limitó a hacer cuentas: salía a dos peniques por oyente cada quince días. “Creo que resulto barato”, dijo.

Lo cierto es que a principios de los ochenta ya era el profesional más popular y mejor pagado de la televisión británica. Llegó a presentar los programas con más audiencia de la radio y la televisión. Su espacio de entrevistas, llamado primero What’s on Wogan y luego Wogan a secas, llegó a emitirse tres días por semana en prime time. Wogan fue “la cara más conocida de Reino Unido”, según la revista Tatler. Cada año, desde 1980, presentó un programa para recaudar fondos para los niños desfavorecidos. En casi cuatro décadas de fama nunca le salpicó el escándalo ni perdió el cariño del público.

“Reino Unido ha perdido un inmenso talento, alguien de quien muchos llegaron a pensar que era su amigo íntimo”, dijo el primer ministro británico, David Cameron, tras conocer la noticia de su muerte. Su homólogo irlandés añadió: “Wogan actuó, de manera importante, como un puente entre Reino Unido e Irlanda”. Le sobreviven dos hijos, una hija, y Helen, su esposa, con quien se casó en 1965.

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Sobre la firma

Pablo Guimón
Es el redactor jefe de la sección de Sociedad. Ha sido corresponsal en Washington y en Londres, plazas en las que cubrió los últimos años de la presidencia de Trump, así como el referéndum y la sacudida del Brexit. Antes estuvo al frente de la sección de Madrid, de El País Semanal, y fue jefe de sección de Cultura y del suplemento Tentaciones.

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