_
_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los tres grandes retos de la paz en Colombia

Implementar los acuerdos con un país tan dividido va a ser difícil. Se requieren más pedagogía y comunicación y gestos audaces de reconciliación

Colombia es uno de los pocos países que este año logrará poner fin a su conflicto armado, uno de los más viejos del mundo.

Las negociaciones entre el Gobierno y las FARC-EP han llegado tan lejos que un acuerdo final está a la vista y ante el país se abre una oportunidad histórica. Aprovecharla implica que, más allá de poner fin al conflicto armado, se logre realmente transformar la vida de las comunidades más afectadas por él. Lograrlo enfrenta tres grandes retos.

En primer lugar, es indispensable un ambiente propicio para la paz. Aunque según el Gobierno faltan unas pocas semanas para la firma de un acuerdo final, el país no parece estar preparado para ese momento. La polarización y el escepticismo predominan en la opinión pública. Pese a lo que se avanzado en La Habana, según las últimas encuestas el 38% de los colombianos en las cinco principales ciudades siguen creyendo que la salida militar es la mejor forma para solucionar el conflicto, frente a 54% que prefieren insistir en los diálogos-.

Implementar los acuerdos con un país tan dividido va a ser difícil. Se requieren más pedagogía y comunicación y gestos audaces de reconciliación. Hay que lograr que la población conozca los acuerdos y se los apropie, que se conviertan en un bien nacional y en una visión de país que trascienda el debate político e ideológico cotidiano.

El segundo reto es el de la implementación. Los acuerdos, diseñados por los arquitectos de La Habana, son unos planos supremamente ambiciosos y sofisticados, que pretenden lograr en tan solo diez años profundas transformaciones que a otros países les han tomado décadas. Pero, pese a que la firma ya está a la vista, no está aún tan claro cuál es el andamiaje institucional y dónde están las herramientas y los recursos para la puesta en marcha de lo acordado.

Los recursos que se van a necesitar para la implementación son enormes. Aunque Colombia es un país de desarrollo medio con importantes ingresos, la caída en los precios del petróleo, principal producto de exportación, y la devaluación del peso, han llevado a un recorte del presupuesto nacional.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

El apoyo de España, de la Unión Europea y de otros cooperantes es fundamental para para que todo esto arranque desde el día uno después de la firma. Una implementación rápida es clave para evitar frustraciones que pueden traducirse en nuevos conflictos y violencia y nutrir a otros grupos armados, y para que la población pueda creer en la paz.

Finalmente, está el reto de la seguridad. Un acuerdo de paz con las FARC pondría fin a una de las principales fuentes de violencia y victimización. El país ya lo está viendo gracias al cese al fuego unilateral de las FARC y otras medidas de desescalamiento acordadas por las partes, que han bajado los niveles de violencia a mínimos históricos.

Pero las FARC, aunque el principal, no es el único actor armado. Están la guerrilla del ELN, los grupos que surgieron tras la desmovilización paramilitar y muchas otras estructuras criminales que se nutren de las economías ilícitas y la débil presencia del Estado. La violencia de estos grupos es un factor desestabilizador y un riesgo real para la implementación de los acuerdos.

Para enfrentarlo, se requieren enfoques integrales, con el accionar de la fuerza pública acompañado de la generación de oportunidades económicas lícitas, de la construcción de vías e infraestructura para las comunidades y de la provisión efectiva de servicios públicos, entre otros.

Colombia tiene las capacidades para enfrentar todos estos retos, aún más si cuenta con el apoyo decidido de la comunidad internacional.

En la medida en que esto se logre, Colombia servirá de ejemplo de que aun en los conflictos prolongados, en los que millones de personas han sido víctimas del odio y la violencia, es posible lograr la paz. Pero hay que ser concientes de que hacerlo será una tarea titánica.

Fabrizio Hochschild es Coordinador Residente de Naciones Unidas en Colombia

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_