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Tribuna
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Lava Jato, el lobby y las instituciones informales

La transparencia es lo único que da resultado, tanto en Brasil como en el resto de América Latina

La Operación Lava Jato, que revela un esquema de corrupción en Brasil por miles de millones de dólares, muestra cómo actúan las reglas informales en el bajo mundo de los negocios entre las empresas públicas y privadas. Más que reglas, es posible decir que son instituciones informales quienes gobiernan estas relaciones. No son sólo las costumbres o los patrones culturales, comportamientos más arraigados y que están influenciadas por incentivos. En lugar de pesos y contrapesos, es el toma y daca.

Las instituciones son las reglas y procedimientos que dan forma a las interacciones sociales. Limitan y permiten el comportamiento de los actores. Pueden ser definidas como las reglas del juego. Estas instituciones pueden ser formales o informales. Las instituciones informales no deben confundirse con la debilidad de las instituciones. Para constituirse en institución informal, un comportamiento regular debe responder a un conjunto de reglas e incentivos, la violación de los cuales genera una especie de sanción.

Las instituciones informales no deben confundirse con la debilidad de las instituciones

En otras palabras, esa informalidad institucional son reglas no escritas, creadas, comunicadas y forzadas fuera de los canales oficiales. En América Latina, México ha creado una institución informal famosa que duró décadas. El dedazo declaraba que el presidente que estaba en la oficina tendría facultades para escoger al próximo presidente. A medida que México fue gobernado por el mismo partido, el PRI, la decisión del presidente acerca de quién sería el candidato del PRI en las elecciones garantizaba quien sería el próximo presidente. La regla no estaba escrita y, más que eso, generaba sanciones a los que se negaban a obedecer.

Las instituciones informales son importantes porque afectan a las normas formales: cuando compiten con ellas, se complementan, se acomodan mutuamente o directamente las sustituyen. En el Brasil de Lava Jato y en la América Latina de escándalos de corrupción millonarios, hay una pregunta obligada: ¿el cabildeo y las relaciones entre las empresas y el gobierno están gobernadas por estas instituciones informales?

Los testimonios y documentos recogidos en la Operación Lava Jato muestran que sí. Después de todo, muchos puntos de la investigación indican que las empresas que no aceptaban las tarifas de pago entre el 1% y el 3% de los contratos sufrirían sanciones. Informal, por supuesto, ya que no había ninguna norma escrita. Pero real.

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Además, las instituciones informales de Lava Jato muestran la complejidad de las relaciones con las instituciones formales y cómo afectan a las normas oficiales. No es sorprendente la cantidad de información que nos dice que muchas de las cuotas han sido pagados de manera oficial. Esto sucedió de la siguiente manera: a cambio de contratos con Petrobras, las empresas pagaban parte de la cuota en forma de donaciones oficiales a los partidos o campañas presidenciales.

Si Brasil tiene que lidiar con las instituciones informales, tenemos que preguntar cuales son o eran las reglas de ese juego y quien tenía la última palabra. Es evidente que las respuestas finales se encontraron sólo cuando la investigación de tales operaciones, la denuncia y el juicio, ahora en curso, se hayan completado.

Sin embargo, algunas de estas reglas ya estaban en operación es ese “Capitalismo de Estado”, donde las relaciones entre los gobiernos y las empresas se presentan como una mezcla confusa de intereses públicos y privados y construidos por la articulación de los actores de ambos lados, en una maraña de bonos corporativos.

Los ejemplos de prestamistas, proveedores y operadores de energía, petróleo y gas en Brasil en la última década ilustran claramente el punto, manchan las biografías de algunos grandes empresarios y políticos, y llenan nuestros tribunales y cárceles. Es el momento de formalizar lo informal y asegurar que las tres partes puedan encontrar lo que buscan cuando interactúan para influir en la política pública: que los gobiernos pueden hacer realidad los proyectos de sus administraciones, las empresas puedan crear valor económico y que los políticos pueden recibir reconocimiento público adecuado para convertirse o para consolidar el liderazgo necesario para la nación.

La buena noticia es que las instituciones formales también muestran su fuerza. La Policía Federal, la Procuraduría y la Justicia llevan dos años de trabajo en el Lava Jato, con éxitos comprobados. La transparencia es lo único que da resultados positivos en el conflicto entre las normas formales y las instituciones informales, tanto en Brasil como en el resto de América Latina.

Fernando Mello, Master de Georgetown University, es socio del sitio Jota. Milton Seligman es Fellow del Wilson Center Global, profesor del INSPER y ex Ministro de Justicia de Brasil. Twitter @miltonseligman

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