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Tribuna
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Bajo precio del petróleo, ¿sentencia para Latinoamérica?

La región necesita diversificar su matriz energética

La bajada del precio del petróleo (mientras escribo estas líneas el barril se paga a 33,4 dólares, casi un 50% menos que en 2009), está afectando a varias economías de América Latina. Y la razón, resumida, es la siguiente: la industria petrolera representa una parte significativa de las exportaciones y el abaratamiento del crudo está mermando los ingresos, reduciendo así el músculo financiero de la región.

Todo esto afecta especialmente a la balanza de pagos de los países exportadores netos y reduce las perspectivas de inversión para exploración en Colombia, Venezuela, México, Bolivia, Ecuador o Brasil, en un escenario que amenaza con empeorar las ya de por sí modestas proyecciones de crecimiento económico para 2016.

Todo indica que en los próximos años deberemos acostumbrarnos a un bajo precio del crudo

¿Es esta tendencia irreversible? ¿Qué puede hacer Latinoamérica para aplacar el impacto del bajo precio del petróleo?

En primer lugar, todo indica que en los próximos años deberemos acostumbrarnos a un bajo precio del crudo lo que perjudicará a los países exportadores y, presumiblemente, beneficiará a los importadores. El hecho de que la región tiene superávit en producción agrega, si cabe, un mayor grado de incertidumbre para las economías latinoamericanas.

En el corto plazo, los economistas coinciden en que los países que ahorraron recursos en la época de bonanza pueden usarlos ahora para amortiguar el golpe. Otra fórmula es manejar la política monetaria para recuperar el equilibrio de la cuenta corriente.

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En cuanto al mediano y largo plazo, las oportunidades para la región se pueden resumir en cinco palabras: diversificación de la matriz energética. América Latina es rica en recursos naturales -tanto fósiles como renovables- con lo que podría autoabastecerse energéticamente y convertirse en un exportador neto de productos y servicios, siempre y cuando en los próximos años logremos atraer el capital y la tecnología necesarios. Y aunque todo indica que no será una tarea sencilla, la meta de reducir nuestra dependencia histórica hacia los combustibles fósiles (los más contaminantes) amerita que tanto los gobiernos como el sector privado se comprometan a hacer todo lo posible.

Las oportunidades para la región se pueden resumir en cinco palabras: diversificación de la matriz energética

Estos esfuerzos deben contribuir a la adaptación y mitigación del cambio climático y, en definitiva, a vivir en una región más limpia, competitiva y eficiente energéticamente.

El éxito de varias iniciativas regionales de energía hidráulica, biomasa, eólica, y más recientemente, de energía solar fotovoltaica, da lugar a la esperanza: las fuentes alternativas no son un sueño lejano, sino que representan una alternativa real y un negocio rentable.

Lo que impide el aumento de inversiones en este tipo de tecnología es, principalmente, el ambiente de aversión al riesgo que existe entre los inversores internacionales. En este sentido, es imprescindible que los países latinoamericanos mantengan un ambiente regulatorio estable que, por un lado, contribuya a la entrada de capital y, por otro, ayude a que la región despliegue todo su potencial energético. Para ello, será útil dar a conocer la capacidad de las energías alternativas y los buenos resultados de los proyectos que se ejecutan en la actualidad.

Los países deberán hacer frente al bajo precio del petróleo a la vez que impulsan nuevas políticas para dinamizar sus economías

Durante los próximos meses –y probablemente años-, los países deberán hacer frente al bajo precio del petróleo a la vez que impulsan nuevas políticas para dinamizar sus economías. En este camino, organismos multilaterales como CAF –banco de desarrollo de América Latina- pueden contribuir en la movilización de fondos, tanto públicos como privados, para crear un ambiente de estabilidad y seguridad en las inversiones en la región.

En conclusión, el bajo precio del petróleo apuntilla el clima de incertidumbre que rodea a la región, pero también puede suponer el impulso que América Latina necesita para acelerar la incorporación masiva defuentes de energías alternativas, eficientes y sostenibles.

*Hamilton Moss es Vicepresidente de energía en CAF –banco de desarrollo de América Latina.

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